Aquí comienza la historia… (Día a día)
Llega por la mañana, a Puerto Leith, de la isla San Pedro, de las Georgias del Sur, el ARA Bahía Buen Suceso,

que llevaba 41 operarios de la empresa “Georgias del Sur”, que permanecerían unos cuatro meses realizando las tareas de desmantelamiento de factorías balleneras fuera de servicio, conforme los términos de un contrato privado, firmado y escriturado en Londres, entre el empresario argentino Constantino Davidoff y la empresa “Christian Salvensen Co.” de Edimburgo.
El “Bahía Buen Suceso” ingresó lentamente en la Bahía Stromness y atracó en el muelle del poblado, frente al gélido panorama circundante, tan similar al del continente antártico.

El buque había anclado la tarde del día anterior, pero el capitán Niella prefirió esperar para ingresar en la bahía, porque una niebla espesa bloqueaba su entrada. La vista del paisaje era estremecedora y esa sensación fue la que sintió el pilotín de cubierta, Héctor Osvaldo Caime, quien nunca olvidaría aquellas imágenes, propias de un relato de Lovecraft.
Después de intercambiar opiniones con el 1er oficial, capitán Rodolfo Simian, Niella decidió aguardar hasta la mañana siguiente para atracar, previo sondaje y exploración en la zona de maniobras.
Durante la vigilia de esa madrugada, el joven marinero Caime observó mucha interferencia de radar, lo que le indicó claramente que no estaban solos en el área.
Con las primeras luces, el buque inició aprestos y cerca del mediodía entró lentamente en la Bahía Stromness hasta detenerse a medio camino entre su acceso y el poblado, dejando a un lado la isla Pasto.
Se detuvo más allá de Punta limpia y minutos después descendió su lancha BDT, llevando a bordo al capitán Simian y a su piloto, el marinero Caime, quienes debían hacer sondajes en la zona de atraque e inspeccionar los alrededores para confirmar que el lugar estuviese efectivamente deshabitado. Fue toda una aventura porque no disponían de cartas.
Realizados los sondeos, Caime aproximó la BDT al muelle y su superior saltó a tierra para enrollar su cuerda en las vigas. Una rápida ojeada les permitió determinar dónde iban a sujetar las amarras, maniobra que no iba a ser fácil porque el frente de atraque era muy pequeño.

Tras un breve relevamiento del muelle, Simian y Caime hicieron una recorrida del poblado, explorando otros sectores entre ellos un dique flotante utilizado en otros tiempos para realizar reparaciones.
Finalizado el reconocimiento, ambos marinos regresaron a la lancha y minutos después se hallaban sobre cubierta, respondiendo las requisitorias de sus compañeros.
El barco echó a andar nuevamente y a muy baja velocidad atracó en el muelle, iniciando el desembarco.

Buque Bahía Buen suceso amarrado en Puerto Leith, de fondo se ve la chatarra que debían desmantelar
El grupo de operarios semejaba un conjunto de aventureros propio de la literatura juvenil, cubiertos con gorros de lana, gruesa ropa de abrigo, guantes y botas de goma, muchos de ellos barbados y curtidas sus pieles por climas inclementes.
Los precedió en el descenso Roberto Cacace, técnico en desarmado de 39 años de edad, contratado personalmente por Davidoff, a quien secundaban Carlos y Antonio Patané, técnicos industriales y directores de la obra portando un pequeño baúl donde llevaban dos banderas argentinas perfectamente dobladas. Detrás de ellos bajó el médico de la expedición, Dr. Rubén Pereira y después los 35 operarios.
Tras recorrer los pocos metros que separaban al muelle del mástil que se erguía frente al edificio principal, Antonio Patané abrió el baúl, sacó una de las banderas y se la dio al doctor Pereira, quien la ató a la soga y la comenzó a izar después de comprobar que el hilo circulaba con normalidad.
Formados frente al mástil, los chatarreros entonaron las estrofas del Himno Nacional y lanzaron Vivas a la Patria.

Lo que ignoraban los argentinos era que en esos momentos, cuatro científicos de la base observaban alarmados la escena.
A todo correr, los británicos abordaron el jeep en el que habían llegado hasta el lugar y enfilaron hacia Grytviken urgidos por dar la noticia. Al llegar, el jefe del grupo, Peter Hutchinson, descendió agitado del vehículo y casi corriendo entró en el pequeño edificio que hacía las veces de cuartel general de los marines, dándole un violento empujón a la puerta.
–¡¡Nos están invadiendo!! – gritó- ¡¡Los argentinos están aquí!!
Al escuchar tales palabras el oficial Steve Martin, comandante del destacamento, se puso de pie y salió a la calle acompañado por algunos de sus hombres. Sin decir nada, abordó un Land Rover estacionado junto al edificio y enfiló directo hacia Puerto Leith.
Cuando llegó, tanto él como los tres marines que lo acompañaban pudieron comprobar que, efectivamente, una cincuentena de individuos se hallaba en el lugar.

Se los veía ocupados en diferentes tareas, la mayoría desembarcando provisiones del buque amarrado y luego apilándola en la costa, cerca del muelle. Había otros que trabajaban en el acondicionamiento de algunos edificios con el evidente propósito de ocuparlos y los menos, conversando en pequeños grupos.
Lo más traumático de todo resultó ser la bandera argentina flameando en el mástil, agitándose por el viento, algo que los británicos no podían tolerar de ninguna manera.
Cuando Martin y sus acompañantes regresaban al Land Rover (los argentinos no los habían visto), escucharon a sus espaldas una serie de detonaciones que provocaron su sobresalto. Los “invasores” estaban cazando ciervos en las inmediaciones, violando las leyes que lo prohibían.
De regreso en Grytviken, Martin dio cuenta a Puerto Stanley de lo que estaba ocurriendo, más precisamente al gobernador Rex Hunt (las Georgias y las Sándwich dependían del ilegítimo gobierno malvinense), quien le ordenó de inmediato ponerse en contacto con los recién llegados para informarles que debían pasar por las oficinas de inmigración en Grytviken a efectos de normalizar su situación. Lo que era imperioso, y en esto el intruso gobernador puso especial énfasis, era arriar el pabellón celeste y blanco porque con él se estaba violando la soberanía británica.
Sin perder un instante, los marines regresaron a Leith para comunicar las directivas que se les habían impartido. Los recibió el capitán Niella, quien sin inmutarse escuchó las órdenes, de que volvieran a cargar el material desembarcado al buque y se trasladaran a la capital de las Georgias, Grytviken, para solicitar el permiso de desembarco.
Martin insistió en que debían pasar por las oficinas de inmigración de la pequeña capital y quitar la bandera del mástil, pero el marino argentino rechazó las exigencias informando que tenía en su poder una carta de autorización emitida por la chancillería británica y que ello lo facultaba a quedarse. A lo que sí accedió fue a arriar la bandera.
Los ingleses se dieron cuenta que el grupo no pensaba abandonar el lugar y se retiraron en pos de nuevas instrucciones, en tanto los argentinos continuaban cazando ciervos.
Esto motivó la reacción del gobierno británico ordenando al gobierno argentino que “debía retirar a la gente desembarcada y al buque de guerra”.
Los ingleses sostenían que en las Georgias en realidad había civiles y militares argentinos con otras intenciones muy distintas a desguazar diques. Los medios de comunicación británicos, como la BBC, señalaron el 19 de marzo de 1982 que reportes indicaban que los supuestos obreros habían llegado a bordo de un barco enviado por el gobierno militar argentino y que los acontecimientos eran vistos como un “paso provocador” en la disputa diplomática que tenía lugar entonces entre Argentina y Gran Bretaña por el archipiélago.
El gobierno argentino aclaró que el buque Bahía Buen Suceso no era de guerra, sino de transporte y no había militares en la misión.
Este hecho fue utilizado por Gran Bretania como desencadenante del conflicto, hecho por el cual las autoridades británicas acusaron formalmente a los argentinos.
La Cancillería Argentina recibió una comunicación del gobierno del Reino Unido, transmitida verbalmente por su embajador, que constituía un verdadero ultimátum.

Es destacable el protagonismo que tuvo Rex Hunt sobre los incidentes, – el por entonces gobernador colonial e ilegal en Islas Malvinas – exagerando y magnificando los hechos, orquestados desde Londres, cuyo motivo principal era hallar “Casus Belli” (motivo de guerra). (comienza a funcionar el “teléfono descompuesto”).
Considerando que el problema era la “bandera” y que inmediatamente fue arriada, con los antecedentes de presencia argentina y emblemas patrios durante décadas en las Georgias, se puede deducir que: la inusitada reacción británica, fue alentada por el Almirantazgo y por los “halcones” del Partido Conservador de Margaret Thatcher que no querían ver recortada su flota de mar, menos aún ver rodar la cabeza de su “Iron Lady” que tenía un 75% de imagen negativa, por otra parte los “halcones” argentinos vieron una oportunidad para justificar el desembarco en las Malvinas, lo cual era “precisamente” lo que los británicos estaban esperando, para declararnos país agresor y así fundamentar la Fortaleza Malvinas y la presencia de la OTAN en el Atlántico Sur.
Antecedentes diplomáticos y la situación en Puerto Leith

La recuperación de las Islas Malvinas por parte de las Fuerzas Armadas Argentinas el 2 de abril de 1982 es el desenlace de una larga serie de antecedentes políticos, diplomáticos y militares que tuvieron como eje acercamientos y negociaciones entre los distintos gobiernos de Argentina y del Reino Unido. Pese a que no es intención de este artículo abordar en profundidad estas cuestiones de larga data, las mismas no pueden ser pasada por alto si queremos comprender la sucesión de hechos que derivaron en las acciones del 2 de abril.

Contando como marco normativo la Resolución 2065 de 1965 y la Resolución 3160 de 1973, ambas originadas en el seno de la Asamblea General, tanto la República Argentina como el gobierno del Reino Unido encararon durante décadas una serie de negociaciones a los fines de resolver la disputa de soberanía por la Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes. Esta relación tuvo sus puntos altos y bajos, lo que, sumado a cierta intransigencia de la postura británica, derivaría en una falta de soluciones.
Ante esta situación, reconocida tanto por Argentina como por el Reino Unido, ambas naciones avanzarían en paralelo con sus propias planificaciones y proyecciones, evaluando diversos planes de contingencia de acuerdo con las hipótesis y del desarrollo de los acontecimientos.
Recurriendo a los antecedentes más próximos previo a la recuperación del 2 de abril, durante 1981 y los primeros meses de 1982, representaciones de Argentina y del RUGB mantuvieron una serie de reuniones en la ciudad de Nueva York con el objetivo de avanzar en la mencionada disputa de soberanía, negociaciones que encontraron una férrea resistencia por parte de la representación del comité de las islas. Por aquel entonces, extraoficialmente se barajaban diversos planes de acción para la solución del diferendo, entre ellos un arriendo, propuesta expuesta por Nicholas Ridley, Ministro de Estado de la Foreign and Commonwealth Office. Sin una solución a la vista, las posiciones se endurecían y los planes de contingencia parecían cada vez más próximos en concretarse.

Muelle de Puerto Leith. Foto: Felipe Celesia vía Infobae
En paralelo al asunto político/diplomático, en el año 1979 avanzaba la iniciativa comercial de Constantino Davidoff, empresario que adquiere a la empresa escocesa Christian Salvesen Ltd. las instalaciones de sus factorías de Leith, Stromness y Husvik, todas ellas localizadas en la isla San Pedro del archipiélago de las Georgias del Sur. La intención era realizar tareas de desguace y traslado de la chatarra al continente. En agosto de 1980, las autoridades británicas de las islas son puestas al tanto de esta situación por parte de la compañía Chirstian Salvesen, tomando también conocimiento la embajada del RUGB en Argentina luego de que el empresario solicitara el arrendamiento de uno de los buques polares (el HMS “Endurance” o el RRS Bransfield) para las tareas de traslado y carga, requerimiento que sería denegado.
Es en este lapso donde Cancillería y la Armada Argentina aprecian una oportunidad, no solo para apoyar la iniciativa de Davidoff con el Comando de Transportes Navales, sino que también la ocasión podría servir para implementar uno de los planes de contingencia, el cual consistía en instalar la estación científica ALFA en la Georgias. Con el paso de los meses, esta iniciativa sería cancelada.
Uno de los primeros cortocircuitos diplomáticos se origina en diciembre de 1981, ocasión en la cual el rompehielos ARA “Almirante Irizar” arriba a puerto Leith a los fines de que Davidoff pudiera realizar un reconocimiento de las instalaciones, estableciendo de esta manera los requerimientos de recursos humanos y materiales necesarios para emprender los trabajos. Sin embargo, el 6 de enero de 1982 Cancillería recibe una “Nota de Protesta” por parte del RUGB en la cual se manifiesta conocimiento sobre las actividades del “Irizar” y de Davidoff, aclarando cuales son las normativas vigentes para buques argentinos que visitan las Islas como así también aquellos requisitos que deben cumplir los trabajadores que se trasladarán a Leith.
Con este antecedente, en febrero de 1982 el sr Davidoff pone al tanto a la embajada del RUGB, no solo sobre los resultados de su reconocimiento en puerto Leith sino también sobre la implementación de la siguiente etapa, la cual incluía el traslado de un contingente de casi 50 trabajadores (con sus respectivos certificados “Tarjeta Blanca”) a bordo del buque ARA “Bahía Buen Suceso” B-6. Finalmente, la mencionada unidad zarparía con rumbo a puerto Leith el 11 de marzo.

ARA Bahía Buen Suceso
Vale aclarar que por esa fecha transcurrían en paralelo las planificaciones y alistamientos a cargo del Grupo de Trabajo conformado por oficiales de las Fuerzas Armadas argentinas, iniciativa que derivarían en la conformación de la Fuerza de Tareas 40 y elementos de apoyo, los cual tendría como misión la recuperación de las Islas Malvinas en los primeros días de abril.
El incidente del 19 de marzo
Con la llegada del ARA “Bahía Buen Suceso” a Leith y posterior desembarco del grupo de trabajo de Davidoff, se produce un “incidente” que es informado por científicos del British Antartic Survey, los cuales se habían desplazado desde Grytviken en una travesía de rutina. Los británicos ponen al tanto de la situación al gobernador de Malvinas, expresando que se observó la presencia de un buque, desembarco de personal y el izado de una bandera, habiendo registrado algunos disparos.
La autoridad británica en Grytviken, Steve Martin, recibe expresas órdenes por parte de Rex Hunt, gobernador de Malvinas, para que conmine a los argentinos a retirarse de Leith y dirigirse a Grytviken, lugar donde deberían concretar las formalidades burocráticas.

Foto: Felipe Celesia vía Infobae
El incidente no solo genera un reclamo por parte del RUGB al gobierno argentino, sino que sirve como disparador para que se tomen las primeras medidas de tipo militar ya que se ordena al “Endurance” su desplazamiento a Georgias junto con un contingente de Royal Marines. La reacción argentina fue movilizar al buque antártico ARA “Bahía Paraíso” B-1, el cual contaba con el Grupo ALFA abordo (integrado por personal militar perteneciente a la Agrupación Comandos Anfibios y Buzos Tácticos). Para el caso de que la situación escalara, y las fuerzas británicas procedieran con la captura del grupo de trabajadores del sr Davidoff, la Armada Argentina dispuso el desplazamiento de unidades del Comando de la Flota de Mar con el objetivo de interceptar al buque británico.
En las primeras horas del 24 de marzo, el “Bahía Paraíso” desembarca al Grupo ALFA en Leith. Los movimientos y la presencia del buque no resultan desconocidos para los británicos, sin embargo, se acuerda la presencia de la unidad naval argentina, cancelándose también la orden para interceptar al “Endurance”. Previendo un posible desenlace de la situación, la corbeta ARA “Guerrico” P-32 zarpa con rumbo a las Georgias el 29 de marzo, llevando una sección reforzada del Batallón de Infantería de Marina N° 1

Personal civil junto al Grupo ALFA. Foto: Serge Briez
Con la situación de la FT 40 ya conocida por los británicos, y el inicio del desplazamiento de unidades navales de la Royal Navy con rumbo al Atlántico Sur, el 1er de abril se ordena al Comandante de la Agrupación Naval Antártica (a bordo del “Bahía Paraíso”) la misión de recuperar Grytviken y mantener Leith, tarea para la cual dispondría de la asistencia de la corbeta “Guerrico” y sus infantes de marina.
En pocas horas más, la FT 40 iniciaría las operaciones de desembarco anfibio, acciones que derivarían en la recuperación de las islas Malvinas el 2 de abril.
Foto de portada: El ARA “Bahía Paraíso” en puerto Leith. Créditos: Serge Briez
Fuente: https://www.zona-militar.com/