28 de Mayo

=Día a día lo que ocurrió en Malvinas y en el mundo durante el conflicto armado =Batalla de Pradera del Ganso (Goose Green) – Darwin -Ataque sobre la posición avanzada argentina -Lucha en la línea Darwin-Boca House -Refuerzos argentinos -Muerte del teniente coronel Jones -Reinicio del ataque británico -Cerco final -Noche de decisiones -Rendición -Consecuencias -Después de la batalla -Explosión de munición -Consecuencias =¡Seguírme! =”¡Yo creí que usted venía a rendirse!” =Héroes de la Patria: Sargento Sergio García -Batalla de Pradera del Ganso -Ascenso post mortem =La batalla por Goose Green (versión inglesa) =El GADA 601 en Darwin-Goose Green -Batalla de Darwin-Goose Green -Los cañones bitubo =Los Pucará en acción -El Teniente Gimenez da su último golpe =La BAM Cóndor -Componente Aéreo de Malvinas =Comunicados del Estado Mayor Conjunto =Comunicados de Gran Bretaña

– Reclamo Papal y avance inglés: Un encendido reclamo por una paz justa y honrosa, formula Juan Pablo II en Londres, durante su visita. Mientras tanto, las tropas inglesas, engrosadas por nuevos contingentes, con un total de 3.800 hombres, comienzan la Batalla de Pradera del Ganso, y Darwin. Por otra parte, durante una Reunión Del TIAR quedó aprobada una resolución favorable a la argentina.

– Londres: Según un portavoz del Ministerio de Defensa Británico, el buque “Uganda”, “entró ayer una media hora en la zona de combate para recoger algunos heridos graves, tanto británicos como argentinos y luego se retiró a alta mar”.

– Londres: El Sumo Pontífice, el Papa Juan Pablo II, inició hoy su visita a Gran Bretaña, en una jornada durante la cual en cuatro oportunidades formuló dramáticas exhortaciones para un Inmediato fin de la guerra en el Atlántico Sur. Se eludió cualquier contacto del Pontífice con representantes del Gobierno Británico. Incluyó un encuentro con la Reina Isabel II en su condición de “cabeza” de la Iglesia Anglicana.

– El presidente de EEUU manifestó que “Estados Unidos estaría muy contento en participar de una fuerza de paz internacional en las Malvinas. Nos ofrecimos con la Argentina y Gran Bretaña a integrar un gobierno provisional hasta que se determine la cuestión de la soberanía”. Asimismo expresó que “nuestra decisión de apoyar al Reino Unido fue dolorosa, porque comprendemos la natural simpatía de Latinoamérica hacia la Argentina”.

– Panamá: Un total de siete aviones C-5A Galaxy de las fuerzas armadas norteamericanas hicieron escala en Panamá antes de seguir viaje hacia la isla Ascensión, llevando armamento y equipo bélico para los británicos, aseguró el diario “La República”.

– El 28 de mayo el diario La Nación anunciaba: “Ayer: cientos de ingleses muertos”.

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A partir de las 23,00 hs del día 27 de mayo y durante las primeras del día de hoy las fuerzas británicas ejecutan un intenso bombardeo naval y fuego de morteros sobre las posiciones de la Compania A , del Regimiento de Infantería 12, que se encontraba en pleno desplazamiento hacía el Norte cumpliendo la misión de tomar contacto con los efectivos que habían desembarcado en San Carlos.

  • Esta acción del enemigo inmovilizó a los efectivos argentinos fuera de sus posiciones originales, recibiendo fuego de tiradores desde el frente y flancos.
  • Mientras tanto Puerto Argentino estaba siendo sometido a un intenso fuego de artillería naval y medidas de engaño electrónico e interferencia sobre los sistemas de comunicaciones y radares propios.
  • Se suma el apoyo de radioaficionados argentinos desde el Continente al sistema de comunicaciones instalado, que contribuyen en actividades de retransmisión y neutralización de quienes interferían intencionalmente nuestros enlaces.
  • Con gran esfuerzo y valor la Compania A logra desprenderse y replegarse del enemigo con las primeras luces del día superando el intento de helicópteros ingleses, que pretendían cortar su movimiento.
  • Con la Compania “A” integrada al resto del Regimiento, el enemigo se repliega ante el rechazo del resto del Regimiento. Durante las horas siguientes los duelos de la Artillería y dos ataques de aviones Pucara y Aermacchi permitieron reordenarse y prepararse para futuras operaciones.
  • Parte del Equipo de Combate “Guemes” que había combatido en San Carlos , con un costo de doce bajas y nueve hombres que fueron tomados prisioneros, es trasladado desde Puerto Argentino a Darwin por pedido de sus miembros de participar en apoyo a la Fuerza de Tareas Mercedes que se encontraba empeñada en combate.
  • Se envían como refuerzo desde Puerto Argentino, efectivos de la Reserva.
  • Al promediar la tarde el enemigo reinicia el ataque mediante la ejecución de fuego de artillería que buscaba destruir la Artillería de Campaña propia, las piezas de Defensa Aérea, armas de apoyo y puestos de comando detectados por las emisiones radiales.
  • En horas de la noche el enemigo lanza el ataque con efectivos a pie y transportados en helicópteros, buscando los flancos de los dispositivos propios. La tenaz resistencia de la Fuerza de Tareas Mercedes y el convencimiento de no rendirse, infringió severas bajas al enemigo como la muerte del Jefe del 2 Batallón de Regimiento de Paracaidistas a cargo del ataque.

Batalla de Pradera del Ganso (Goose Green) – Darwin

Ataque sobre la posición avanzada argentina

A las 02,30 del viernes 28 de mayo, Jones ordenó atacar y las compañías A, B y C del 2º Batallón de Paracaidistas (440 hombres) se lanzaron sobre las posiciones de la sección exploración y la compañía A del Regimiento 12. El Soldado Conscripto Esteban Bustamante (Pelotón de Exploración, RI 12) describió este primer enfrentamiento:

Empezamos a ver ingleses, que venían desde el norte de las columnas … Caía la noche, pero nos mandaron bengalas y se podía ver como de día … Al día siguiente, cuando comenzó a amanecer, comenzaron a acercarse, y los vimos a unos 200 metros … Ahora bien, había disparos de artillería en ambos lados … y el cabo dijo: fuego, fuego, van a venir encima de nosotros.

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El combate fue encarnizado y soldados de la sección exploración argentina se replegaron sobre las posiciones de la compañía A, generando pánico entre los jóvenes reclutas, varios de los cuales abandonaron sus puestos y comenzaron a replegarse; los oficiales y suboficiales argentinos debieron apelar a toda su energía para reagrupar a sus hombres y evitar una desbandada.

28 de Mayo

La Compañía B del Mayor John Crosland se lanzó sobre las posiciones de la Compañía A del Regimiento 12, batiéndola con intenso fuego de morteros y ametralladoras. La Sección del Subteniente Gustavo Malacalza es rebasada.

Con gran precisión, las posiciones argentinas fueron castigadas con fuego de artillería naval y de campaña antes de que los paracaidistas las tomasen por asalto. La radio de Manresa resultó averiada y perdió contacto con su jefe, de modo que debió luchar sólo. La artillería argentina comenzó a hacer fuego al percibir el asalto británico, pero por la falta de comunicaciones su fuego no estaba dirigido y fue en gran parte ineficaz.

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Así y todo, las posiciones argentinas castigaron con fuego de ametralladoras a los paracaidistas que avanzaban al descubierto y les infligieron tres muertos. Los británicos tuvieron que separarse en pequeños grupos para evitar ser aniquilados, y acercarse lo suficiente para disparar cohetes y lanzar granadas. El Soldado Conscripto Ernesto Vallejo (Compañía A del RI 12) dijo más tarde:

La sección de [Cabo] Pedemonte [Compañía A] sufrió muchas bajas, ya que tuvo el primer ataque y luchó prácticamente mano a mano.
En Coronation Ridge, la Compañía D del Mayor Neame sufrió tres muertos lo que afecto bastante a los nervios del Teniente británico Chris Waddington.

Después de media hora de combate el flanco izquierdo argentino comenzaba a ceder y el Teniente 1º Manresa reunió un pequeño grupo de soldados y contraatacó, estabilizando la situación. Pero ante un nuevo empuje de los paracaidistas de la Compañía B del mayor Crosland, el flanco izquierdo argentino cedió y Manresa ordenó el repliegue hacia la primera línea de retardo: las posiciones que ocupaba antes del 26 de mayo.

En tanto, el Mayor Farrar-Hockley y su compañía A tomaron Burntside House y llegaron a Coronation Point, ya cerca del pequeño poblado de Darwin. Las Compañías B y C, seguidas por la Compañía D en reserva, avanzaron presionando a los argentinos en retirada, pero cuando amaneció todavía no habían logrado acercarse a la línea de defensa principal argentina.

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Lucha en la línea Darwin-Boca House

Alrededor de las 07:30, los británicos tropezaron con la resistencia de nuevas fracciones argentinas:  

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en Boca House se encontraba una sección de infantería del Regimiento 8 argentino al mando del Subteniente Guillermo Ricardo Aliaga, mientras que en Darwin Hill y el sector central se encontraba un variopinto grupo de defensores: se trataba de soldados de la compañía Comando y Servicios del Regimiento 12 (cocineros, abastecedores) y dirigidos por el Subteniente Ernesto Orlando Peluffo. A esta línea se sumaron los restos de la Compañía A de Manresa, alrededor de las 06:30 del 28 de mayo. Según el subteniente Peluffo:

La situación estaba muy confusa cuando vimos tropas que se aproximaban. Al principio no sabíamos si se trataba del enemigo o de parte de nuestro regimiento que se retiraba hacia nuestra línea. Pensamos que podían ser nuestras tropas. Ellos sabían qué camino tomar en los campos minados. En realidad, eran tropas británicas, y después supimos que cruzaron los campos minados guiados por isleños que habían escapado de Pradera del Ganso. En ese momento se inició el combate.

Alrededor de nosotros empezaron a estallar granadas de morteros, saltamos adentro de nuestros pozos de zorro y abrimos fuego con armas automáticas. Había disparos por todas partes, un fuego intenso llovía sobre ambos bandos. Las granadas de mortero y los misiles guiados por cable estallaron muy cerca de nuestras posiciones y tuvimos que esperar una pausa en el bombardeo para poder salir y disparar.

Así seguimos durante unas tres horas. Murieron varios de nuestros soldados y cuadros. Yo no tenía mucho tiempo para pensar en los muertos o en mi propia seguridad. No pensaba en mi familia o en lo que había dejado atrás. Ahora mi deber era conducir y motivar a mis hombres con gritos de batalla, especialmente el canto de guerra de la provincia de Corrientes, que nos hacía hervir la sangre. Estábamos todos dispuestos a morir. Los Paras se acercaban más y más, trataban de desbordarnos por el flanco. Evitaban un asalto frontal porque les estábamos presentando una dura resistencia.

El avance británico quedó atascado, pues la luz del día daba ventaja a los defensores, que ahora combatían en posiciones preparadas de antemano. Los temerarios ataques británicos no lograron conmover la línea defensiva.

Piaggi apreció que la defensa necesitaba ser reforzada. Envió parte de su reserva concentrada en Goose Green: una sección de fusileros del Regimiento 25 bajo el mando del teniente Roberto Néstor Estévez; quien arengó a su tropa:

Soldados, en nuestras capacidades están las posibilidades para ejecutar este esfuerzo final, y tratar de recomponer esta difícil situación. Estoy seguro de que el desempeño de todos será acorde a la calidad humana de cada uno de ustedes y a la preparación militar de que disponen.
Finalmente, todos los integrantes de la fracción escucharon la orden de Estévez: «Seguirme!». Pronto estarían inmersos en el combate.

Estévez avanzó hasta las inmediaciones de Boca House y se trabó en combate con los británicos, siendo herido de gravedad.  

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Durante el encarnizado encuentro Estévez tomó una radio y comenzó a reglar el fuego de la artillería, contribuyendo a frenar el ataque británico. Cuando este oficial cayó muerto, un suboficial (Cabo Mario Rodolfo Castro) tomó su puesto y corrió igual suerte; el soldado conscripto Fabricio Edgar Carrascul tomó la radio para continuar la tarea y también fue abatido.

El soldado conscripto Sergio Daniel Rodríguez, del Regimiento 25, fue gravemente herido en ese combate disparando las últimas bandas de su ametralladora MAG. En una edición especial del diario Tiempo Argentino (mayo de 1983, pág. 10) relata así la muerte del teniente Estévez:

(…) llegó a mi posición el teniente Estévez herido con dos balazos en el cuerpo, en la pierna derecha y en el brazo, que lo tenía colgado. Me preguntó si estaba herido, que lo de él no era nada (…) seguía dando órdenes y haciéndonos sostener el combate, mientras él con su único brazo sano se comunicaba con el comando, dando toda la información sobre el enemigo. No sé cómo los ingleses habían tomado posiciones tan altas. Estaba hablando por radio a mi lado cuando recibió otro balazo en la cabeza que le entró por el pómulo derecho. El impacto lo tiró para atrás a Estévez. Yo ya no tenía miedo ni nada. Era como que esperaba tener a tiro a un inglés, o lo mato yo a él, o él me mata a mí. Y el teniente desangrándose… Hubo un momento en que me rozaron dos esquirlas la cabeza, y el teniente Estévez que agonizaba en silencio, me pide que me ponga el casco de un muerto. Me caían los hilitos de sangre por la cara. Cuando me volví a mirarlo, mi teniente Estévez había muerto…

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El valor y devoción de este oficial argentino quedó retratado en una conmovedora carta escrita a sus familiares el 27 de marzo de 1982, pocos días antes de partir hacia las islas.

La sección de reserva argentina sufrió enormes pérdidas, pero hacia las 09:30 los británicos suspendieron su avance y retrocedieron organizadamente, buscando protección. El teniente Clive Livingstone expresó su admiración: -¡Tantas mentiras que se nos dijeron acerca de que no querían pelear, y están peleando como leones!-

Entre los sobrevivientes de los combates iniciales por las alturas de Darwin, se destacaron los cabos Genaro Bordón y Ramón Angel Quintana del Regimiento 12 y el cabo Osvaldo Faustino Olmos del Regimiento 25, quien combatió como francotirador hasta agotar sus municiones.

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En el ínterin, dos helicópteros, piloteados por el capitán Jorge Svendsen y el teniente Marcelo Florio, cargan cinco heridos del Regimiento 25 para trasladarlos a Puerto Argentino. El soldado conscripto Claudio García, del Regimiento 8, con un jeep Land Rover, transporta decenas de heridos a la retaguardia, bajo fuego enemigo.

Los combates habían significado un gran gasto de munición, y los paracaidistas debieron proveerse con las municiones de sus compañeros muertos y heridos.

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Británicos disparando un mortero de 120mm 

Refuerzos argentinos

Jones estableció su puesto de mando en el sector oriental de la línea de combate, cerca de la Compañía A de Farrar-Hockley que estaba detenida frente a Darwin. Los artilleros británicos tiraban sin respiro, mientras que cuatro helicópteros trasladaban munición y evacuaban heridos. Pero con la llegada de la luz diurna la fragata Arrow abandonó su misión de apoyo de fuego por temor a los ataques aéreos argentinos.

En efecto, poco después llegaron sobre el campo de batalla aviones Pucara enviados desde la capital malvinense, los cuales bombardearon a los paracaidistas y los presionaron a retirarse en busca de refugio.

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Los argentinos aprovecharon esta pausa para recomponer su primera línea, aunque las pérdidas en hombres y material eran graves. Piaggi ordenó que su Compañía C, situada al sur del istmo, se replegara cerca de Goose Green para acortar el perímetro defensivo.

Alrededor de las 9 de la mañana llegaron refuerzos: se trataba del Equipo de Combate «Güemes» de Regimiento 25, los cuales fueron depositados 8 kilómetros al sur de Goose Green. Esto permitió a Piaggi recomponer su reserva y sacar de ella una sección de tiradores para enviarla hacia Darwin Hill, pues la compañía A de los paracaidistas parecía reiniciar el ataque. A las 13.00 horas, la sección argentina, comandada por el subteniente Juan José Gómez Centurión avanzó hacia Darwin Hill para bloquear a los británicos.

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Muerte del teniente coronel Jones

Este es uno de los episodios más debatidos de la guerra de Malvinas. Según la versión oficial británica, Herbert Jones observó que un nido de ametralladoras argentino mantenía inmovilizada a la compañía A del mayor Farrar-Hockley;  

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y decidió atacarla personalmente para estimular a sus tropas. Dirigió su pelotón comando contra la posición argentina y cayó en el ataque, junto a un suboficial y dos oficiales (Capitanes).

La versión oficial del Ejército Argentino es que la sección de fusileros AOR (Aspirante a Oficiales de Reserva) enviada de refuerzo a la Colina de Darwin, divisó a una columna de paracaidistas y la emboscó, inmovilizándola sobre el terreno. Jones, queriendo demostrar a sus hombres como había que combatir, se adelantó sobre una trinchera argentina con intenciones de tomarla por asalto. En ese momento fue divisado por el soldado conscripto Guillermo Huircapan (tirador de FAL 7,62 mm) y Oscar Ledesma (artillero de ametralladora MAG Tipo 60-20 7,62 mm) quienes lo abatieron en la Colina Darwin. Oscar Ledesma dijo: «No vio mi ametralladora MAG».

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Al morir «H» Jones, lo hizo al frente de sus tropas, ya que en su opinión «la única manera de dirigir es dirigiendo, desde el frente».

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El mando del ataque pasó al segundo jefe del batallón, el mayor Chris Keeble, quien contempló una serie de malas noticias: un helicóptero que se dirigía a evacuar al jefe británico fue abatido por un Pucará argentino cerca de Camilla Creek House; habían sido muertos dos capitanes del batallón (Chris Dent y David Wood); luego, el avance sobre Darwin Hill se había vuelto a detener. La victoria esperada está muy lejos, e hizo que Keeble exclamara: «¿Cómo diablos capturo Goose Green?».

Reinicio del ataque británico

Piaggi se comunicó con su superior, el general Parada, y le informó que el ataque británico había sido detenido. Parada lo felicitó y le ordenó «iniciar la persecución»; Piaggi contestó que no estaba en condiciones, y Parada reiteró la orden, prometiéndole apoyo.

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Entretanto, Keeble decidió emplear la compañía D y tomar en primer lugar el reducto argentino de Boca House para poder flanquear el resto de las posiciones argentinas. Poco después del mediodía, precedido por una preparación artillera de gran magnitud, las compañías B y D británicas atacaron a los soldados argentinos atrincherados, empleando misiles filoguiados «Milán», morteros y cohetes de fósforo blanco para iluminar el campo de batalla. Los argentinos fueron aferrados y rodeados, tras lo cual los paracaidistas pasaron al asalto de la posición. El subteniente Aliaga cayó herido y cuando toda resistencia fue imposible, ordenó la rendición.

Al mismo tiempo, la compañía C del mayor Jenner atacó las trincheras en el sector central, mientras Farrar-Hockley renovaba el ataque sobre Darwin Hill. El teniente 1.º Carlos Colugnatti y el sargento 1.º Juan Carlos Coelho organizan a los soldados conscriptos para rechazar los nuevos ataques británicos y son heridos en la acción. Entre tanto, camilleros y médicos del Ejército (teniente 1.º Juan Carlos Adjigogovich) y Fuerza Aérea (teniente Carlos Beranek) recorrían los sectores efectuando las primeras curas a los heridos y derivando a los más graves a puestos de socorro en Pradera del Ganso.

En todos los sectores los británicos emplearon gran volumen de fuego, sobre todo los mortíferos «Milán»; este poder de fuego sumado a la mayor preparación de los combatientes ingleses lentamente se impuso y la línea argentina resultó perforada.

Poco después cayó el reducto de Darwin Hill y el teniente Manresa ordenó el repliegue hacia la segunda línea de retardo, en proximidades de Goose Green.

El otro jefe argentino, subteniente Peluffo, resultó gravemente herido y cayó prisionero. El subteniente Ernesto Peluffo recuerda el asalto final contra la colina Darwin:

Sin embargo, el fuego de ellos era muy preciso. Recuerdo haber visto un cabo que recibía un impacto directo de un misil guiado por cable. Un soldado de mi trinchera cayó herido y yo tomé su fusil automático y abrí fuego, pero el enemigo todavía continuaba en su intento de desbordarnos por el flanco. Un soldado que estaba haciendo un uso muy efectivo de un lanzador de misiles antipersonales también fue herido y el lanzador quedó destruido. A un hombre que estaba al lado mío le arrancaron el fusil de un tiro. Dijo: “Señor, están muy cerca, muy cerca”. Alcanzábamos a oír a los soldados británicos que nos gritaban que nos rindiéramos, en inglés y en español. Habia explosiones en todas partes alrededor de nosotros.
 

En ese momento recibí un impacto en la cabeza y caí al fondo de mi trinchera. El soldado que me trató, al ver la herida me dijo: “No se preocupe, señor, es sólo superficial”. Yo traté de ponerme de pie y empuñar un fusil, pero no pude, me sentía muy mareado. Ordené al soldado que continuara disparando y que indicara a las otras posiciones que se prepararan para resistir el asalto del enemigo con bayonetas si era necesario. Ellos seguían gritándonos que nos rindiéramos, pero yo no podía soportar la idea de ser derrotado, de rendirnos tan rápido, de entregar algo que era realmente mío, el territorio de las Malvinas. Finalmente comprendí que era inútil continuar sacrificando vidas, que estaba todo perdido y que no tenía sentido seguir la lucha.
A las 13,15 horas recién pudieron los británicos tomar Darwin Hill. Unos 200 soldados argentinos habían resistido durante más de seis horas el asalto contra Boca House y Darwin Hill. A esa hora la fracción a cargo del subteniente José Alberto Vásquez avanzó hacia la Escuela Darwin bajo fuego de artillería enemiga. Mientras tanto, el teniente 1.º Ernesto Hugo Kishimoto continuó dirigiendo mediante su Pelotón de Comunicaciones el fuego de los morteros pesados argentinos.

Subteniente Ernesto Peluffo del RI 12, en la imagen aparece con la cabeza vendada tras el combate
Keeble estableció su puesto de mando en Darwin Hill y ordenó un triple avance: mientras Crosland y su Compañía B avanzaban hacia el sur para rodear Goose Green desde ese sector, el mayor Neame y la Compañía D atacarían la pista de aterrizaje. Las Compañías C y A (Jenner y Farrar-Hockley) debían atacar la Escuela desde Darwin Hill.

Alrededor de las 17 horas las fuerzas argentinas se retiraron hacia la Escuela,  

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fuertemente presionadas por los hombres de Jenner y Farrar-Hockley. Al percibir la situación, los cañones antiaéreos del Subteniente Claudio Oscar Braghini (GADA 601) abren fuego contra más de 120 paracaidistas británicos, provocando un muerto y once heridos a las compañías británicas, que incluyeron al mayor Hugh Jenner, herido en la espalda.

Por el oeste, los hombres de Neame pudieron tomar la pista de aterrizaje sin mayor dificultad, ya que los efectivos de la batería antiaérea de la Fuerza Aérea Argentina encargados de la defensa de ese sector se habían replegado bajo fuego de morteros, sin informar a Piaggi; cuando éste supo lo que había pasado envió algunos soldados del Regimiento 12, que fueron rechazados. Esto facilitó que los hombres de Crosland pudieran avanzar hacia el sur y amenazar el perímetro argentino desde esa dirección, cercando a parte de la Compañía C del Regimiento 12.

Durante el desarrollo de los combates en la Base Aérea Militar Cóndor, fueron destruidos tres cañones antiaéreos Rheinmetall y murieron tres conscriptos de la Fuerza Aérea que protegían el perímetro de seguridad de la base. El jefe de la batería de cañones Rheinmetall y radar Elta, teniente Darío Valazza, fue herido.

La aviación argentina volvió a efectuar ataques contra los paracaidistas, pero éstos lograron derribar un Pucará y un Aermacchi.

Cerco final

Cuando los británicos llegaron sobre la segunda línea de defensa argentina, los obuses de 105 mm comenzaron a disparar en tiro directo, a lo que se sumó el fuego de los cañones antiaéreos que disparaban contra blancos en tierra. La situación de los defensores se hizo delicada, pues también aparecieron aviones Harrier GR.3 de la RAF, efectuando ataques al suelo.

El fuego rasante de la artillería antiaérea del GADA 601 provocó numerosas bajas entre las filas de la compañía C del batallón británico, la cual vio mermada su capacidad combativa en un 20 %. Entre los heridos se contaba el jefe de la unidad, mayor Hugh Jenner. Un pelotón de la compañía A, agregado a la C, se vio obligado a retirarse detrás de la colina de Darwin por el resto de la batalla. Los paracaidistas británicos Mark Hollman-Smith, de la Compañía C, y Steve Dixon, de la D, murieron en la acción.

La posición defensiva de la Escuela fue tomada por los británicos y dio motivo para otro episodio enigmático de la guerra. Algunas fuentes británicas sostienen que soldados de una trinchera argentina agitaron un trapo blanco para rendirse, y cuando el teniente Jim Barry y dos paracaidistas se adelantaron para hacerlos prisioneros, fueron abatidos desde otra trinchera argentina.

Enfurecidos por lo que consideraron un ardid, los demás paracaidistas atacaron la Escuela y mataron a todos los defensores, hasta que el edificio estalló. Otras versiones, incluyendo la mayoría de los relatos argentinos, es que la abandonada escuela fue destruida por el fuego directo de la artillería antiaérea argentina luego de que los soldados británicos tomaron la posición, obligándolos a retirarse.

A las 13,00, los hombres a cargo del Subteniente Juan José Gómez Centurión contraatacaron y, aunque batidos por el fuego enemigo, lograron alcanzar la Base Aérea Militar Cóndor.  

En esas circunstancias se produjo un alto el fuego y hubo un parlamento entre el Teniente Barry y el Subteniente Gómez Centurión. Ambos pidieron la rendición del otro. En el enfrentamiento armado que siguió, el Teniente Barry perdió la vida. Combatiendo furiosamente, se inició el repliegue de estas tropas asediadas.

Al replegarse, el subteniente César Álvarez Berro efectuó con 20 hombres un ataque batiendo a la Compañía D del Mayor Neame para permitir el repliegue de los sobrevivientes del pelotón del Subteniente Gómez Centurión.

El Teniente Chris Webster conservaba sólo la mitad de su pelotón: los hombres del Cabo Owen habían quedado custodiando a los capturados en Boca House, y los hombres del Cabo Staddon habían sufrido dos muertos y un herido, y dos paracaidistas de 17 años de edad, “dos muchachos muy jóvenes estaban en pedazos, con los nervios quebrados al amanecer”.

Sin embargo, una vez perdida la posición defensiva alrededor de la escuela y la pista de aterrizaje, las fuerzas argentinas quedaron acorraladas en torno a Goose Green; además, el intenso fuego de morteros logró inutilizar la artillería antiaérea que disparaba contra los paracaidistas. Piaggi se comunicó con Parada y este le ordenó romper el contacto con el enemigo y retirarse hacia Bodie Creek Bridge para ser evacuado junto a sus fuerzas. Piaggi opinó que no podía zafar del contacto con los británicos, y que una retirada como la planeada sería muy difícil.

La compañía C en tanto, sosteniendo sus posiciones al sur del istmo, recibía la orden de repliegue impartida por Piaggi. Es así que, su 2° Sección de Tiradores, al mando del Subteniente Leonardo Durán, inició el dificultoso repliegue ordenado, sorteando una mortífera red tejida por munición trazante enemiga, mientras las explosiones en las afueras del caserío no cesaban.

En tanto, la 1° Sección, que era la que se encontraba más alejada en dirección sudoeste, al mando del Subteniente Carlos Osvaldo Aldao, procedió del mismo modo. El Teniente Carlos María Marturet, jefe de la Sección Apoyo, replegó asimismo su elemento, distribuyendo entre algunas viviendas, dos o tres grupos de sus hombres, conformando sectores de obsevación y fuego. Recién en esas nuevas posiciones, los jefes de sección lograron recuperar la comunicación con su jefe de compañía.

En aquellos momentos, persistía la posibilidad de que grupos aislados del Regimiento 12 trataran de reintegrarse a sus filas después de los intensos combates. De allí la decisión del Teniente 1º Ramón Duaso Fernández de enviar una patrulla de exploración a fin de identificar a las tropas ubicadas en el frente, encabezada por el Subteniente Aldao y los Soldados Conscriptos Roque Evaristo Sánchez y Avelino Néstor Oscar Pegoraro. A poco de su recorrido fueron recibidos por fuego de armas automáticas enemigas, siendo abatidos ambos soldados y Aldao tomado prisionero.

En tanto, el Subteniente Durán desde su nueva posición pudo comprobar que, del flanco derecho, una ametralladora británica batía su sección con munición trazante. Sabiendo que las consecuencias serían terminales para su fracción, el subteniente se arrastró hacia el grupo del Cabo Guillermo Gerardo Gómez, ubicado al extremo derecho y le ordenó tomar frente hacia la MAG de los británicos. Durán inició la apertura de fuego reunido sobre el arma enemiga junto con Gómez y su grupo de tiradores, y ésta ya no volvió a oírse. El Subteniente Aldao, aprovechando una distracción de los efectivos que lo vigilaban, logró huir y reincorporarse a las propias filas.

Al atardecer el Subteniente Orlando Lucero reunió a los dispersos y formando un pelotón los situó en una zona de cobertizos, para permitir el repliegue de efectivos argentinos comprometidos. A esa altura de los acontecimientos, la Fuerza de Tareas Mercedes, se encontraba completamente rodeada. Sin pozos de zorro, sin abrigo, sin comida y con escasísima munición, los hombres de la compañía C se dispusieron a pasar la noche, a la espera de novedades sobre la continuidad del combate.

Entretanto Parada había enviado nuevos refuerzos helitransportados: se trataba de hombres de la Compañía B del Regimiento 12, trasladados desde Monte Kent. Cuando aterrizaron a unos 6 kilómetros de Goose Green, en el sector sur, la artillería británica comenzó a batirlos, provocando cierta dispersión. Este grupo se encaminó hacia Goose Green, aunque la oscuridad, la falta de guías y el fuego enemigo le impidieron sumarse a la posición principal. Recién en la madrugada del 29 de mayo los pelotones de fusileros de los Subtenientes Daniel Fernando Benítez y Ramón Antonio de Jesús Cañete lograron presentarse en el puesto comando de Piaggi.

Noche de decisiones

Al anochecer del 28 de mayo los británicos comenzaron a disminuir su fuego. El mayor Keeble, al ver a los argentinos cercados, tuvo confianza en una pronta victoria. Decidió bombardear primero Goose Green y luego enviar a sus paracaidistas a eliminar los restos de resistencia. Pero cuando supo que allí había un centenar de civiles malvinenses, se preocupó y comenzó a pensar en la manera de empujar a los argentinos a rendirse sin luchar. Decidió realizar una demostración de fuego al día siguiente para convencer a los defensores que era inútil resistir.

Comenzó entonces el acarreo de munición y de artillería. Marines del Batallón 42 fueron puestos bajo el mando de Keeble.

Mientras esto ocurría, los argentinos trataron de recomponer sus líneas y Piaggi convocó a una reunión de oficiales para debatir el curso de acción a tomar. En su opinión la orden de retirada impartida por Parada era irrealizable, y continuar luchando no ofrecía posibilidades de éxito. Le preocupaba además que los británicos bombardearan el poblado y provocaran una matanza en la población civil.

La reunión fue acalorada: Piaggi opinaba que, si no se podía revertir la situación, la capitulación era la única decisión. Algunos propusieron utilizar la Compañía B (de la cual se sabía que había llegado, aunque aún no se conocía su paradero), Piaggi pidió al jefe de la Base “Cóndor” que armara a sus hombres como fusileros, a lo que este se negó.

Finalmente Piaggi se comunicó con Parada, el cual le confesó que no podía enviarle más refuerzos ni medios para evacuar la posición. Además, los jefes argentinos no sabían nada acerca del enemigo al que se enfrentaban, por ejemplo su cantidad de efectivos o sus medios de combate, por lo cual no podía asegurar que una continuación de la resistencia tuviera posibilidades de éxito. Ante este panorama Piaggi decidió parlamentar.

Rendición

Un kelper fue enviado a las líneas británicas con una propuesta de rendición. Keeble aceptó y envió dos prisioneros argentinos para informar a Piaggi sus condiciones: los argentinos debían rendirse o aceptar las consecuencias de una continuación del combate. Piaggi interpretó que los británicos estaban dispuestos incluso a bombardear Goose Green y cargar sobre las espaldas de los argentinos la responsabilidad por la muerte de civiles inocentes. En horas de la mañana Piaggi y Pedrozo conferenciaron con Keeble y otros oficiales, insistiendo este en sus condiciones. En ese momento los argentinos decidieron rendirse condicionalmente a los británicos.

Se vivió un momento alarmante cuando los británicos descubrieron a la Sección del Subteniente Carlos Francisco Tamini que marchaba desde el sur en actitud de combate: eran soldados de la compañía B llegados la noche anterior y que se habían extraviado en su marcha a Goose Green; por lo tanto, desconocían lo que estaba pasando. Keeble se disponía a abrir fuego cuando Piaggi le comunicó lo que sucedía con esos soldados: Keeble accedió a no disparar y los soldados argentinos, a la vista de todos y sin saber que habían estado a punto de morir, llegaron a Goose Green.

Poco después el Vicecomodoro Pedrozo, como oficial más antiguo, presentó la rendición condicional, la cual se llevó a efecto con honores militares y fuera de la vista de los civiles.

Consecuencias

Después de la batalla

En la batalla de Prado del Ganso los argentinos tuvieron 50 muertos y alrededor de 140 heridos.  

En un principio los británicos difundieron la cifra de 250 argentinos muertos, que luego fue rectificada. Por su parte, los vencedores inicialmente admitieron haber surfrido 12 muertos y una cifra no precisada de 30-40 heridos. Según la más reciente Historia Oficial Británica escrita por Sir Lawrence Freedman, los británicos sufrieron 16 muertos y alrededor de 66 heridos de mayor o menor gravedad, mientras que el médico británico Rick Jolly del rango de mayor quien fue condecorado por ambos bandos, sostiene que atendió a 64 británicos heridos en la dura acción.

Después de la batalla los médicos británicos continuaron con la tarea de atender a los 140 heridos argentinos,  

llevándolos al hospital de campaña instalado en la Bahía Ajax, en la zona de San Carlos. Los prisioneros argentinos fueron puestos a recoger a sus muertos, el armamento y equipo esparcido por el campo de batalla. Los cadáveres de los vencidos fueron puestos en una fosa común donde se los sepultó tras un oficio religioso, mientras que a los muertos británicos se les destinó un terreno seco donde los sepultaron envueltos en sudarios plateados; tras pronunciar los nombres de los caídos, se los sepultó con honores.

Los civiles malvinenses (bautizados «kelpers» por los británicos) recibieron a los vencedores con grandes muestras de júbilo. No hubo muertos ni heridos entre ellos.

Los prisioneros argentinos fueron llevados al campo de detención que se había instalado en San Carlos, donde la gran mayoría (excepto los oficiales de mayor graduación) fueron embarcados en el buque Norland y llevados a Montevideo para ser devueltos a la Argentina continental.

Los heridos de esta batalla fueron evacuados en su mayoría al hospital de campaña británico en San Carlos y de allí al buque inglés Canberra, acondicionado como buque-hospital, incluidos el subteniente Durán y los soldados de su pelotón heridos en la explosión del 1.º de junio.

Ya se encontraban a bordo, heridos de otros combates, como por ejemplo el teniente 1° Losito, el teniente 1.º Brun y el teniente Martínez,  

los tres pertenecientes a una de las patrullas de la Compañía de Comandos 602. Este buque permaneció en alta mar hasta después de la rendición del 14 de junio, a partir de la cual, se dirigió a Puerto Argentino a recoger cientos de prisioneros de guerra argentinos y trasladarlos hasta Puerto Madryn, donde atracara el 19 de junio, restituyendo a la totalidad de los mismos a las autoridades militares argentinas.

En cuanto al 2.º Batallón de Paracaidistas, después de la batalla fue encuadrado en la 5.ª Brigada de Infantería recién llegada a la zona de desembarco en San Carlos. Su jefe, el brigadier Wilson, tenía la misión de avanzar hacia la capital insular por la costa sur de la isla Soledad, y decidió emplear a los paracaidistas. En consecuencia los liberó de custodiar Darwin y Goose Green, tarea que fue asumida por el Batallón de Rifleros Gurkhas, y los trasladó con helicópteros hacia la zona de Bluff Cove y Fitz Roy; para el 3 de junio el 2.º Batallón de Paracaidistas estaba nuevamente en la primera línea de combate, esta vez frente a las posiciones argentinas en la capital de las Malvinas. Allí darían su siguiente batalla.

Explosión de munición

Luego de los duros combates en la Pradera del Ganso, las fuerzas inglesas obligaron a los prisioneros de guerra argentinos a realizar tareas de fajina, algunas de ellas, de altísimo riesgo, contrariando lo previsto sobre el particular por la Convención de Ginebra. En la tarde del 1° de junio, un grupo de soldados a cargo del subteniente Leonardo Durán, Jefe de la Segunda Sección de Tiradores de la Compañía C del RI 12, se vieron obligados a realizar un traslado de munición y explosivos, colocados en forma precaria en cajones mal estibados, próximos al galpón de esquila donde se encontraban hacinados el resto de los prisioneros, con el fin de alejar ese material del lugar.

Previamente a la concreción de esta actividad y habiendo tomado conocimiento de la intención inglesa de utilizar a un grupo de prisioneros a tal fin, el subteniente Juan José Gómez Centurión, de la Compañía C del RI 25, intentó persuadir sin éxito, al mayor Alberto Frontera, segundo Jefe del RI 12, de negarse a la realización de dicho traslado.

Del mismo modo, el subteniente Durán, anoticiado por los británicos de la tarea a llevar a cabo y ante la peligrosidad de la misma, solicitó autorización para reingresar al galpón a plantear el tema al mayor Frontera. “Mire Durán, si no lo hacemos nos sacan del galpón y se nos pueden morir algunos hombres por el frío”, fue la respuesta recibida por parte del segundo Jefe del “12”, agregando el interrogante “¿la munición es argentina?” y ante la respuesta afirmativa del subteniente Durán, el mayor Frontera sentenció “entonces hágalo”. No teniendo otra alternativa que cumplir la orden impartida, pero consciente del peligro que implicaba la tarea, el subteniente Durán inició con el grupo el delicado traslado, custodiados, desde una distancia prudencial, por efectivos ingleses.

El joven oficial organizó a sus soldados en dos hileras, formando parejas, para poder así tomar de ambos lados, cada uno de los cajones. De ese modo comenzó el desplazamiento y, en pocos minutos, en el segundo o tercer viaje, se produjo una tremenda explosión, en la que resultaron muertos los soldados Rafael Barrios, Víctor Rodríguez y José Ramón Ferrau y heridos de distinta consideración, el mismo subteniente Leonardo Durán y los soldados Raúl Vallejos -perdió ambas piernas-, Ricardo Pinatti, Ángel Urban, Ricardo Jakuisuk, Gerardo Fernández, Luis Spinberger, Hugo Duarte, Francisco Ocampo y Martín Flores -a quien en un principio se lo diera por desaparecido-.

El terrible hecho quedó registrado en un acta labrada por oficiales del RI 12, con la nómina de los afectados por la explosión, haciendo constar, además, el accionar de un efectivo inglés que disparó sobre uno de los soldados argentinos malherido.

28 de Mayo

Un batallón de Gurkhas relevaría a los paracaidistas británicos y ayudarían en despejar el campo de batalla, pero perderían a un fusilero, el Cabo Budhaprasad Limbu al activar una trampa explosiva argentina.

Consecuencias

El triunfo británico en Prado del Ganso significó un golpe a la moral de los argentinos, tanto en las islas como en Argentina continental, y provocó el efecto contrario en los británicos. En términos políticos fortaleció al gobierno británico, el cual pudo exhibir ante el público un triunfo militar y presentarlo como una prueba de la superior capacidad de los soldados británicos.

La batalla arrojó como conclusión la importancia de las tácticas de infantería bien coordinadas, así como también la importancia del apoyo de fuego pesado. En las batallas por Puerto Argentino los británicos volverían a emplear los misiles antitanque “Milán” y la artillería naval, pues fueron lecciones que se aprendieron en Prado del Ganso. El apoyo aéreo, tanto por parte argentina como inglesa, tuvo efectos limitados y los derribos sufridos por ambos bandos mostraron que la defensa aérea desempeñaba un papel de primer orden. De esta batalla surgió también una nueva capacidad del avión de contrainsurgencia Pucará: la de cazador de helicópteros. 

La toma del istmo de Darwin significó en términos estratégicos que las guarniciones argentinas en la isla Gran Malvina quedaran aisladas hasta el final de la guerra, pues Goose Green servía como puesto intermedio de comunicaciones con Puerto Argentino. Los británicos tenían su retaguardia y flancos cubiertos para avanzar en profundidad a Puerto Argentino, lo cual hicieron al punto que el 30 de mayo el Batallón 42 de Marines y otras fuerzas de apoyo tomaban el monte Kent, frente a las primeras líneas argentinas en la capital.

Por parte argentina se evidenció la falta de una estrategia dinámica que pudiera disputar terreno al enemigo: Menéndez y sus oficiales en Puerto Argentino no creían posible efectuar ofensivas desde la capital, pues podía debilitarse esta guarnición y facilitar un ataque anfibio británico. Desde Buenos Aires se barajaron varias ideas, incluyendo un asalto de paracaidistas sobre San Carlos, pero todos los planes fueron descartados por el enorme riesgo que suponían. Los británicos, que dominaban el mar y el cielo en torno al archipiélago, retuvieron la iniciativa en la campaña terrestre.

Relato extraído del libro : “Malvinas, un sentimiento” del Coronel Muhammed Alí Seineldín

¡Seguírme!

-Teniente Estévez, como último esfuerzo posible, para evitar la caída de la Posición Darwin-Goose Green, su Sección contraatacará en dirección NO, para aliviar la presión del enemigo sobre la Compañía “A”, del Regimiento 12 de Infantería. Tratará de recomponer, a toda costa, la primera línea. Sé que la misión que le imparto sobrepasa sus posibilidades, pero no me queda otro camino -luego, lo despidió con un fuerte abrazo. La difícil y crítica situación no le permitió agregarle ningún otro tipo de detalles a la orden; además, tratándose de Estévez, eran innecesarios.

-Soldados, en nuestras capacidades están las posibilidades para ejecutar este esfuerzo final,  

y tratar de recomponer esta difícil situación. Estoy seguro de que el desempeño de todos será acorde a la calidad humana de cada uno de ustedes y a la preparación militar de que disponen -así fue la rápida arenga de Estévez.

Finalmente, todos los integrantes de la fracción, escucharon la mejor y más hermosa orden que puede dar un Jefe: “Seguirme”. Pronto estarían inmersos en el combate.

Para la Sección, sobre las fracciones enemigas que se encuentran detrás del montículo, ¡fuego! Artilleros, sobre el lugar, deriva 20 grados, alza 400 metros, ¡fuego!

Esté atento Cabo Castro, en dirección a su flanco derecho, puede surgir alguna nueva amenaza… -diversas órdenes se entrecruzaban en medio del fragor y la ferocidad de la lucha; finalmente, se logra bloquear el avance, y aliviar en parte la presión ejercida por los ingleses.

Cabo Castro, me hirieron en la pierna, pero no se preocupe, continuaré reglando el tiro de la artillería -gritó, sin titubear, el Teniente Estévez.

Enfermero, rápido, atienda al Teniente -ordenó Castro, con un grito.

Me pegaron de nuevo, esta vez en el hombro. Cabo Castro, no abandone el equipo de comunicaciones y continúe dirigiendo el fuego de artillería… -fue su última orden; un certero impacto en la cara, quizás de un tirador especial, lo desplomó sin vida.

Soldados, el Teniente está muerto, me hago cargo -gritó Castro, y continuó con la misión ordenada, hasta que fue alcanzado por una ráfaga de proyectiles trazantes, que llegaron a quemar su cuerpo.

Camaradas, me hago cargo del mando de la Sección, nadie se mueve de su puesto, economicen la munición, apunten bien a los blancos que aparezcan -el Soldado Fabricio Carrascul, llevado por el ejemplo heroico de sus Jefes que yacen inermes en el glorioso campo de la guerra, impartió con firmeza su primera orden.

Los ingleses se repliegan, bien, los hemos detenido y los obligamos a retirarse. ¡Viva la Patria! -gritó, con alegría, Carrascul, al ver la maniobra inglesa. En ese momento, un preciso disparo, quizás del mismo tirador especial que eliminó a sus Jefes, le quitó la vida.

Habiendo cumplido con su misión, sin Jefes, agotadas las municiones y transportando sus muertos y heridos, la veterana y gloriosa Primera Sección de Tiradores Especiales se retiró hacia sus posiciones iniciales, habiendo cumplido con la Misión.

Cuando el Teniente Estévez desarrollaba el Curso de Comandos en la Escuela de Infantería, durante el año 1982, durante el desarrollo de una exigente ejercitación propia de la especialidad, tuvo un paro cardíaco. El médico que lo atendió, no obstante declararlo muerto, continuó prodigándole los auxilios correspondientes; milagrosamente, reaccionó. En forma inmediata, sufre un segundo paro, del que vuelve a recuperarse. Fue enviado al Hospital en forma inmediata. Todos se quedaron sorprendidos cuando, al día siguiente, se presentó para continuar el curso.

Sin dudas, el Señor prevé los mejores destinos para sus mejores hijos.

 

“¡Yo creí que usted venía a rendirse!”

Subteniente Gómez Centurión, la Sección del Teniente Estévez ha sido, prácticamente, diezmada; pero ha cumplido con la misión de bloquear el ataque inglés que se ejecutaba sobre nuestras primeras líneas. Le comunico que Estévez ha fallecido heroicamente -el Teniente Primero Esteban, que recién se había reintegrado a la Compañía “C”, después de su brillante acción en el Estrecho de San Carlos, fue quien le dio esta dolorosa noticia a quien fuera su camarada y amigo. En el rostro de Gómez Centurión se reveló la tristeza por la noticia. La crítica situación del momento impedía otra manifestación acorde con el acontecimiento.

Es mi intención emplear su Sección para explotar lo hecho por Estévez. Esto, como última posibilidad, porque no se dispone de otras reservas y por la supremacía de la aviación inglesa. Usted es nuestra última carta. Entonces, usted ejecutará un nuevo contraataque hacia el Norte, apoyando su flanco derecho en el mar, con la finalidad de aprovechar el buen trabajo realizado por la Sección Estévez -concluyó Esteban.

Avanzó a través del fuego poco denso de artillería enemiga; en poco tiempo ya debió enfrentar al Segundo Batallón de Paracaidistas. Se originó un intenso tiroteo con armas automáticas, que duró aproximadamente treinta minutos; los ingleses quedaron cercados, entre el mar y un campo minado propio. La presentación de la Sección de Gómez Centurión los sorprendió y les provocó importantes bajas.

Mi Subteniente, los ingleses suspendieron el fuego -gritó el Sargento Sergio Ismael García, Encargado de la Sección.

¿Qué harán ahora? -el subteniente seguía cada uno de sus movimientos con los prismáticos.

Están agitando sus fusiles y sus cascos en señal de parlamento -dijo el Sargento García, con entusiasmo. –¡Alto el fuego! -ordena Gómez Centurión a su aguerrida Sección de Tiradores Especiales; la orden se fue transmitiendo entre los soldados.

Se acerca hacia nosotros.

García, esté atento, me adelantaré para recibirlo; si llega a ocurrirme algo, abra el fuego con todas las armas -avanzó hacia el que venía, casi corriendo. La distancia aproximada era de doscientos metros. Llegó primero y allí lo esperó.

¿Do you speak english? -preguntó el inglés, que resultó ser el Teniente Coronel Jones, Jefe del Regimiento 2 de Paracaidistas. 

Yes -respondió Gómez Centurión; dominaba el idioma inglés, por su permanencia en el exterior, acompañando a su padre.

Terminó todo para ustedes, si me entrega el armamento de toda su tropa, le garantizo que van a salir vivos -dijo Jones.

¡Yo creí que usted venía a rendirse! -respondió el Subteniente, en perfecto inglés, y basándose en la crítica situación en la que los ingleses se encontraban. Habían sufrido importantes bajas, los heridos estaban siendo retirados por los camilleros, bajo la vista de todos.

Lieutenant Colonel, you have to retire. In two mínutes, I will start the fire– gritó, enojado, recriminándolo por su actitud de soberbia; se replegó con la misma premura con la que había concurrido al encuentro. Mientras regresaba a su posición, la Sección comienza a recibir fuego desde el SE. Sin dudas, los ingleses, aprovechando el tiempo de parlamento, desplazaron fuerzas al flanco, con la finalidad de rodearlos. Aun faltándole unos metros para llegar hasta los suyos, y previendo lo peor, vuelve a girar sobre sí mismo.

Me engañaste -observa a Jones, que ya estaba en posición de abrir el fuego, y dispara sobre él; lo hiere de muerte.

Con los ingleses ubicados en mejores condiciones tácticas, ganadas durante el tiempo en que duró el parlamento, se desató un intenso fuego entre ambas partes; ambos bandos sufrieron importantes bajas. -Sargento García, con los soldados Austín y Allende, trate de acercarse a la ametralladora que está disparando desde nuestro flanco, emplee granadas de mano para tratar de silenciarla. -La situación era muy crítica.

Mientras seguía dirigiendo el fuego en contra de la Unidad de Paracaidistas, que se encontraba desplegada a su frente, en un instante gira la cabeza para verificar la acción de la patrulla enviada, y los ve cuando caen heridos de muerte por una ráfaga de ametralladora.

Malditos.

El fuego enemigo se hizo cada vez más intenso; resolvió replegarse con el primero y segundo grupos, protegidos por el tercer grupo que quedó a retaguardia, a modo de protección. Cuando esta última fracción inicia su repliegue, es herido el Cabo Fernández; debieron dejarlo por la gravedad de sus heridas.

No se preocupe Fernández, volveré a buscarlo -y lo cubre con su poncho.

La intrépida y gloriosa Sección se retira con siete muertos y quince heridos. Un precario fuego, de la Artillería propia, cubrió su repliegue.

La suerte de la Guarnición Darwin-Goose Green quedó sellada. Ya no se dispone de más tropas para enfrentar al creciente ejército inglés.

-Necesito 2 voluntarios para rescatar al Cabo Fernández -ante este pedido del Subteniente Gómez Centurión, toda su fracción dio un paso adelante.

Por la noche, tras infiltrarse entre las líneas enemigas, logra rescatar a Fernández, quien se encontraba casi en estado de agonía. Con el concurso de los médicos logran salvarle la vida.

Héroes de la Patria: Sargento Sergio García

El sargento Sergio Ismael García luchó valientemente en la batalla de Pradera del Ganso, entre el 27 y 29 de mayo de 1982, en donde, en un heroico acto de valor, entregó la vida en cumplimiento del deber.

Sergio Ismael García nació en 1959 en Colón, Entre Ríos. A los 14 años se mudó a Buenos Aires, y fue allí en donde descubrió su vocación: servir a la Patria.

Comenzó su vida militar en la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, de la que egresó como cabo, y continuó su formación en Córdoba, Santa Cruz y Chubut.

Su carrera y su vida se desarrollaron con normalidad, hasta que en 1982, ya casado y con un bebé de tres meses, dieron un vuelco abrupto, la guerra de Malvinas se estaba gestando.

El cabo primero García había quedado exento para dirigirse al conflicto, pero su amor por la Patria lo impulsó a ofrecerse como voluntario y se dirigió desde Colonia Sarmiento, en donde estaba destinado, hacia las Islas Malvinas.

Ya en el archipiélago, formó parte de la segunda sección “Romeo”, de la Compañía de Infantería “C”, del Regimiento de Infantería 25, apodados “Los bravos del 25”.

El 2 de abril, día del inicio de la guerra, participó de la operación “Rosario”, que, con una sola baja, culminó con la recuperación del control de las Islas por parte de las tropas argentinas.

Sin embargo, su acto de mayor honor y valentía fue en la batalla de Pradera del Ganso, librada entre el 27 y 29 de mayo de 1982, en donde dio su vida en cumplimiento del deber militar.

Batalla de Pradera del Ganso

El 26 de mayo, la sección “Romeo”, a la que pertenecía el cabo primero García, y cuyo jefe era el subteniente Gómez Centurión, ocupó el puente Bodie Creek, a metros del caserío de Pradera del Ganso.

El 28 a la madrugada, se replegaron hasta allí, y a media mañana se lanzó un contraataque 

para bloquear la penetración de los enemigos, que ese día, más temprano, habían atacado a las tropas argentinas en Darwin.

La sección avanzó hasta alcanzar mayor altura, pero tuvo que regresar, ya que las tropas inglesas habían llegado antes.

Al volver, divisaron el avance de una fracción enemiga, y cuando estuvieron a unos 150 metros, el subteniente Gómez Centurión ordenó abrir el fuego para tratar de inducirlos a desplegar sobre el campo minado que estaba a ambos lados del camino, pero los soldados enemigos continuaron disparando.

Finalmente, los británicos comenzaron a levantar fusiles en señal de rendición, y los argentinos levantaron el fuego.

Uno de ellos avanzó hasta donde estaba el jefe de la sección “Romeo”, quien también se adelantó, dispuesto a concederles el parlamento que pedían.

El oficial enemigo aseguró la vida de todos los hombres de la sección argentina si entregaban el armamento, pero Gómez Centurión se negó y volvió a su puesto. Cuando faltaban pocos metros para que llegue, una ametralladora enemiga comenzó a tirar.

El fuego de las tropas inglesas era efectivo, y causó una gran cantidad de bajas a las tropas de la sección de García.

El cabo primero García, junto a otros dos soldados, se aproximó a las ametralladoras inglesas, e intentaron silenciarlas con fuego automático de la MAG, pero los descubrieron y les dispararon, lo que causó la muerte de sus compañeros. García, herido, quiso replegarse pero nuevamente le dispararon, y en pocos segundos, pasó a la inmortalidad como un héroe de Malvinas.

Ascenso post mortem

El cabo primero Sergio Ismael García fue ascendido post mortem al grado de sargento por su heroico accionar durante la gesta de Malvinas.

Además, recibió la condecoración al Valor en Combate, que expresa: “Reconócese la actuación en la Guerra del Atlántico Sur por sus relevantes méritos, valor y heroísmo en defensa de la Patria”, y es una de las más altas condecoraciones militares propuestas por la República Argentina (Ley 24 020/1991 y Ley 25.576).

La batalla por Goose Green (versión inglesa)

Esta es uno de los eventos mejor documentados en la guerra de las Malvinas. Nadie lo recuerda mejor que Murdoch Skelton, que fue sargento de un pelotón de morteros del 2do Batallón del Regimiento de Paracaidistas. Murdoch, que ahora es gerente en una compañía, recuerda:

No me sentía muy preocupado cuando zarpamos de Portsmouth rumbo a las Islas Falkland. Tenía entonces 31 años de edad y había estado en el Regimiento de Paracaidistas durante 14 años. Hice numerosas incursiones en Irlanda del Norte, donde hubo mucha acción y fui herido de bala. Existía también la sensación de que el problema podría ser solucionado en el transcurso de nuestro largo viaje a las islas. Abordamos el ferry del Mar del Norte a Portsmouth, mientras las bandas tocaban su música y cientos de familiares y seguidores estaban ahí para despedirnos.

Yo no pensaba demasiado en la posibilidad de ser muerto o herido. Era un soldado profesional que era enviado a hacer su trabajo. Yo no siento miedo hasta el momento en que comienza la acción.

En camino hacia las islas los pensamientos que circundaban mi mente eran: ¿Cómo será mi desempeño?, y ¿Cómo será el desempeño de mis compañeros?

Cuando el barco llegó a la altura de la Isla Ascensión era evidente de que nuestro batallón iba a la guerra. Nos dedicamos día a día a las rutinas de entrenamiento previos a la guerra. El médico del batallón nos dio entrenamiento básico de primeros auxilios, que de hecho sirvió para salvar muchas vidas. Muchos de los paracaidistas (incluso yo) nunca habíamos estado en una embarcación antes, por lo que también fueron necesarios ejercicios marítimos. Recuerdo una tarde en que las sirenas comenzaron a sonar y pensamos que era un ejercicio, cuando una voz resonó: “¡No es un ejercicio!”. En unos tres minutos despejamos las posiciones de los botes salvavidas, pensando que un submarino argentino estaba detrás de nosotros. Resultó ser simplemente un grupo de ballenas, pero que nos hizo a todos trabajar las mentes. 

Por fin llegamos a Blue Beach Two. No fue tarea fácil bajarse de los botes de desembarco de tropas en aguas casi congeladas y con 50 Kg. de equipo en nuestras espaldas. Era muy temprano y estaba oscuro, pero al menos no sufrimos resistencia al desembarco. Cuando terminamos de descargar todo, el batallón de paracaidistas marchó durante el resto del día en dirección a Camilla Creek House. Las condiciones del tiempo eran muy malas. Estaba oscuro, lleno de barro y hacía un frío helado. El suelo era muy pantanoso, de hecho un soldado cayó en una ciénaga y en cuestión de segundos se hundió hasta la nariz. Afortunadamente pudimos rescatarlo.

200 paracaidistas llegamos a Camilla Creek House y nos refugiamos dentro para calentarnos. El día siguiente lucharíamos por Goose Green.

Eran las 02,00 hs. Como sargento de pelotón mi posición era una milla por detrás de la línea del frente de batalla. Estábamos disparando tantos morteros que en una hora prácticamente se nos acabaron todas las municiones. Un valiente piloto de la RAF me trajo más municiones. Su helicóptero estaba tan cargado que apenas podía elevarse del suelo, pero se aseguró que estuviéramos bien provistos.

En una hora disparé más morteros que lo que había hecho en todo un año de entrenamiento. Uno de los momentos más preocupantes fue cuando dos aviones de combate argentinos atacaron la línea de morteros. Uno de los helicópteros de reabastecimiento fue derribado, pero yo tuve mucha suerte y salí ileso.

La batalla duró más de 40 horas, y justo cuando estaba terminando Murdoch se enteró que el Coronel H. Jones (comandante) fue muerto en acción cuando lideraba un pequeño grupo que conducía contra 2 ametralladoras pesadas argentinas que estaban ubicadas en el camino del batallón de paracaidistas. De todas maneras, estas ametralladoras fueron destruidas y el camino quedó libre.

Era un líder carismático, dijo Murdoch, conocía a cada hombre del batallón por su nombre, Era un oficial que generaba confianza en todo momento, y se ganó el respeto de todos sus hombres, que lo hubieran seguido hasta el fin del mundo.

El Mayor Chris Keble, subcomandante, se hizo cargo de dirigir el asalto final. Mientras la feroz batalla de infantería iba creciendo, se despejaron las nubes y dos aviones Harrier de la RAF llegaron para golpear las posiciones argentinas con bombas de racimo. Lentamente el enemigo fue retrocediendo, hasta una probable rendición. Fue una victoria épica si se tiene en cuenta que el fuerte batallón de 600 paracaidistas estaba sobrepasado en número en una relación mayor que dos a uno.

En resumen, 17 paracaidistas fueron muertos durante la batalla, mientras que alrededor de 250 argentinos se creen muertos y alrededor de 1400 fueron tomados prisioneros. Cuando terminó la lucha, y las islas fueron recuperadas por los británicos, Murdoch se permitió un tiempo para pensar en sus experiencias. “Volé de regreso a Glasgow y pocos días después fui de vacaciones a Florida. De vez en cuando me sorprendo a mí mismo pensando que estuve cerca de morir, y que perdí muchos amigos en el camino. Sé que fui muy afortunado.”

Murdoch permaneció con los paracaidistas hasta 1991, cuando se retiró de las fuerzas armadas. Actualmente trabaja como gerente de área de Corps Commissionaires, una compañía en Fareham que provee servicios de seguridad para soldados retirados.


Pradera del Ganso: 36 horas de lucha encarnizada en la gran batalla terrestre de la guerra de Malvinas

Estos fueron los combates en que llegó a pelearse cuerpo a cuerpo. Los argentinos no pudieron detener el avance británico, con fuerzas muy superiores. Hubo 50 muertos argentinos y 19 británicos.

Batalla Pradera del Ganso, en la guerra de Malvinas de 1982. Foto del libro The Falklands War Then and now, Gordon Ramsey. Miembros del 2 Regimiento de Paracaidistas británicos con prisioneros argentinos, tras los encarnizados combates en Boca House.
“El 28 de mayo desde nuestras posiciones, veíamos el fuego de las armas automáticas, las explosiones y las bengalas. Recuerdo a nuestros soldados correntinos y chaqueños, firmes en las posiciones, aceptando esa realidad y esperando el momento en que los británicos aparecieran frente a nosotros. Y así lo hicieron. Nosotros desatamos los fuegos automáticos de nuestras armas, recuerdo los ‘viva la Patria’ y los ‘sapucay’ de los soldados correntinos que se envalentonaban y desafiaban el ataque británico”, relató muchos años después de la batalla de Darwin-Padrera del Ganso (Goose Green), el entonces subteniente (de 20 años) Ernesto Orlando Peluffo.

Hace 39 años, el 27 de mayo de 1982 se iniciaban 36 horas de combates en Darwin-Pradera del Ganso en lo que sería el primer gran enfrentamiento terrestre de la guerra de Malvinas. Hubo 50 muertos argentinos y 19 británicos.

Unos días antes, aunque a un alto costo de buques hundidos y averiados por las heroicas acciones de los pilotos argentinos, los británicos habían logrado desembarcar en San Carlos, en el noroeste de la isla Soledad, para establecer allí su cabeza de playa. Aunque no les quedaba de camino a Puerto Argentino, enseguida despacharon tropas de paracaidistas a Pradera del Ganso, un asentamiento donde vivían un centenar de kelpers y los argentinos habían basado una guarnición de 642 hombres, “la agrupación Mercedes”.

La integraban los regimientos de Infantería 12 y 25, el grupo de Artillería de Defensa Antiaérea (GADA) 601, y una sección del Regimiento de Infantería 8, la compañía de ingenieros 9 y el grupo de Artillería Aerotransportado 4.

En esa pequeña península que tenía al norte el establecimiento Darwin (donde hoy se ubica el cementerio argentino), había también un aeródromo donde la Fuerza Aérea armó la Base Aérea Militar Cóndor, para mantener la comunicación con Puerto Argentino, con los aviones Pucará y helicópteros. Desde el 1° de mayo hasta la previa de la batalla de Pradera del Ganso la base había sido sometida a duros bombardeos navales y aéreos británicos.

Al desembarcar en San Carlos la noche del 21 de mayo los británicos tuvieron como única resistencia terrestre la de un grupo de 63 tropas al mando del teniente Daniel Esteban, que llegaron a voltear cuatro helicópteros antes de replegarse.

Para el 27 de mayo ya habían iniciado su avance. A las 3 de la mañana alcanzaron Camilla Creek (Caleta Camila). Todo un batallón exhausto se alojó en los edificios para pasar la noche. “Cuatrocientos hombres se echaron en todos los cuartos y corredores de la casa abandonada y los refugios aledaños que formaban el asentamiento de Caleta Camila, dormitando y temblando de frío por la carencia de bolsas de dormir y frazadas”, contaron los británicos Max Hastings y Simon Jenkins en La batalla de Malvinas.

Casi a las 11 de la noche del 28 de mayo se desató un cañoneo naval sobre las posiciones argentinas, y a las 2.30 del 29 de mayo, la infantería inglesa lanzó su ataque, con fuego de morteros y ametralladoras, en el norte del istmo sobre la “fuerza Mercedes”, logrando rebasar la sección Exploración.

“El campo de combate se iluminaba continuamente a causa de las bengalas, se veía prácticamente todo”, recordó el entonces subteniente Jorge Zanela, artillero, que con la “batería A” (rescatadas de la patrullera “Rio Iguazú” atacada por los ingleses y encallada) empezó a dar apoyo a las 2 de la mañana a la fuerza de tareas “Mercedes”. Sin observador adelantado que les dirigiera el fuego tiraban en función de una carta topográfica, ordenada por el teniente Carlos “Indio” Chanampa, jefe de la batería.

“Esto fue hasta las primeras luces de la mañana, cuando en Darwin el enemigo fue detenido por las secciones del subteniente Peluffo, del teniente Roberto Estévez que había ido de refuerzo y la del subteniente Guillermo Ricardo Aliaga, en Boca House”, recordó Zanela. Estevez les empezó desde allí a “reglar” el fuego que pudo parar seis horas el ataque inglés, y en esa acción fue abatido, al igual que poco después el soldado Fabricio Edgar Carrascul que había seguido orientando el fuego de la artillería. Allí en Pradera del Ganso murió Estevez, misionero, a sus 25 años, quien hasta el último momento de su vida no dejó de conducir y proteger a sus hombres. Para el Ejército, uno de los mayores arquetipos del heroísmo y la entrega en Malvinas.

Al subteniente Peluffo, en cuya ayuda tras cinco horas de combate había llegado Estevez que estaba con la reserva, una bala le había atravesado el casco y le hizo un surco lateral en el cráneo. Sangraba copiosamente. El regimiento 12 tuvo 12 bajas en esas horas.

“Los que quedamos vivos después de la muerte de Estevez rendimos la posición. Habíamos combatido a corta distancia, 25 o 50 metros de los ingleses. Salíamos, tirábamos y nos metíamos en los pozos. Cada vez que los soldados salían recibían impactos en sus cuerpos”, recordó Peluffo, otro de los que combatió heroicamente en esa batalla.

Esa mañana, efectivos al mando del teniente Esteban que tras el combate en San Carlos habían sido replegados a Puerto Argentino, fueron trasladados en helicópteros a Pradera del Ganso, y se sumaron a los combates. A las 10.30, efectivos al mando del subteniente Juan José Gómez Centurión (en años recientes sería alto funcionario macrista, jefe de la Aduana y candidato a presidente en 2019) contraatacaron bajo fuego enemigo y lograron recuperar una altura a dos km al norte de Pradera del Ganso.

En esa circunstancia hubo un parlamento de Gómez Centurión, con el jefe del regimiento de paracaidistas 2 inglés, el hombre que comandaba todo el ataque británico, teniente coronel Herbert Jones. Cada uno exigió la rendición del otro. En un enfrentamiento armado que siguió, Jones perdió la vida, según el informe oficial del Ejército argentino.

El episodio -la circunstancia de la muerte de Jones- aun reviste controversia porque aunque Gómez Centurión también asume el disparo en acción de combate tras el parlamento, otros testimonios -incluida la versión oficial inglesa, del investigador Lawrence Freedman- dice que Jones cayó por fuego de ametralladora de un soldado (el conscripto cordobés Oscar Ledesma) cuando valiente -aunque temerariamente- Jones se puso con un pelotón al frente del ataque a un a trinchera argentina.

Como sea, al mediodía, los británicos con fuerzas muy superiores lanzaron su masivo ataque final. Años después, el teniente coronel Italo Angel Piaggi (fallecido en 2012) evaluaría que “los ingleses estaban prácticamente en aptitud de ‘pasarnos por encima’… En función de los medios, nos tenían que aplastar en menos de 24 horas”.

Y tomó la decisión de “decidir por sí o por no el sacrificio de mis hombres sin razón justificada”. A las 11 horas del 30 de mayo se produjo el cese de fuego. Los británicos tendrían otros duros combates por delante, pero con retaguardia y flancos cubiertos seguían su camino imparable a la reconquista de Puerto Argentino.

Fuente: Clarín


La dramática historia del soldado argentino de una foto emblema de la guerra de Malvinas

Hace 39 años, Walter Buffarini vio morir al teniente Roberto Estévez y a varios de sus compañeros. 15 minutos antes de la rendición, una bomba le voló la mitad de la cara. Los médicos ingleses lo salvaron.

El 29 de mayo de 1982 el soldado argentino Walter Buffarini permanece arrodillado con una herida en la cabeza, tras la rendición en la batalla de Pradera del Ganso. Detrás lo custodian paracaidistas ingleses, tras 36 horas de combate. Libro “The Falklands War Then and Now” de Gordon Ramsey.
El soldado conscripto Walter “Polaco” Buffarini combatió en la batalla de Pradera del Ganso en la guerra de Malvinas, la más sangrienta de todas. Fueron 36 horas de combate entre 1.400 soldados de ambos bandos en una zona de sólo 1 kilómetro de frente por 3 de profundidad. Quince minutos antes de la rendición una esquirla de una bomba británica le voló la mitad de la cara. Antes, vio morir al teniente Roberto Estévez y a varios de sus compañeros y quedó retratado en una foto histórica de la capitulación en esa batalla.

A 39 años del combate que definió el curso de la guerra que se cumplieron este sábado, Clarín localizó a Buffarini y relató así su heroica experiencia:

Yo y mi sección estábamos posicionados en la escuela del pueblo de Darwin desde el 3 de abril. Eramos una segunda línea defensiva de las  posiciones en Darwin. Secciones del Regimiento de Infantería 12 de Corrientes estaba en la primera línea.

El soldado Walter Buffarini en el regimiento de infantería de Sarmiento, Chubut, antes de salir a Malvinas.

Walter Buffardini visita el regimiento de infantería de Sarmiento, Chubut.
Yo era del regimiento de infantería 25 de Sarmiento, Chubut. Pertenecía a la sección del entonces subteniente Juan José Gómez de Centurión. Era del grupo de apoyo de armas pesadas como las Instalazas (un lanzacohetes portátil) y ametralladoras Mag. Pero unos días antes de la batalla nos cambian a la sección del teniente Roberto Estévez y me quedé en la escuela de Darwin. Afuera tenía bien armadito mi “pozo de zorro” para poder operar mi Instalaza. Los de la Compañía C del 25 estábamos divididos en las secciones “los romeo” de Gómez Centurión y “los bote” de Estévez y “los gato” de otro subteniente.

Desde el 27 de mayo empezaron a caer bombas inglesas sobre las posiciones argentinas en Darwin. Los combates terrestres comenzaron el 28 en las colinas de Darwin donde estaban apostadas secciones del 12 a cargo del subteniente Ernesto Peluffo. Ese día ellos pidieron urgente refuerzos por radio. Entonces, Estévez nos reúne y nos da instrucciones para ir al combate.

Tuvimos que caminar 3 ó 4 mil metros con todo el armamento hasta la primera línea. Fue de terror. Era una noche muy oscura y de mucho frío. Sentíamos a cada metro cómo detonaban los cañonazos de artillería y de los buques británicos.

En un momento nos topamos con un alambrado y un grupo de ingleses abrió fuego en contra nuestra. Nos agarraron caminando. Nos tiramos cuerpo a tierra. Estábamos solo a unos 30 metros de los pozos del regimiento 12 de Corrientes. Llegamos arrastrándonos bajo una balacera impresionante. Balas trazantes y bengalas iluminaban la noche. Para nuestra mala suerte no había más lugar en los pozos.

A mi compañero Horacio Giraudo una esquirla le entró por la espalda y quedó mortalmente herido. Yo me tiré cuerpo a tierra a un costado de un pozo. Y el soldado Orlando Rufino, que también es de Córdoba, quedó cerca mío. Seguían cayendo bombas por todos lados y cada vez más cerca.

Los ingleses disparaban desde una altura y nosotros desde abajo. Nos separaban unos 60 metros. Al teniente Estévez le dieron dos balazos, pero siguió combatiendo, dando órdenes y “reglando” con una radio Thompson nuestro fuego de artillería. Me ordenó disparar con la Instalaza pero las bombas las tenía el soldado Enrique Culazo que sí había podido refugiarse en el pozo.

Uno de los pozos de zorro cavados por soldados argentinos en Darwin-Pradera del Ganso. Gentiliza archivo personal del coronel Ernesto Peluffo.

Mateada antes de la batalla de Pradera del Ganso. Gentileza archivo personal del coronel Ernesto Peluffo.
Estévez gritaba que disparemos con los “Fales” a la izquierda, a la derecha y a todo lo que se moviera fuera de nuestras posiciones. Los ingleses tenían visores nocturnos. Nosotros, no.

Fuego libre. Nos rodeaban ─gritaba Estévez.

Me ordenó que disparaba la Instalaza hacia un cementerio donde se habían atrincherado unos ingleses. Le grité a Culazo y me trabajo tres bombas. Boca arriba y siempre cuerpo a tierra bajo ráfagas de balas, armé la Instalaza, saqué una bomba de su estuche de plástico y la cargué. Muy incómodo apunté y le di al cementerio. Vi un fogonazo y Estevez me gritó:

Bien Bufa. Disparé de nuevo.

Logramos por unas horas frenarlos. Pero minutos después lo mataron a Estevez de un tercer tiro en la cara. Me quedaban dos bombas. Entonces, el cabo Mario Castro tomó la radio y siguió pasando datos a nuestra artillería. Pero también lo matan y quedó al mando el soldado Fabricio Carrascul quien siguió “reglando” el fuego. Carrascul pasó el parte por radio: “Murió el teniente Estévez y el cabo Castro. Me hice cargo de la sección”. Pero también lo matan. A los que agarraron la radio los mataron a todos.

Seguíamos tirando con FAL. Era tirar y tirar. Yo, Rufino y otros. Guirado no podía tirar por la gravedad de sus heridas. Se escuchaban gritos de desgarradores de dolor por todas partes. Un olor rancio mezcla de pólvora y sangre seca se esparcía por el campo.

Alguien me dijo “Bufa dispara la Instalaza hacia el frente” porque los paracaidistas ingleses venían avanzando desde una laguna o algo así. Faltaban unos 15 minutos para la rendición. La agarré y cuando estaba apuntando cayó otra bomba inglesa y la onda expansiva me tiró a dos o tres metros para atrás del pozo de zorro. Estaba aturdido pero no perdí el conocimiento. Me arrastré como pude al lado de Guirado. Me toqué la cara. Sentí que estaba destrozada. Me puse una toalla para sujetar mi maxilar derecho que quedó suelto. Una esquirla también me cortó la lengua y un pedazo del paladar. Rápidamente, la toalla quedó empatada de sangre. Entonces, la sujeté con mi pasamontaña que era lo único que me quedaba.

Era imposible soportar el fuego enemigo. Cada vez había más ingleses. Corrían por todos lados. Eran un hormiguero donde nos iban acorralando.

Ya había amanecido. Creo que eran las 9 o las 10.  Me quedé boca arriba conteniendo mi dolor. Desde otro pozo de zorro escuchó que un soldado por orden del subteniente Ernesto Peluffo gritaba “parte para el teniente Estevez, parte para el teniente Estevez”. Y le contestaron:

Está muerto.

Así Peluffo, que había quedado a cargo de la posición y también tenía una herida en la cabeza y otra en la pierna, dio la orden de rendirse.

Entonces, apareció un cabo argentino que tenía un repasador blanco atado a un FAL en señal de rendición. Venía seguido de varios ingleses. Daban órdenes en inglés que no entendía. Dejé mis armas.

Me ordenaron a bajar a un claro. No necesité camilla pero estaban desangrando. Allí me practicaron primeros auxilios. Me vendaron toda la cara y ahí es cuando quedé arrodillado y retratado en esa foto histórica. También se ve a los soldados que resultaron ilesos boca abajo en el pasto. Todavía me pregunto que hace ese casco cerca de mí que se ve en la foto. Nosotros, los “romeo” o los “bote” de Gómez Centurión usábamos boina negra como los comandos.

El entonces subteniente Ernesto Peluffo asistido por ingleses tras la rendición den Pradera del Ganso. Gentileza archivo de Peluffo.

Tumbas provisorias de ingleses muertos en Pradera del Ganso. Gentileza archivo coronel Peluzzo.

Tumbas provisorias excavadas en Pradera del Ganso. Gentileza archivo del coronel Peluffo.
Ahora que veo la foto recuerdo que me estaba asfixiando. Entonces me llevaron a un hospital de campaña que habían montado en un galpón. Me coartaron toda la ropa con una tijera y pusieron nuevas vendas. Como seguía perdiendo sangre y cada vez veía menos por la hinchazón decidieron trasladarme de urgencia. Pasaron los 30 minutos más largos de mi vida y me subieron a un helicóptero.

Lo último que recuerdo es que tenía todo suelto adentro de la boca, que llegué al buque hospital Uganda y me metieron en un quirófano. Me anestesiaron y cuando me desperté tenía hecha una traqueotomía y la cara toda cocida. Si me hubiesen herido así en medio del combate me hubiese muerto desangrado en un pozo. Tuve suerte.

En el posoperatorio apareció un sacerdote inglés que hablaba español. Pero no podía hablar por las heridas. El 29 de mayo cumplí 19 años. Me regaló un Rosario de piedra y yo le di el mío de plástico. Para entendernos, le escribía. Recuerdo que le gustaba el fútbol. También le dejé una carta a una enfermera que me cuidó. Después me mandó una carta pero con los años perdí el contacto. No tengo odio a los ingleses. Estoy vivo gracias a ellos. Estuve seis días con los ingleses.

Cuando regresé al continente estuve dos años internado. Me hicieron más de 30 operaciones en la cara. Algunas salieron bien y otras y mal. Al principio no podía hablar. Recién 25 años después de la guerra, un empresario argentino -conocido de Gómez Centurión y Seineldín- me pagó una prótesis y una operación para que pudiera comer normalmente. Me sacaron un pedazo de hueso de la cadera y quedé bien.

Siempre soñé que iba a volver a las Malvinas. Pude viajar en el 2009. Quería cerrar un ciclo en mi vida. Fuimos nueve veteranos. Visité la escuela de Darwin donde viví antes de la batalla. Repetí la famosa caminata que hice bajo fuego pero de día. Recogí tierra de mi pozo de zorro que ya estaba tapado pero aún se ven las marcas. Puede ver desde las alturas el panorama más amplio de la batalla. Desde donde tiré y me hirieron.

Posiciones del subteniente Peluffo en Darwin donde murió el teniente Estevez y fue herido Buffardini. Gentileza archivo de Peluffo.

Vista aérea del itsmo de Darwin. Gentileza del archivo del coronel Ernesto Peluffo.
Estuve, también, en el cementerio de Darwin. Me hizo muy mal. No pude encontrar la tumba de Guirado. Aunque sea ya un hombre adulto, me lloré todo por mis compañeros muertos. Pensar que estuve muy cerca de estar enterrado allí. Pero volví el doble más malvinero. Le prometí a Guirado que iba a regresar. Hice un segundo viaje en el 2019 y esta vez sí lo pude despedir. Lo único que nos pertenece es el cementerio. Ojalá que nunca traigan los cuerpos al continente. Se termina la causa. Ellos son los verdaderos héroes.

Nosotros los veteranos no somos San Martín o Belgrano pero hicimos algo por la Patria. El sábado cumplí 58 años. Tengo 3 hijos y 4 nietos en mi pueblo General Cabrera y en la Villa del Dique donde vivo ahora. Ahora mi deber es que contar esta historia a los chicos para que no muera.

Fuente: Clarín


EL GADA 601 EN DARWIN-GOOSE GREEN

La artillería antiaérea terminó haciendo fuego de superficie

Batalla de Darwin

La posición de Darwin no era de gran importancia estratégica, por lo tanto los británicos pudieran haberla ignorado y proseguir con su marcha hacia Puerto Argentino; pero ante las pérdidas sufridas en San Carlos; y el temor a la desmoralización del pueblo británico al todavía no recibir noticias de una victoria de importancia en el conflicto; se decidió atacar a la guarnición argentina de Darwin – Pradera del Ganso.

En teoría sería una victoria rápida y fácil pero los hechos demostraron lo contrario.

A continuación les dejo un texto basado en el relato del entonces Subteniente Claudio Oscar Braghini; Jefe de la Tercera Sección de la Batería “B” del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601 (GADA 601) del Ejército Argentino. A través de éste relato se podrá valorar las vivencias del soldado argentino durante la Batalla de Darwin Goose Green.

Braghini posa con los jefes de pieza y soldados en Malvinas. Atrás uno de los cañones usados por la artilleria.
Durante el combate del primero de mayo la RAF había reconocido la ubicación de las piezas de artillería antiaérea argentina; esto obligó a hacer un cambio de posición.

Primero se realizó un reconocimiento de la zona, ya que el lugar por donde se debería transitar estaba sembrado de bombas beluga, que no habían estallado dado a la baja altitud de la que se lanzaron.

Las piezas se debían trasladar a lo largo de 1,5 Km. y deberían estar en funcionamiento para las primeras horas del 2 de mayo. Si bien la distancia es corta, sólo se disponía de un tractor para remolcar 2 piezas Oerlikon Contraves de 35mm, de 6000 Kg. cada una; un radar Sky Guad de unos 5900 Kg., dos grupos electrógenos de campaña de 900 Kg. y 280 cajones de munición.

Esto requirió un esfuerzo desmedido por parte del personal que se hallaba reducido a la mitad, ya que el resto del personal estaba en Puerto Argentino, no pudiendo ser trasladado, dado que los helicópteros de la Base Aérea Cóndor estaban ocupados en el helitransporte del RI 12 desde Puerto Argentino hacia Darwin.

A pesar de todo la sección ya estaba operando con las primeras luces del día 2 de mayo.

Para evitar la sorpresa del ataque enemigo del 1ro de mayo; se optó por trabajar en “alerta rojo” permanente; ya que la sección se encontraba a unos 80 Km. de Puerto Argentino y la característica del terreo posibilitaban a los Sea Harrier atacar a muy baja altura sin poder contar con la alerta temprana proveniente de los radares de vigilancia de Puerto Argentino. 

En lo referente al personal

Este régimen de operación representaba un agotamiento físico extremo, que sólo se podía apalear con el descanso nocturno; el cual se veía permanentemente interrumpido por alertas provenientes de Puerto Argentino; el fuego naval de hostigamiento británico o por algún vuelo de reconocimiento detectado por el radar ELTA de la Fuerza Aérea ubicado cerca de la posición.

Pero no había otra opción a pesar de no contar con el personal necesario para efectuar los relevos en los puestos de combate; ya que por las características de la situación no se puede descuidar la vigilancia aérea “ni por un minuto”; frase que no es retórica, sino producto de cálculos matemáticos.

Un avión de combate, como el Sea Harrier, tiene una velocidad de ataque de entre los 250 y 300 metros por segundo.

Teniendo en cuenta el alcance máximo del radar de exploración del director de tiro Sky Guard es de 16 Km; y suponiendo que no exista ningún tipo de desnivel en el terreno que provoque ángulos muertos o zonas ciegas de exploración; y que además el Harrier vuele a más de 50 m de altitud, éste sólo podría ser detectado a los 16 Km.

El tiempo que volando a 300 m/s tarda en recorrer esta distancia es de 53,3 segundos (menos de un minuto); pero en este tiempo el Harrier estaría sobre la posición y sería demasiado tarde para combatirlo.

La distancia máxima desde la cual se puede abrir fuego sobre el aparato, es la de 4 Km. de distancia del director de tiro; siempre y cuando la “adquisición” y el seguimiento del blanco (avión) por medio del radar se haya iniciado; dos o tres segundos antes que la máquina enemiga alcance esta distancia.

Así que los tiempos se ven reducidos de la siguiente manera: vuelo desde los 16 Km. hasta los 4 Km.; 40 segundos, menos 3 segundos necesarios para la “adquisición y seguimiento” representan 37 segundos; y esto en condiciones ideales, que no eran precisamente las de Malvinas.

Todo esto produjo un enorme desgaste en el personal que debía estar mirando la pantalla del radar con suma atención desde la mañana hasta entrada a la noche; lo mismo para los jefes de pieza y sirvientes de munición; que debían estar en su posición al la intemperie durante todo el día y con la rigurosidad del clima.

Pero semejante régimen valió la pena el 4 de mayo a las 13:45 hs, se detectaron tres ecos en la pantalla del radar. Se hicieron todas las comunicaciones pertinentes.

El Subtte Braghini con su operador de pantalla del radar; el Cabo Primero Ferreyra permitieron la aproximación de los tres Harrier hasta una distancia de 5 Km. sin “adquirirlos”; de esta manera el enemigo no cuenta con una adquisición temprana y no puede lanzar un misil antirradar.

En el monitor de TV apareció la imagen del Harrier aproximándose a gran velocidad en vuelo rasante. Braghini disparó la primer ráfaga, pero ésta dio en tierra, delante de la aeronave.

Los proyectiles explotaron delante de la trompa del aparato y éste se alejó inmediatamente haciendo maniobras evasivas en zig-zag.

El Subteniente esperó a que el aparato se estabilizara y oprimió nuevamente el pulsador de fuego.

La ráfaga lo tomó de lleno, provocó probablemente el estallido de sus depósitos de combustible y produjo el desprendimiento completo de su plano izquierdo.

Envuelto en llamas, el Harrier, perdió horizontabilidad, levantó su trompa en forma exagerada, giró sobre su eje longitudinal y se precipitó a tierra.

En el primer impacto el piloto fue despedido de su cabina junto con el asiento eyectable. Su paracaídas se abrió y quedó enredado en una alambrada.

Los restos del avión convertidos en una bola de fuego, se elevaron nuevamente, pasaron sobre unas posiciones de infantería, produciendo quemaduras a dos soldados; y finalmente quedaron desperdigados sobre la cabecera de la pista (aeródromo de Darwin).

Más tarde se encontró, aún sujeto a su asiento, el cadáver de su piloto, Teniente Nick Taylor de la Royal Navy.

El Sea Harrier tenía la matrícula XZ – 450 y pertenecía al escuadrón 800. Mientras este avión se precipitaba a tierra, con el director de tiro se adquiría un segundo aparato; que arrojaba sus bombas para perder peso y poder alejarse de la zona.

Se abrió fuego y se le ocasionó algún daño ya que se retiró dejando una extensa columna de humo. El tercer Harrier se alejó sin causar daño alguno.

Batalla de Darwin – Goose Green

En este segundo ataque se comprobó que el cambio de posición de la sección había sido provechoso; ya que este ataque vino en dirección opuesta al anterior; probablemente con la intención de atacar el material de defensa aérea en su anterior posición, para así poder operar lego con total impunidad.

También fue acertado operar continuamente en alerta roja; ya que se comprobó que no se podría contar con un alerta temprana proveniente de Puerto Argentino debido a la distancia que los separaba.

Luego de este ataque la aviación enemiga sólo se limitó a hacer vuelos de reconocimiento, manteniéndose a distancia. Nuevamente en los días previos al avance terrestre se empeñó en ablandar las posiciones de infantería; empleando en esta oportunidad Chaff (partículas metálicas) para engañar el radar, pero sin éxitos; ya que siempre fueron recibidos por el nutrido fuego del GADA 601; del ejército y los cañones de 20 mm de la Fuerza Aérea ubicados cerca de la pista. Muchas veces los Harrier se alejaron de la posición con averías y en una oportunidad uno de ellos estalló en el aire a unos 5000 m de la posición; cayendo en el mar.

A partir del 27 de mayo, se comenzó a recibir un nutrido fuego de artillería sobre la pista y también sobre las posiciones de infantería. El 28 luego de el bombardeo de artillería se comenzó a recibir el fuego de armas portátiles, pudiéndose ver por la noche la trayectoria de las balas trazantes.

Desde la posición no se sabía a ciencia cierta qué ocurría en el frente.

La artillería de campaña propia, a órdenes del Teniente Primero Chanampa que contaba con tres obuses Otto Melara 105 mm abrió fuego toda la noche y el día siguiente hasta agotar la munición.

El 28, por la mañana no se sabía que había ocurrido la noche anterior en Darwin, desde el puesto de comando de la Fuerza Aérea; se avisó que aviones propios atacarían a las tropas británicas. 

Minutos después aparecieron dos Pucará provenientes de Puerto Argentino; que descargaron sus armas a 4 Km. de la posición de las piezas de la sección del GADA 601; en un principio se pensó que habían errado el blanco, pero no era así; durante la noche los británicos habían sobrepasado las primeras líneas y estaban muy cerca de la posición.

De inmediato se reinició el fuego de la artillería de campaña propia, reforzado por el de las coheteras de Pucará; montadas en forma ingeniosa 

por personal de la Fuerza Aérea sobre un tractor y en un caballete. Al poco tiempo se vieron bengalas en el horizonte y tropas desplegadas en formación en cadena al norte de Pradera del Ganso. No se sabía si era tropa propia que se replegaba o británicas que avanzaban.

El sector por el que avanzaban tenía unos 2000 metros de largo por unos 700 de ancho, libres de obstáculos.

La duda no tardó en desaparecer; ya que el personal de las piezas de artillería antiaérea de la Fuerza Aérea informó por radio que recibía fuego proveniente de armas portátiles; inmediatamente uno de los cañones de 35mm del GADA 601 

del ejército abrió fuego sobre los ingleses, era el subteniente Braghini; que estaba junto al Cabo Rubina y el Cabo Gallo, que actuaban como sirvientes de munición, mientras los soldados acarreaban continuamente munición hacia la pieza.

Los cañones bitubo

Tienen una cadencia cada uno de unos 550 disparos por minuto, resultaron un arma terriblemente eficaz en el tiro terrestre; pues los cuerpos de los británicos que integraban el pelotón más próximo a la pista quedaron esparcidos en el terreno. Por la radio se escuchó al vicecomodoro Pedrozo (jefe de la FAA del lugar) decir ¡Muy bien GADA, sigan así, denle duro….!

28 de Mayo

Batalla de Darwin – Oerlikon contraves de 35mm abriendo fuego
Así se continuó tirando por bastante tiempo, siempre buscando la mayor concentración de tropas. Estos procuraban llegar hasta una quebrada o replegarse detrás de una colina. En una ráfaga el cañón quedó atascado por una vaina trabada en la recámara; ya que por la gran cantidad de munición que se estaba empleando; ésta empezó a entrar sucia con tierra y pasto, como consecuencia del fragor del combate.

El Cabo Gallo

Se encargó de desatascar la vaina. Este breve lapso de uno o dos minutos, permitió a los británicos llegar hasta una escuelita distante a unos 800 m del cañón. Repentinamente se oyó un silbido agudo, proveniente de un proyectil de mortero; los hombres se cubrieron con la estructura de lapieza, pero el proyectil cayó a unos 300 m de la posición.

Poco después los Sargentos Ayudantes Tarditi y Fernandez informaron que veían fogonazos de armas portátiles provenientes de la ventana de la escuelita. Braghini apuntó el cañón sobre la base de la estructura de dos pisos. Pedazos completos de ella desaparecieron al hacer impacto los proyectiles y se incendió luego.

También recibió un impacto directo de una de las piezas de 105 mm de la artillería de campaña. Minutos después sólo quedaba de ella, parte de la estructura metálica y las cañerías; el resto que era de madera, había sido consumido por las llamas.

Entre tanto

Los tiros de mortero se acercaban cada vez más a la posición. Braghini ordena a sus hombres tomar cubierta; pero el Cabo Primero Di Salvi responde “no se preocupe mi Subteniente, tiran como la mona, están pegando en el mar”.

Los británicos intentaban rodear la posición para atacar por el flanco y la retaguardia. Uno de los proyectiles se incrusta en el panel del grupo electrógeno dejando sin energía a la pieza. Se podría haber continuado manualmente haciendo fuego de superficie, pero esto no habría sido efectivo en caso de un ataque aéreo.

Por lo tanto Braghini ordena a sus hombres que se dirijan hacia la otra pieza para mover su grupo electrógeno de unos 900 Kg; que había que mover nos 100m cuesta arriba y empujándolo los propios hombres ya que no se podía contar con el tractor. El avance enemigo por el norte había sido frenado, pero como respuesta habían intensificado el fuego de mortero sobre la posición. Mientras se intentaba sin mucho éxito mover el grupo electrógeno alguien gritó “¡a tierra!”, el impacto dio a unos 5 m de la pieza que se había estado utilizando hacía unos instantes. Como ya no quedaba nadie en esa pieza, la explosión sólo produjo daños materiales. Perforando parte de la estructura del cañón y el grupo electrógeno.

Ante la imposibilidad de hacer uso del cañón Braghini ordenó al personal tomar cubierta en sus pozos; cuando estaban haciendo esto un Harrier arrojó una bomba “beluga” sobre el cañón que ya se encontraba fuera de servicio.

Su puntería fue mala. La mitad del ramillete cayó en el mar y el resto en la costa a unos 80 m de la pieza.

Cañón Oerlikon Contraves de 35mm que derribó un Sea Harrier de la Royal Navy; un Harrier de la RAF, y detuvo el avance de dos companías de paracaidistas; provocándole grandes bajas, que incluyeron al comandante de la companía «C», Mayor Hugh Jenner, herido en acción.

Una publicación británica comentó al respecto

“En el sitio más alejado de Goose Green; una estrecha lengua de tierra que avanza hacia el este; había unos cañones dirigidos por radar que llevaban todo el tiempo acosando al Regimiento 2 de Paracaidistas; cuando por fin dejó de llover Keeble organizó una incursión aérea con los Harrier. Tres Harrier aparecieron rugiendo sobre el oeste lanzando paquetes de bombas antipersonales que estallaron con fuerza estremecedora. Después de esto – comenta Keeble- disminuyó notablemente la intensidad de la batalla. Entonces tuve por primera vez la sensación que habíamos ganado, de que contábamos con la victoria. Estaban rodeados, era como la última resistencia del General Custer”.

Este ataque evidencia los daños ocasionados a los británicos, ya que se vieron obligados a utilizar aviones Harrier; para bombardear una pieza aislada, blanco normalmente poco rentable. 

Los Pucará en acción

El Teniente Gimenez da su último golpe

En la segunda misión del día que constaba en la salida de 2 IA-58 Pucará hacia posiciones avanzadas britanicas sobre el campo de batalla y todo otro blanco que se presentare. La sección era conducida por el teniente Miguel Gimenez con el teniente Cimbaro como numeral, que volaba su segunda incursión del día.

Los 2 aviones llegaron a la zona de Camilla Creek House e inmediatamente divisaron a 2 helicópteros Scout del Escuadrón de Comando de Brigada, dedicado a la evacuación de heridos (los pilotos de Pucará vieron naturalmente sólo a dos helicópteros enemigos).

IA-58 Pucará del teniente Giménez atacando un helicóptero inglés
Gimenez y Címbaro eligieron cada uno un aparato del adversario para atacarlo con sus cañones, pero los helicópteros británicos los vieron e iniciaron maniobras evasivas.

Cuando se separaban e intentaban aterrizar, Gimenez pudo alcanzar al Scout XT629 con una andanada al observador, sargento A.R. Belcher y aquí surge otra de las confusiones entre las versiones de ambos lados, mientras Címbaro asegura que derribó al otro helicóptero, los ingleses dicen que solamente lo obligó a hacer un aterrizaje de emergencia.

Poco después y en circunstancias que distan mucho de estar claras, los aviones se separaron en medio de nubes bajas y tanto Címbaro como el CIC de Puerto Argentino perdieron contacto radial con Gimenez. Nunca se lo vio de nuevo y no se hallaron rastros de su avión hasta hace poco tiempo y se pudo determinar que la poca altura y la pobre visibilidad lo llevaron a estrellarse contra una elevación del terreno.

Viernes 28 de Mayo de 1982 (Página oficial de la FAA)

El parte meteorológico

La meteorología en las islas fue marginal. Un centro de baja presión sobre Malvinas originó bancos de niebla y lloviznas. A partir de las 13:00 hs, estas condiciones variaron por el pasaje de un frente frío que produjo techos bajos 100/300 metros; los vientos rotaron al SO, aumentando un poco la visibilidad. En el continente se mantuvieron durante todo el día vientos del O y NO (25 nudos), con visibilidad superior a 20 km. Sur de Santa Cruz y Tierra del Fuego: un frente frío afectó con precipitaciones. En las primeras horas, nubosidad media y baja, techos 200/300 metros. La situación mejoró rápidamente hacia mediodía, con cielo claro a poco nuboso después. Los vientos suaves del SO rotaron al NO, con aumento de su intensidad a 30/35 nudos.

La BAM Cóndor

Desde el día anterior la Guarnición Darwin – Goose Green, asiento de la BAM Cóndor, había comenzado a vivir sus momentos más dramáticos, soportando el asalto de las tropas británicas. Al anochecer del 28 de mayo, a pesar de que fracciones y pequeñas unidades del Ejército Argentino habían combatido duramente, la sensación en el comando de la BAM Cóndor era muy confusa. Los medios que había alistado para el combate terrestre (artillería antiaérea en tiro directo y coheteras) no se sabía a dónde apuntarlos. En la franja donde se hallaba la base, tropas británicas se confundían con la propia tropa que se replegaba.

Operación helitransportada efectuada por el Batallón de Aviación de Ejército 601

Componente Aéreo de Malvinas

El escuadrón Pucará, replegado a la BAM Malvinas fue la unidad que tuvo más actividad.

A las 11:30 hs una sección de Pucará, que intentaba realizar tareas de apoyo de fuego cercano bajo condiciones meteorológicas marginales, detectó que se efectuaba la descarga de personal y material en las proximidades del establecimiento Darwin. Con rapidez y decisión, la sección de IA-58 Pucará destruyó dos helicópteros.

Luego del ataque, el Teniente Miguel Angel Giménez no pudo evitar introducirse en la nubosidad baja. Tanto su compañero de sección como el radar de Malvinas perdieron todo contacto radial con él. Cuatro años después, los restos del avión y su piloto fueron hallados en la ladera de un monte.

Además del apoyo aéreo, los hombres de la BAM Cóndor combatieron con los cañones de 20 y 35 milímetros. En esa oportunidad, tres soldados aeronáuticos de esa Unidad cayeron defendiendo el sector norte del aeródromo. Asimismo, muchos británicos, entre ellos el Teniente Coronel Herbert Jones, Comandante de los paracaidistas británicos, cayeron bajo la metralla argentina. 

En este día ofrendaron su vida al servicio de la patria:

-Teniente D. Miguel Angel Giménez
-Soldado Clase 62 Héctor Walter Aguirre
-Soldado Clase 62 Luis Guillermo Sevilla
-Soldado Clase 62 Mario Ramón Luna

Detalle de su última misión:

Todos los ojos de la Fuerza Aérea estaban puestos sobre esta base aérea, y acompañaron espiritualmente a los hombres que se aprestaban a ejecutar su defensa terrestre.

Durante este día, diversas fracciones y unidades del Ejército combatieron duramente; pero la situación era confusa para el comando de la Base Aérea Militar Cóndor.

Los medios con que contaban los defensores de la base, estaban constituidos, especialmente, por baterías de artillería antiaérea aplicadas a fuego directo y otras armas. La presencia del enemigo, en las vecindades de la unidad, tornó la situación en dramática ya que, al no existir una conducción conjunta, se debió actuar a ciegas y con el riesgo de batir a las tropas argentinas que se replegaban.

En cuanto al apoyo aéreo cercano, la Base Aérea Militar Cóndor lo solicitó a su escalón superior, el Componente Aéreo del Teatro de Operaciones Malvinas, y le fue proporcionado oportunamente.

A la mañana, las piezas de 105 milímetros se replegaron hasta la zona de los corrales, en la entrada al pueblo de Goose Green, desde donde tiraron sus últimas municiones. Al comenzar su avance, las tropas inglesas se cubrían con fuego de morteros y misiles del tipo Milan.

Durante el avance, fueron destruidas las piezas n° 5 y n° 2; sin que se produjeran bajas en el personal, que se había alcanzado a replegar. Luego, se ordenó a la pieza N° 4 destruir el cañón y luego retroceder hasta donde estaba la pieza n° 1.

Este cañón también fue alcanzado por un misil. El jefe de la pieza, cabo primero Ricardo Galanti, salió despedido por la onda expansiva y se hirió levemente en la pierna. Al mismo tiempo, el radar Elta fue atacado y destruido con fuego de morteros y misiles. Su operador, teniente Darío Valazza, fue herido.

Dos soldados que se encontraban en esa posición se replegaron hacia la pieza n° 6, en la cual, el cabo primero Elbio Gianini continuó disparando. De esta forma, permitió que el resto del personal pudiera ponerse a salvo. Esta pieza mantuvo el fuego hasta agotar su munición; luego, su artillero desactivó el cañón y se dirigió hacia Goose Green.

El personal, que replegaba, se halló entre dos fuegos: el de las fuerzas argentinas y el del enemigo. En tanto, las piezas de 35 milímetros que se encontraban en un extremo del pueblo, destruyeron completamente el edificio de la antigua escuela, ocupada por los ingleses. Luego, dirigieron el fuego hacia los grupos de infantería, hasta que fueron desactivados; primero, por fuego de morteros y después, mediante el ataque de aviones Harrier con bombas Beluga.

Finalizado el repliegue del personal de Artillería Antiaérea, éste se organizó en grupo de fusileros que colaboraron con la defensa terrestre de Goose Green, hasta que se dio la orden de cesar el fuego. La dotación de Artillería Antiaérea de la Fuerza Aérea que defendió Goose Green estaba compuesta por:

Baterías de cañones Rheinmetall y Radar Elta.

Jefe: teniente Darío Valazza.
Coordinador: alférez Arnaldo Fabre.

Operador de radar: suboficial principal Miguel Carlos Forni.
Técnico: suboficial auxiliar Nicolás Carmelo Domina.
Jefe pieza N° 1: cabo primero Ricardo Galanti.
Jefe pieza N° 2: cabo primero Diego Digiusti.
Jefe pieza N° 3: cabo primero José Chiconi.
Jefe pieza N° 4: cabo primero Elbio Gianini.
Jefe pieza N° 5: cabo Héctor Heredia.
Jefe pieza N° 6: cabo Lorenzo Corradi.

Durante el desarrollo de los combates de este día, fallecen defendiendo la Base Aérea Militar Cóndor, los soldados clase 62: Mario Ramón Luna, Luis Guillermo Sevilla y Héctor Walter Aguirre.

Extractado de la “Historia de la Fuerza Aérea Argentina”
Tomo VI: La Fuerza Aérea en Malvinas



Comienza la batalla por Pradera del Ganso y el Hércules «Bombardero» realiza su primer vuelo

28 de mayo de 1982. A lo largo de la jornada del día de hoy, debemos informar de que se están librando intensos combates en el istmo de Darwin entre soldados argentinos de la Fuerza de Tareas “Mercedes” y efectivos británicos del 2do Batallón de Paracaidistas. Esta unidad del Ejército Británico está apoyada por el 40 Batallón de Infantería de Marina, una batería de cañones de 105mm, y por unidades de la Royal Navy en tareas de bombardero naval nocturno (fragata HMS Arrow). Durante las últimas horas de la noche 27 de mayo, las partidas de exploración argentinas hicieron el primer contacto con el enemigo; mientras aproximadamente a las 22:50 horas fue iniciado un cañoneo naval contra posiciones de la Compañía “A” del Regimiento de Infantería 12 (RI12). Estas acciones son la antesala del avance británico contra las posiciones argentinas que defienden Darwin. Podemos confirmar que desde horas de la madruga del 28 de mayo se esta librando en el istmo de Darwin la Batalla de Pradera del Ganso.

Batalla de Pradera del Ganso:

Recuperado: Ejército Argentino / Darwin – Pradera del Ganso

Frente Isla Soledad: istmo de Darwin – 00:00 a 08:25

Entre las 00:00 y 06:00 horas la Compañía “A” del RI12 entablo intensos combates cuando las fuerzas británicas avanzaron contra sus posiciones. En el avance de los paracaidistas británicos estos fueron apoyados por nutrido fuego de morteros y ametralladoras. Si bien los soldados argentinos en estos primeros compases se vieron superados por el volumen de fuego enemigo, siguieron combatiendo y efectuando contrataques que lograron recomponer el frente, gracias al empleo de morteros de 81mm y 120mm.

Aproximadamente a las 06:00, el volumen de fuego británico hizo mella en las posiciones de la Compañía «A» del RI12. De esta forma, agotada la munición, la Sección Apoyo de la compañía inició un repliegue. Esta situación provocó que fuera alistada la Sección Reserva a cargo del Teniente Roberto Estévez que ocupaba una posición de defensiva en la escuela de Darwin, al norte de Goose Green. La misión de esta unidad fue realizar un ataque al Noroeste para aliviar la presión sobre la Compañía «A» que combatía sin descanso desde pasada la medianoche del 28 de mayo, a la vez de recomponer el frente.

El contrataque comandado por el teniente Estévez tuvo lugar en la zona de Boca House logrando el objetivo de recomponer la primera línea de frente y aliviar la presión sobre la Compañía «A». No obstante, debemos informar la muerte del Teniente Estévez en estas acciones, mientras empleaba la radio dirigiendo los fuegos de artillería. Los hombres del Teniente Estévez continuaron combatiendo hasta primeras horas de la mañana.

A las 08:25, luego de más de ocho horas de combate ininterrumpido, el RI12 junto al Regimiento de Infantería 25 (RI25), habiendo sufrido cuantiosas bajas, comenzaron su repliegue hacia el poblado de Darwin. En estas acciones fueron cubiertos por fuego de morteros y artillería perteneciente al Batería A del Grupo de Artillería Aerotransportado 4. Esta unidad, al mando del Teniente 1ro Carlos Alberto Chanampa, a pesar de solo contar con tres cañones, logro alto un volumen de fuego sobre las posiciones enemigas.

Frente Puerto Argentino: Los Pucará y Aermacchi parten en misiones de apoyo de fuego cercano / el Equipo de combate Güemes parte al frente de Darwin.

28 de Mayo

Conforme los primeros reportes del comienzo de la batalla terrestres por Darwin llegaban a Puerto Argentino, desde la BAM Malvinas la Fuerza Aérea Argentina (FAA) comenzó a alistar sus medios para efectuar misiones de apoyo aéreo cercano empleando sus aeronaves de ataque IA-58 Pucará. La primera sección de tres Pucarás partió desde la BAM Malvinas a las 08:30, logrando atacar posiciones británicas en Camila Creek; reportando en la zona la presencia de lanzadores de misiles Blow Pipe Británicos. Arribaron a Puerto Argentino a las 09:20 horas. En las sucesivas horas, otras tres cuadrillas de IA-58 Pucará (indicativos: BAGRE y SOMBRA) partieron y atacaron posiciones británicas en Darwin. En uno de estas salida, un IA-58 derribó a un helicóptero Scout británico.

Mientras las aeronaves de la Fuerza Aérea partían a Darwin, el Equipo de combate Güemes (que había logrado regresar a Puerto Argentino luego de sus valerosas acciones en San Carlos) recibió la orden de alistarse para partir a fin de reforzar las posiciones en el frente. A bordo del último CH-47 Chinook con que contaba el Ejército Argentino, arribaron a las 09:30 a ocho kilómetros al sur de Goose Green. Otros helicópteros del Ejército también arriban a la zona para comenzar la evacuación de heridos de gravedad.

Otras actividades en la BAM Malvinas:

Teniendo como telón de fondo la Batalla de Pradera del Ganso, la Fuerza Aérea Argentina refuerza sus despliegues a fin de incrementar el puente aéreo entre el continente y las Islas. En este sentido, dos Hércules C-130H (TC-63 y TC-61) arribaron a la BAM Malvinas transportando carga y evacuando heridos. Un tercer C-130 (TC-66) no pudo aterrizar en la pista por la situación táctica de finales de la jornada. Por último, provenientes del continente, arribaron a las Islas Malvinas tres IA-58 Pucará de la Fuerza Aérea Argentina a fin de reponer las perdidas sufridas en los ataque británicos.

Frente Isla Soledad: istmo de Darwin – 08:25 a 13:30

La luz del día logro ralentizar el avance británico sobre las posiciones defensivas argentinas. Sin el abrigo de la noche, los británicos debían ser más cautelosos en su avance. A su vez, la fragata HMS Arrow, que había provisto de fuego naval a lo largo de toda la noche, se retiro de la zona frente al peligro que representaba el accionar de la aviación argentina.

Esta situación permitió a las unidades argentina recomponer la situación; mientras los británicos se alistaban para reiniciar su avance. Con el arribo del Equipo de combate Güemes aproximadamente a las 10:30, reportando al jefe de Tareas Teniente Coronel Piaggi, las fuerzas argentinas logran recomponer una línea defensiva. De esta forma, efectivos al mando del subteniente Juan José Gómez Centurión efectuaron un contraataque que les permitió alcanzar las alturas ubicadas a dos kilómetros al norte de Goose Green. Es en uno de estos combates donde se reporta que el Jefe del 2do Batallón Paracaidista Británico, Teniente Coronel Herbet Jones, cayó en combate siendo abatido por los soldados conscriptos Jorge Testoni, Guillermo Huircapan y Jorge Oscar Ledesma en la colina de Darwin.

El avance de las compañías paracaidistas británicas fue lento, empleando en múltiples ocasiones misiles antitanque guiados Milan para despejar y dejar fuera de combate a las trincheras argentinas. De esta forma, las fuerzas británicas iniciaron el asalto final a las posiciones argentinas que seguían combatiendo en las colinas de Darwin, Darwin Brigde y Boca House; reportando a las 13:30 que habían asegurado las posiciones, no sin haber sufrido importantes bajas en heridos, muertos, y agotando reservas de munición. Próximamente, iniciarían el avance contra otras posiciones de ubicada sobre Darwin.

Frente Isla Soledad: poblado y BAM Cóndor – Darwin – 13:30 a 24:00

Oerlikon de 35mm. Créditos Roy Burley
Con el éxito del asalto británico, el resto de los efectivos argentinos se repliegan combatiendo con dirección hacia la Escuela de Darwin, habiendo alcanzado dichas posiciones a las 17 horas. Habiendo establecido su puesto comando en las colinas de Darwin, los británicos ordenan el avance con los objetivos principales de capturar la BAM Condór y cercar a los efectivos argentinos que defendían aún la escuela y posiciones en Goose Green.

Divisado el avance de los paracaidistas británicos, las baterías de artillería antiaérea argentinas emplazadas en la BAM Cóndor comienzan a hacer fuego contra los atacantes empleando cañones Oerlikon 35mm intentando demorar el avance. Sin embargo, la situación para las 17 horas de la tarde, luego de duros e intensos combates, se hacia insostenible para las fuerzas argentinas en Darwin y Goose Green. Las Fuerza Británicas lograron capturar la pista de aterrizaje del aeródromo y habían rodeado a los remanentes de la Fuerza de Tareas Mercedes en Goose Green. De esta forma, no podían ser socorridos ni evacuados.

Con el anochecer, las posiciones argentinas que aún se mantienen en pie están siendo bombardeadas con nutrido fuego naval y de artillería de campaña. Por su parte, los restos de los Batallones Paracaidistas británicos han disminuido su accionar mientras evacuan heridos y reabastecen de munición. La noche será larga, mientras se espera un desenlace en las próximas horas el cual defina el destino de la Fuerza de Tareas Mercedes y efectivos de la BAM Condór rodeados en Goose Green. 

Frente: Continente

Debido a una situación meteorológica desfavorable, en la jornada la Fuerza Aérea Sur (FAS) no pudo emprender acciones ofensivas de envergadura. No obstante, los vuelos en misiones de exploración y reconocimiento fueron efectuados en diversas oportunidades. Uno de los hechos más destacables tiene como protagonista a uno de los Hércules C-130. Si bien los reportes expresaron que despegó en misión de reconocimiento, diversos testigos afirman que han visto debajo de los planos del TC-68 pilones cargados con bombas.

En base a fuentes consultadas, pueden confirmar que el C-130 TC-68 ha sido convertido en el primer Hércules “bombardero” de la Fuerza Aérea Argentina. Con el indicativo original “Matilde”, con su nueva capacidad lo ha cambiado por “Tigre”. En horas de la mañana, el TC-68 partió desde el Palomar para efectuar misiones de interdicción que tiene como objetivo atacar a buques que se encuentran apoyando logísticamente a la Task Force en las cercanías de las Islas Georgias.

Durante las últimas semanas, los vuelos de reconocimiento de largo alcance de los Boeing 707 han identificado una serie de buques de gran porte que están cumpliendo estas misiones. No obstante, el TC-68 ha regresado sin reportar novedades ni efectuado ataques en el día de hoy. Se espera que mañana el Hércules Bombardeo vuelva a partir en busca de dichos objetivos.

Fuente: https://www.zona-militar.com/



Comunicados del Estado Mayor Conjunto

Comunicado n° 100: El Estado Mayor Conjunto comunica que oportunamente requirió a la ciudadanía que toda contribución de bienes al esfuerzo de consolidar la soberanía argentina en las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, fuera canalizada en efectivo a través del fondo patriótico.

La comunidad argentina se ha manifestado una vez más sólidamente cohesionado en torno a los grandes objetivos nacionales, buscando canales de participación activa en el conflicto con Gran Bretaña entre los cuales se ha destacado el de reunir y donar elementos que puedan servir a las tropas destacadas en Malvinas.

Este hecho, tal como se ha informado por diversos medios, ha provocado el almacenamiento de gran cantidad de materiales, de los cuales algunos ítems han resultado de gran utilidad a la logística militar pero, otros, por diversos motivos, resultan imposibles de ser utilizados en forma.

Comunicado n° 101: El Estado Mayor Conjunto comunica que en el día de la fecha, 28 de mayo de 1982, se han registrado novedades en el área de Puerto Darwin. Esta zona fue sometida a fuego naval durante la noche y en las primeras hora de hoy el enemigo inició acciones terrestres ofensivas sobre la misma.

Comunicado n° 102: El Estado Mayor Conjunto comunica que durante la noche del día 27 de mayo y la madrugada de hoy, 28 de mayo de 1982, el enemigo concentró un ataque sobre Puerto Darwin con efectivos helitransportados desde San Carlos, apoyado por su aviación y el bombardeo de varias fragatas. A partir de las 10:00 horas, comenzó el contraataque argentino donde la aviación propia anuló el fuego de las naves inglesas y tropas del ejército apoyadas por aviones hicieron retroceder al enemigo recuperando totalmente el terreno, controlando la situación táctica y obligándolo a replegarse hacia el Norte.

Las acciones continúan al presente.

Comunicado n° 103: El Estado Mayor Conjunto comunica que como consecuencia de las acciones desarrolladas en el día de la fecha, 28 de mayo de 1982, en el área de Darwin y por la acción de la aviación propia el enemigo habría sufrido las siguientes pérdidas y/o averías:

– Dos helicópteros derribados.
– Un buque tipo fragata.

Comunicado n° 104: El Estado Mayor Conjunto comunica que las tropas inglesas que fueron desalojadas por fuerzas propias del istmo donde se encuentra Darwin, durante la mañana y parte de la tarde del día de la fecha, 28 de mayo de 1982, iniciaron, en base a refuerzos helitransportados, una nueva ofensiva. El centro de la misma fue establecido en la zona de Ganso Verde, punto situado en el istmo mencionado precedentemente.

Las acciones bélicas continúan desarrollándose al presente en el área de referencia.

Comunicados de Gran Bretaña

Inglaterra, Mayo 28, nº 92: Harrier de la Fuerza de Tareas bombardearon nuevamente, ayer el aeropuerto de Puerto Stanley. Aviones argentinos atacaron a las fuerzas británicas en el área de San Carlos.

Todavía no hay detalles disponibles.

Inglaterra, Mayo 28, n° 93: Lo primero que les diré es que operaciones terrestres ofensivas se están desarrollando en estos momentos en las islas Falkland.

Entenderán que no puedo ser más explícito sobre los sucesos de ayer. Harrier de la Fuerza de Tareas atacaron el aeropuerto de Puerto Stanley. También desempeñaron misiones de reconocimiento en apoyo de fuerzas terrestres. En el curso de estas operaciones, uno de nuestros Harrier de la RAF fue derribado por fuego desde tierra. El piloto fue visto eyectar sobre territorio ocupado por fuerzas argentinas. Las familias han sido informadas.

También ayer, Mirage y Skyhawk argentinos atacaron a nuestras fuerzas en el área de San Carlos. Dos Skyhawk fueron derribados.

Inglaterra, Mayo 28, nº 94: Me gustaría dejar en claro el uso del Uganda, uno de nuestros buques hospitales.

Argentina sostiene que el Uganda estaba presente en el Estrecho de las Falkland durante actividades operacionales, implicando que tomaba parte en esa actividad. Esta es una acusación muy seria, que, de ser cierta, significaría una violación fundamental a la Convención de Ginebra.

El Uganda ingresó a Middle Bay, en el Estrecho de las Falkland, por 30 minutos el 27 de mayo, para embarcar a cierto número de heridos graves. Inmediatamente la nave dejó el lugar, transportando a heridos británicos y argentinos.

La Cruz Roja Internacional puede, por supuesto, inspeccionar el Uganda o cualquier otro de nuestros buques hospitales en cualquier momento. Nos agradaría mucho que lo hiciera.

Inglaterra, Mayo 28,n° 95: Como anunció el Ministerio de Defensa a la 01:30 de hoy, nuestras fuerzas en el área de San Carlos fueron objeto de un ataque aéreo.

Sabemos ahora que 4 infantes de marina murieron durante el ataque. Sus familiares han sido informados. Creemos que aproximadamente 20 hombres fueron heridos; todavía no sabemos su estado de gravedad.

Inglaterra, Mayo 28,N° 96: Acabamos de saber que el 2do. Batallón de Regimiento de Paracaidistas ha tomado Darwin y Goose Green.

Las fuerzas argentinas sufrieron bajas y se ha tomado cierto número de prisioneros.

Los despachos iniciales dicen que las bajas británicas son ligeras. Los familiares están siendo informados.

Todavía no disponemos de información adicional, ni en Whitehall ni en los centros de información. Por favor, no los llamen. Tan pronto como tengamos información, haremos otra declaración.

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