=Día a día lo que ocurrió en Malvinas y en el mundo durante el conflicto armado =El hundimiento del HMS Sheffield =El ataque – Preparativos =El regreso =Comunicados del Estado Mayor Conjunto =Comunicados de Gran Bretaña
– Nuevas incursiones aéreas de los ingleses sobre Puerto Argentino. Aviones navales argentinos Super Etendard, equipados con misiles Exocet, atacan al destructor inglés Sheffield, hundiéndolo, 21 muertos, según el Reino Unido.

– Buenos Aires: Extraoficialmente se supo que el Destructor “Sheffield” fue hundido por un misil “Exocet” disparado desde 32 km. por un avión Súper Etendard de la Aviación Naval Argentina.
– El portaaviones Hermes pudo haber sido alcanzado por un Exocet, pero Gran Bretaña no lo confirmó nunca.
– Londres: el Ministerio de Defensa:
_Anunció el hundimiento del Destructor “Sheffield”, uno de los más modernos de la flota, botado en 1975, al ser atacado y alcanzado por un misil argentino.
_Reconoció que un avión a reacción Sea Harrier fue derribado y que su piloto murió después del ataque.

_Requisó el “Queen Elizabeth II”, (un trasatlántico de 67.000 toneladas), para transportar 3.000 marines de la Quinta División (la Guardia Real Escocesa, el Regimiento Gales y los Gurkhas).
_Anunció que su gobierno vetará cualquier resolución de las Naciones Unidas sobre el cese del fuego en el Atlántico Sur, a menos que las fuerzas argentinas se retiren de las islas Malvinas.
– Londres: El secretario del Foreign Office, Francis Pym, anunció en la Cámara de los Comunes que su gobierno vetará cualquier resolución de las Naciones Unidas sobre el cese del fuego en el Atlántico Sur, a menos que las fuerzas argentinas se retiren de las islas Malvinas.
– Buenos Aires: El embajador chileno en Argentina, Onofre Jarpa Reyes, visitó la Cancillería para refirmar la neutralidad de su país, desmintiendo que Chile hubiera prestado apoyo y suministros a cualquier buque de guerra inglés. Al abandonar la cancillería, Jarpa Reyes dijo a los periodistas: “Queremos expresar al pueblo argentino que tiene sus espaldas bien guardadas por una firme y leal actitud de Chile”, agregando que “Chile por ningún motivo va a aprovecharse de esta circunstancia para hacer valer otros elementos de juicio o avanzar en otros temas más allá de lo que la Argentina esté dispuesta a hacerlo”.

– A las 14,50 horas se produjo sobre la Base Aérea Militar “Cóndor” (en Puerto Darwin), un ataque aéreo con tres aviones Sea Harrier siendo abatidos dos de las tres aeronaves.
– El Aviso ARA “Alférez Sobral”, que fuera atacado, se encuentra navegando por sus propios medios con destino al continente.
– Buenos Aires: La cancillería argentina remitió a Haig una nota de protesta por sus recientes declaraciones en que achaca a la intransigencia argentina el fracaso de la mediación. Por su parte el secretario de Planeamiento de la Nación, brigadier José Miret, en una entrevista realizada por Radio Mitre, dijo que “desde los primeros momentos pude advertir que no estábamos tratando con un mediador equitativo”, refiriéndose a Alexander Haig.
– Bruselas: El Secretario norteamericano de Defensa, dijo que los británicos tenían “justificación” para atacar el crucero “Belgrano”. También señaló que Estados Unidos consideraría cualquier solicitud ulterior de respaldo por parte de Gran Bretaña en sus operaciones del Atlántico Sur.
– Bruselas: Irlanda pidió una reunión inmediata del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en torno a la crisis de las Malvinas, al tiempo que surgían fuertes críticas en Europa contra el hundimiento por los británicos del crucero General Belgrano.

– Naciones Unidas: El secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuellar, reclamó una vez más al Reino Unido y a Argentina la aplicación “inmediata” de la resolución aprobada el 3 de abril pasado por el Consejo de Seguridad exigiendo el cese de las hostilidades.
– San José: El gobierno de Costa Rica propuso a los países miembros de la OEA el traslado de su sede, actualmente en Washington, a un país “que ofrezca condiciones óptimas”. Y sugiere que ese país podría ser Costa Rica.
– Londres: Al caer la noche el Ministerio de Defensa anunció el hundimiento del destructor británico “Sheffield”, uno de los más modernos de la flota, botado en 1975. El texto del comunicado es el siguiente: “En el curso de sus cometidos dentro de la zona de exclusión total en torno a las islas Falkland, el HMS Sheffield, un destructor del tipo 42, fue atacado y alcanzado por un misil argentino esta tarde. El buque tomó fuego, que se hizo incontrolable. Cuando ya no hubo posibilidades de salvarlo, la tripulación lo abandonó. Todos los que abandonaron el barco fueron rescatados”.

– Londres: Entre 150 y 200 soldados argentinos que fueron tomados prisioneros durante el intento de recuperación de las islas Georgias del Sur serán entregados a la Argentina a la mayor brevedad.
– Ante la publicidad de: “Estamos ganando”, presentada tanto en medios gráficos como televisivos se difunde el 4 de mayo el hecho sucedido el día primero, la Nación titulaba: “Fuera de la zona de bloque fue hundido el Crucero General Belgrano”, y Clarín anunciaba: “Rescatan náufragos del crucero hundido. Argentina denunció que atacaron fuera de la zona de guerra”.
El hundimiento del HMS Sheffield
La Argentina había sufrido el hundimiento del ARA General Belgrano el 2 de mayo y el ataque al ARA Alférez Sobral el 3 de mayo.
El 1 de mayo los Super Étendard habían abortado un ataque por una avería en el vuelo. Tras una meditación sobre esta misión el Comando de la Fuerza de Tareas 80 aprendió que debía utilizar el misil Exocet solo contra el Grupo de Batalla de Portaviones británico.
El comandante del Grupo de Batalla de Portaaviones, almirante John Forster Woodward, aguardaba repetir el éxito británico de abatir muchos aviones argentinos del 1 de mayo. El Grupo de Batalla de Portaaviones, integrado por el HMS Hermes y HMS Invincible navegó hacia el oeste durante la noche, para posicionarse a una distancia de 100 millas náuticas al sur de Puerto Argentino. Un grupo de tres destructores Tipo 42 se posicionó a una distancia de 20 millas náuticas prestos a enfrentar la amenaza aérea argentina.
Primeras misiones aéreas
En horas de la mañana del 4 de mayo de 1982, un avión Neptune 2P-2H matrícula 0708/2-P-112 despegó de Río Grande al mando del capitán de corbeta Ernesto Proni Leston con la misión de verificar si había ruta despejada para tres Hércules KC-130 a Puerto Argentino.

Los Neptune eran viejos aviones de exploración norteamericanos, cuyos radares eran inadecuados para ese tipo de operaciones, hecho que obligaba a sus pilotos a aproximarse a unas 100 millas del objetivo, misión sumamente peligrosa ya que ponía al aparato al alcance de las defensas antiaéreas que el enemigo tenía a bordo.
El vuelo, requerido por la Fuerza Aérea Argentina para el cruce de tres C-130, detectó emisiones del radar de búsqueda de un destructor Tipo 42.
El ataque – Preparativos
El empleo de los aviones de exploración Neptune facilitó la localización de blancos enemigos que luego podrían ser atacados. En el mapa puede apreciarse el derrotero seguido por el avión el 4 de Mayo, día en que detectó la posición de parte de la flota británica:

Derrotero seguido por el Neptune cuando detectó al HMS Sheffield
Se captaron un blanco grande, seguramente un portaaviones y tres blancos medianos. El curso errático del avión explorador (cambios de dirección aleatorios cuando descendía a baja altura), era la forma de evitar un posible ataque de aviones o buques de la Fuerza de Tareas (Task Force).
Eran las 10,05 cuando la Base Naval de Espora y el TOAS recibieron la comunicación del radarista Pernusi, a bordo del SP-2H, informando que se había detectado lo que parecía un posible blanco enemigo; un “duende” según la expresión utilizada. Fue el cabo Yerba el encargado de transmitirlo al Comando de Aviación Naval.
Eran las 10,30, cuando el teniente de fragata Carlos Machetanz salió corriendo de la sala de pilotos de la Base Aérea de Río Grande para dirigirse al edificio de oficiales, procurando no resbalar sobre el piso cubierto de escarcha. Soplaba un viento helado y la temperatura estaba por debajo de los 0 grados.
Cuando entró en el recinto, el teniente de fragata Armando Mayora se hallaba recostado sobre un camastro, del que se incorporó velozmente al ver entrar a Machetanz. Preocupado le preguntó que ocurría y Machetanz le explicó que se había detectado un posible blanco y que debía dirigirse a la sala de prevuelo donde se encontraban reunidos los otros pilotos.
El Comando de la Fuerza de Tareas 80 resolvió entonces alistar un par de aviones Super Étendard armados con un Exocet cada uno.
Una vez en la sala vieron al capitán de navío Augusto Bedacarratz, segundo comandante de la Escuadrilla, dialogando con otros colegas. Para ese momento, él y Mayora habían sido designados para efectuar el ataque.
Realmente la elección no podía haber sido mejor. Ambos pilotos habían volado juntos en innumerables misiones de entrenamiento y se conocían lo suficiente como para no tener que utilizar demasiado la radio.
Cuando todo estuvo listo, los aviadores se encaminaron a sus aparatos. Comenzaban a vivirse momentos de ansiedad, ansiedad que iba en aumento a medida que pasaban los minutos.
Mientras los mecánicos supervisaban los aviones, los pilotos se colocaron sus equipos de supervivencia, sus cascos y sus trajes antiexposición que les permitirían sobrevivir en las aguas heladas durante media hora y se aprestaron a tomar ubicación dentro de sus cabinas.
De la Base Aeronaval Río Grande despegaron dos Super Etendard, armados con un Exocet cada uno, efectuaron un reabastecimiento con apoyo del Hércules KC-130 al mando del Vicecomodoro Eduardo Pessana.
El avión cisterna KC-130H Hercules TC-69 «Rata» del Vicecomodoro Pessana decoló a las 08,45 de la Base Aérea Militar Río Gallegos.
La operación recibía apoyatura aérea de dos escuadrillas de Dagger situadas a 20.000 pies, armados con misiles aire-aire, un Lear Jet del Escuadrón Fénix actuaba, como siempre, en misión de diversión. Concluida la operación, los Super Etendard prosiguieron hacia las coordenadas dadas por el avión explorador Neptune, aun volando a 4500 metros. Luego descenderían para ingresar en la zona muerta del radar y evitar ser detectados por los británicos.
Ya en el aire, Bedacarratz y Mayora enfilaron hacia el punto de reunión con el avión-tanque KC-130, para efectuar el reabastecimiento. El encastre fue perfecto; los tanques se llenaron sin problemas y a las 10,04 se desengancharon. Se hallaban a unas 250 millas del objetivo.

Ruta recorrida para atacar al HMS Sheffield
Cuando los SUE estaban volando al ras del agua, próximos a las coordenadas especificadas por el Neptune, recibieron un mensaje de ese avión, confirmando un blanco grande y dos medianos en 52º33’ Sur y 57º40’ Oeste y otro blanco mediano en 52º48’ Sur y 57º31’ Oeste. En otros términos, el último buque distaba de los primeros unas 30 millas.
Prosiguieron hacia esas coordenadas siempre al ras del agua, luego de recorrer unas millas más, se elevaron unos metros para salir de la zona muerta del radar británico y realizar barridos con el propio para localizar el blanco.
A las 11,00 horas, ambos aviones trepan hasta los 300 metros de altura y durante tres segundos emiten el barrido de radar necesario para obtener la posición final de sus blancos. Ya con la lectura de radar, los aviones vuelven a rasante e ingresan los datos necesarios para que los misiles pudieran ser disparados. Ambos pilotos detectaron un blanco grande y tres medianos, “engancharon” sus Exocet al blanco grande
A las 11,04 horas ambos aviones iniciaron la fase de ataque, trepan hasta la altura de lanzamiento y de inmediato el CC Bedacarratz dispara su misil AM-39 “Exocet”, pocos segundos después, el TF Mayora dispara el suyo, ambos se transformarían en los primeros pilotos en disparar en combate este tipo de misiles. La distancia aproximada de lanzamiento, con respecto a los blancos, fue de unas 30 millas (54 Km.)

Mientras los proyectiles emprendían su vuelo a velocidad supersónica, los pilotos viraron bruscamente hacia la izquierda e iniciaron el escape a unos 1000 km/h al ras del agua o, como suele decirse en esos casos, “peinando las olas”. Había poca visibilidad y el mar, debajo, estaba encrespado. Bedacarratz advirtió a Mayora sobre el peligro de chocar contra el oleaje.

En plena trayectoria de regreso, el jefe de la formación creyó ser perseguido por un par de Harriers pero la voz de su numeral lo tranquilizó al advertirle que era él quien iba casi pegado a su cola.
El misil impactó en la fragata británica Sheffield, mató a 20 hombres e hirió a 24

En pocos segundos, el Sheffield se vio invadido por un sofocante humo negro.
Los ingleses declararon, más tarde, que se había atacado al HMS Sheffield con un Exocet y que otro misil había pasado de largo frente a la Fragata Yarmouth. Ambos misiles fueron apuntados al blanco grande, es decir tenían las mismas coordenadas.
Son varios los especialistas que sostienen que el blanco grande fue impactado y que se trataba del portaaviones Hermes. Hecho que fuera compatible con la escasa actividad de éste luego del 4 de mayo.

El HMS Sheffield era uno de los destructores Type 42 de la Royal Navy. En mayo de 1982 cruzaba en el límite externo de la formación naval británica, en misión de descubierta radar para los vitales portaaviones y buques de transporte de tropas. A bordo de otra unidad en las proximidades, una fragata, un sistema electrónico de alarma de amenazas señaló un posible peligro; la primera señal de alarma para el Sheffield vino de un oficial del puente que localizó una brillante esfera de fuego que se dirigía contra el buque. Tan pronto lanzó la alarma, un misil AM 39 Exocet golpeó el casco.
La posición de los buques británicos en San Carlos se convirtió en doblemente importante después de la pérdida del Sheffield. La zona no era adecuada para el lanzamiento de los Exocet y el accidentado y ventoso canal hubiera dado a los pilotos pocas oportunidades para efectuar una ruta de ataque directa.

El regreso
Mientras esto ocurría en alta mar, los dos Super Etendard continuaban su viaje de regreso al continente. El comandante del KC-130 pidió el resultado de la misión y una vez transmitido, lo informó a Río Grande, donde era aguardado con mucha ansiedad.
El oficial de guardia llamó desde la torre a la sala de pilotos y cuando atendió el teniente Barraza, pasó la novedad. La alegría se adueñó de la situación. Hubo gritos, aplausos, vivas y gran algarabía, hasta tal punto, que los mecánicos en los hangares corrieron a sumarse al festejo.
Poco tiempo después se recibió la información de que los Super Etendard se acercaban, momento en que Bedacarratz informaba a Mayora que, a partir de ese momento, pasaban a frecuencia de torre. Cuando se encontraban a 10 millas de distancia se puso en contacto con ella para indicar que se incorporaban a circuito de aterrizaje y de ese modo la torre los fue guiando hasta aterrizar sin inconvenientes.
El recibimiento fue apoteótico. Integrantes de las escuadrillas aeronavales y de la Fuerza Aérea, así como también personal civil y militar de la base gritaban eufóricos agitando en alto sus brazos y lanzando al aire sus gorras. Algunos corrían detrás de las aeronaves mientras estas carreteaban hacia los hangares.
Los pilotos descendieron mientras eran abrazados y felicitados por los presentes. Fueron momentos de mucha emoción.
Aquel fue un vuelo impecable llevado a cabo por aviadores de elite. Bedacarratz y Mayora dispararon sus mísiles cuando el sistema de detección de sus aviones indicaba que habían entrado en la zona de alcance del objetivo, a unos 35 kms aproximadamente.
El ataque al “Sheffield” motivó la detención momentánea de toda la flota enemiga. Sus jefes, sumamente impresionados, emprendieron un cambio en las tácticas y las operaciones, convencidos de que, si no lo hacían, los golpes que recibirían en el futuro serían demoledores. Nadie imaginaba que la Argentina era capaz de llevar a cabo un ataque de tal envergadura y eso desconcertó a muchos.
El “Sheffield” se hundió seis días después, mientras era remolcado lentamente hacia la isla Ascención, desapareciendo bajo las heladas aguas del Atlántico Sur.

Misiles sobre el Sheffield: la misión aérea argentina que estremeció a la flota británica y pudo cambiar el curso de la guerra

Por Marcelo Larraquy
Periodista e historiador (UBA)
El 4 de mayo de 1982, dos pilotos de la Aviación Naval golpearon sobre el destructor con el misil Exocet, lanzados desde aviones Super Étendard. En el libro “La Guerra Invisible”, se revela la alucinante travesía del avión explorador que, durante siete horas y sin sistema de defensa, se introdujo “en la boca del lobo” del enemigo para detectar y transmitir a los aviadores la posición del buque inglés que luego sería hundido.

Hundimiento del Sheffield Guerra de Malvinas 4 de mayo 1982
Luego de detectar la posición de los náufragos del Crucero General Belgrano y en medio de las tareas de rescate, le ordenaron al avión explorador Neptune que volara hacia el sudeste de las Malvinas. Se había detectado una señal, un “ruido”, no identificado. El comando de Fuerza Aérea Sur (FAS), en Comodoro Rivadavia, quería precisar de qué se trataba.En la tarde del 3 de mayo, el Neptune voló al límite del combustible hacia la zona y confirmó el “ruido” en su radar, una posible emisión electrónica de un buque enemigo.
Hasta ese momento, la escuadrilla de aviones Super Étendard liderada por el capitán Jorge Luis Colombo era la única que no había realizado sus misiones aéreas al tercer día de combate. Y además no sabían si el sistema de armas del avión funcionaba. Gran Bretaña suponía que los técnicos argentinos no habían establecido el “diálogo electrónico” entre el avión y el misil o no sabían hacer el traspaso de combustible en el aire, en condiciones meteorológicas de viento y lluvia.
En el hangar de la base de Río Grande, los pilotos Augusto Bedacarratz y Armando Mayora esperaban la llegada de la posición de un objetivo enemigo. En La Guerra Invisible, Marcelo Larraquy revela detalles desconocidos de las misiones aéreas del avión explorador Neptune y los Super Étendard, que, tras el impacto sobre el Sheffield, convirtieron al continente en el centro de gravedad de la guerra.
Aquí, un extracto del libro sobre el ataque al buque inglés, el primero de la flota real en hundirse en una batalla desde la Segunda Guerra Mundial.
Extracto
(…) En la noche del 3 de mayo, con la verificación del ruido percibido en el sudeste de las islas Malvinas por la tripulación 2 del Neptune, se le ordenó a la tripulación 3 su despegue en la madrugada siguiente. Debían explorar la zona y también detectar posibles barcos enemigos alrededor de las islas para dar seguridad al posterior vuelo de un Hércules C-130 que, sin armamento ni defensas, volaba con las luces apagadas a pocos metros del mar para no ser detectado por los radares británicos. El Hércules —o La Chancha, como lo apodaban— podía transportar hasta 70 toneladas de peso para abastecer la logística de las tropas.
El comandante del Neptune, Proni Leston, se acercó a la sala del hangar para establecer con los pilotos la frecuencia de comunicación en caso de que verificaran la presencia de un buque. Augusto Bedacarratz le pidió que transmitiera la posición en forma directa. Existía una tabla de autenticación de latitud y longitud, coordenadas valiosas para ejercicios de la flota en tiempos de paz —FI, 28, 20—, pero podría ser comprendida y alertaría a la flota británica. Por ese motivo él prefería que les pasase los números de corrido, “44.25.5 38.24.12”, sin diferenciarlos por latitud y longitud, grados, minutos ni décimas de segundos.
El Neptune despegó a las cinco de la madrugada del 4 de mayo. Volaría con rumbo al sudeste de la isla Soledad. Si lograba darle la posición, el SUE se ahorraría la necesidad de volar emitiendo radar. Lo haría en la zona del lanzamiento y solo alcanzaría a ser detectado a último momento. El SUE emitiría radar cuando tuviera la certeza de que el blanco estuviera en su pantalla.
El avión explorador buscaría y precisaría la posición, y el SUE volaría hacia ella, verificaría el blanco y lanzaría el misil. Sería la primera vez que la Aviación Naval estableciera esta fórmula en un combate real, la primera vez que se probaría el lanzamiento del misil Exocet AM-39.
La tripulación 3 voló en búsqueda aleatoria. Tenía el indicio reportado en la noche anterior. Suponían que podría haber algo. Pero también ellos debían emitir radar por apenas uno o dos segundos, el tiempo mínimo indispensable. Dos o tres vueltas de antena y únicamente en el sector donde estarían los buques.
Cuando se emite radar para buscar un blanco, el equipo contramedidas “deja de escuchar”, se bloquea su receptor, y no puede recibir la emisión del supuesto radar del enemigo. Y si el enemigo logra interceptarlo en su pantalla y el equipo contramedidas del Neptune no se entera, vuela con el riesgo de ser impactado. Por eso, trataban de emitir lo mínimo, para ocultar la presencia e intentar escuchar las emisiones del enemigo.
El Neptune trató de “disfrazar” su aproximación hacia el sudeste. Su radar de búsqueda de superficie APS-2, Airborne Patrol System, al ciento por ciento de su potencia, tenía un alcance de más de 200 millas. Pero, a medida que se iba acercando a la zona del “ruido”, del blanco enemigo, emitía radar con menores decibeles para camuflar su propia trayectoria. Se lo oía más lejos, para hacer creer a los que lo escuchaban que se estaba yendo.
Esta fue la táctica de la tripulación 3: mayor acercamiento con emisión de radar a menores decibeles. Y, cuando estuviera cerca de la zona de búsqueda e intuyera que su radar podría detectar algo con mayor precisión, volvería a emitir al ciento por ciento para reflejar la intensidad de la onda en toda la superficie radar.
El Neptune fue avanzando hacia el “ruido” a una altura de entre 1500 y 2000 pies, alrededor de 500 metros. Emitía y apagaba el radar. En un momento, cuando estaban en silencio, sin emisión, percibieron una señal: algún buque los había “visto”, los había “escuchado”. El operador del equipo de contramedidas percibió su origen en su computadora: era una frecuencia de repetición de pulso del 965, un radar de búsqueda de una nave tipo 42, que utilizan los destructores de la clase Sheffield y también el portaviones Invincible. Estaba ubicado a 75 millas al sur de Puerto Argentino. Junto al portaviones Hermes, el Invincible era la frutilla del postre para los pilotos.

Super Etendard en 1982 Guerra de Malvinas
El oficial control de operaciones (OCO) se lo informó por intercomunicador a Proni Leston. El comandante recibía la información gráfica del operador en el tablero. El OCO sugería qué debía hacerse, y Proni Leston, asistido por el copiloto, tomaba la decisión. Tenía el panorama total de lo que percibía cada uno de los miembros de la tripulación. Así funcionaba el equipo.
Eran las 7:10 de la mañana del 4 de mayo de 1982. La tripulación 3 había recibido la información en determinado rumbo, con determinada intensidad. Había detectado el origen del “ruido”. El Neptune voló durante una hora y media en las inmediaciones del enemigo, alejado a unas cien millas náuticas. Cada veinte o treinta minutos hacía una aproximación hasta las 50 millas volando rasante, por debajo del lóbulo del radar británico, para no ser detectado. En un momento, ascendieron el Neptune a mil metros y emitieron radar. Dos vueltas de antena en la pantalla. Y encontraron tres puntos. La luminosidad en la pantalla traslucía la dimensión de cada uno. El buque más grande reflejaba una luz más intensa. Ya estaban los blancos. Tres blancos. Había tres ecos no identificados. Tres duendes.
Apagaron radar. Ahora, total discreción. Descendieron para asegurarse de que no los detectaran, muy abajo; volaron a 150 pies, en dirección sur, para que los británicos supusieran que se dirigían al área de búsqueda de los náufragos del Belgrano.
Ahora ya estaban lejos del “ruido”, a 150 millas. Proni Leston comunicó la novedad al búnker de (la base de) Río Grande y al Comando de Aviación Naval, en la Base Espora. Informó que el Hércules no podría llegar a las islas. En la madrugada, un avión Vulcan había descargado bombas sobre Puerto Argentino, como lo había hecho el 1º de mayo. Proni prosiguió. Había detectado tres blancos, uno posiblemente grande, radar 965, y dos medianos, dijo. Ese era el indicio. “Recibido. Mantengan exploración del contacto”, respondieron desde el canal de frecuencia.
Debían enfocarse allí, en ese punto dato. Volverían a comunicarse en dos horas, cuando identificaran otra vez al blanco y transmitieran la última posición. Era una acción de riesgo, porque se debía exponer otra vez al Neptune, que no tenía capacidad de defensa, a 50 millas del buque enemigo.
El capitán Colombo entró a la habitación de Bedacarratz y Mayora y los despertó. Había un blanco determinado, un radar de- terminado, un 965, y una posición determinada, 75 millas al sur de Puerto Argentino. Todo el mundo saltó de la cama. La escuadrilla se alistó. Los mecánicos y los técnicos fueron a preparar los aviones. Cada uno a su tarea. La dupla de pilotos se instaló en la sala del hangar para diseñar el prevuelo. Llegó el meteorólogo y le dio la condición climática de la zona donde debían operar. Todo lo que sucedería en vuelo debía ser resuelto en la sala. Bedacarratz y Mayora definieron que no habría comunicación entre ellos hasta la localización del blanco.
Ahora solo debían despegar y esperar que el Neptune informara la nueva posición.
Mientras tanto, la tripulación 3 se mantenía en el aire. Era un tiempo de espera. La distancia del blanco los protegía. Ya tenían experiencia con las prácticas de vuelo sobre el destructor tipo 42 Santísima Trinidad de la Armada. Fuera del radio de las 120 o 150 millas, no habría riesgos. Como suponían que el blanco era un portaviones, podría tener embarcados a los Sea Harrier, con una autonomía de operatividad de 70 millas, 130 kilómetros. Y el misil del portaviones, el Sea Dart, solo tenía un alcance de 25 o 30 millas para un blanco en altura.
Bedacarratz y Mayora despegaron de la base de Río Grande a las 8:45 de la mañana. Volaron hasta 250 millas del blanco, donde realizaron el primer reabastecimiento con el avión tanque Hércules KC-130 y comenzaron a desarrollar el perfil de ataque acordado. Eligieron la ruta del sur. Debían hacer una aproximación indirecta para evitar que un “piquete radar” —un barco enemigo— pudiera interceptar el vuelo.
(…) El Neptune siguió acercándose al blanco. Volando bajo, a cien pies. Ya sabían que los Super Étendard habían despegado, ya sabían dónde harían la recarga de combustible, ya sabían a qué hora llegarían a la zona de lanzamiento. Quince o veinte minutos antes, Proni Leston debía comunicar las nuevas coordenadas. Seguían con el radar apagado, avanzando a modo discreto. El OCO informaba a qué distancia estaban del blanco. A las 70 u 80 millas podían tener un Sea Harrier encima. Existía una preocupación adicional: ya habían quemado los cristales del radar que determinaba la frecuencia de la emisión. Al colocarlo al ciento por ciento de potencia, los cristales se habían quemado. El radar era frágil cuando se lo exigía. En los ejercicios, lo usaban al 80 por ciento. Ya habían roto dos juegos de cristales durante la aproximación al área crítica y el radarista los había ido cambiando. Era una tarea delicada cuando se hacía en vuelo. Ahora quedaba uno solo y estaba puesto en el radar.
El Neptune continuó vuelo. A medida que se acercaba para dar la última posición, el peligro crecía. Lo iba advirtiendo el operador del equipo de contramedidas, que recepcionaba las emisiones electrónicas.
El equipo contramedidas permitía captar una emisión con una frecuencia y una pulsación de onda determinadas. Al acercarse al blanco, los decibeles subían, notificaban el riesgo. Por eso, el radarista avisó al comandante Proni que estaba recibiendo una señal de intensidad de 15 decibeles. A mayor cantidad de decibeles, mayor exposición. “Ahora 18”, avisó. La señal ya hacía un ruido intenso. Se suponía que a partir de los 20 el Neptune ya estaba en la pantalla radar del enemigo. Y la distancia no lo protegía. Se encontraban a 60 millas; podían convertirse en blanco del misil de un Sea Harrier.
Desde la cabina, Proni iba monitoreando las dos informaciones. Decía “contramedida” y el radarista informaba. Ahora recibía una señal de 25 decibeles de intensidad y el equipo de contramedidas bramaba. Era alarmante. Estaban muy metidos dentro del lóbulo de la señal. Los había detectado el radar 965. Podía ser el Invincible, el Sheffield, el Hermes. Y el OCO tripulante le iba informando la distancia. Estaban a 50 millas del blanco. Mayor acercamiento, más intensidad de decibeles, más luminoso aparecía el Neptune en la pantalla de radar del enemigo. Ya estaban en zona de impacto. Podrían ser atacados. Y el Neptune no tenía protección aérea, no tenía forma de defenderse.

El 4 de mayo de 1982 dos aviones Super Étendard hundieron al destructor HMS Sheffield flota britanica
En este punto, a las 10:35 de la mañana del 4 de mayo, debajo de las Malvinas, a 250 nudos de velocidad, con el radarista listo, el operador de control de operaciones listo, toda la tripulación 3 lista, Proni Leston decidió subir a 2500 pies de altura y emitir radar por cuarta vez, con el último cristal. Una barrida, nada más. El radarista informó: los tengo situados. Se veían otra vez los tres blancos en navegación normal. Un buque grande junto a dos medianos. No se habían dispersado. Estaban juntos. Ahí cortaron motor, sacaron el pie del acelerador y volvieron a bajar, bien abajo, para esconderse rumbo al sur. Y luego, con una emisión de decibeles muy tenue, pusieron rumbo norte, para encubrir su posición.
Cuando se alejó del área de riesgo, el Neptune buscó la frecuencia de radio de los Super Étendard para dar la última información del blanco enemigo. Los interceptó justo cuando estaban haciendo el traspaso de combustible. Aprovecharon que todavía estaban en altura. Habló el capitán Sergio Sepetich, copiloto. “Vasco, aquí Ruso”, dijo Sepetich. “Ruso, aquí Vasco”, respondió Bedacarratz. Le dio los números, latitud y longitud, de corrido, como habían acordado. Las naves británicas, en dos horas, se habían desplazado. Ahora estaban a 60 millas al sureste de la isla Soledad.
Los SUE recibieron combustible de la sonda y bajaron para no ser interceptados. Bedacarratz descartó emitir radar a las 55 millas. Decidió volar hasta la milla 40, como le marcaba la pantalla. En tiempo de vuelo, la diferencia podía ser de cuarenta o cincuenta segundos, un tiempo valioso para quitarle reacción al enemigo.
Nada sucedió como preveían.
Cuando en la milla 40 subieron a 2500 pies y emitieron por primera vez con tres barridos de radar, no vieron nada. Ninguno de los dos pilotos, Bedacarratz ni Mayora, observaron absolutamente nada en sus pantallas. Nada. Y, si ninguno de los dos había visto nada en el callejón en el que habían emitido, no había error de parte de ellos. Los blancos detectados por el Neptune no estaban.
Fueron segundos de incertidumbre, pero entre los pilotos no hubo comunicación. Continuaron el perfil de vuelo. Siguieron rumbo al supuesto blanco. Había mucho feeling entre ellos. No hacía falta que Bedacarratz, que estaba mil metros adelante de Mayora, le dijera qué debía hacer. Mayora lo sabía.
A partir de ahora, el vuelo era “indiscreto”. El radar enemigo ya estaba en condiciones de localizarlos.
En la milla 40 bajaron, volvieron a volar rasante, debajo de los cien pies, 30 metros por encima del mar, paseando combustible, derrochando, y aceleraron más. Volaban a casi mil kilómetros por hora y todavía no habían detectado el blanco. Ya estaban en la milla 25. En no más de treinta segundos debían disparar dos misiles Exocet, los primeros dos misiles del Super Étendard. El bautismo de fuego. Pero todavía no sabían contra qué. No habían visto nada.
Bedacarrtaz dio dos golpecitos en la radio y Mayora escuchó “clic-clic” en su cabina. Era una pulsación que usaban cuando querían decirse algo sin hablar. La habían practicado decenas de veces. El enemigo no lograría detectarlo. El “clic-clic” era la señal de que debían subir otra vez.
En la milla 25 el techo de nubes estaba a 600 pies. Bedacarratz no quiso atravesarlo porque pensaba que perdería contacto visual con Mayora. Entre las nubes lo perdería. Emitieron con el radar y vieron los tres ecos que les había transmitido el Neptune. Allí estaban. Un eco grande y otros dos medianos. Los tres duendes. Y otro buque aislado, más al norte. Debían enfocarse en el grupo de tres. Estaban 60 millas al sureste de la isla Soledad.
La información que había dado el Neptune era correcta. La diferencia consistía en que, a 40 millas del blanco, no habían podido ver los ecos en el radar porque los buques se habían corrido 11 millas. Y cuando los pilotos ascendieron en la milla 25 para emitir con el radar, en realidad, estaban a 36 millas reales del blanco.
Bedacarratz tomó la decisión de lanzar sobre el buque de la derecha. Giró y subieron al mínimo de altura posible de lanzamiento, 250 pies, 75 metros, para que no los impactara el enemigo, si es que los había detectado.
Al llegar a la milla 22 que marcaba su visor, entendió que estaba a la distancia correcta. Solo tenían que enganchar el misil en el eco más grande del radar y que el avión lo comunicara al misil. En el visor se veía el buque iluminado en forma constante, hacía como una viborita con la letra A: accroché. Objetivo enganchado. Estaban volando a 480 nudos, casi 900 kilómetros por hora, la máxima velocidad posible con el misil bajo el ala.
El “diálogo electrónico” que habían testeado en el hangar de la Base Espora ahora se probaría por primera vez en un combate real.
Bedacarratz lanzó en la milla 22. El misil tarda un segundo en desprenderse. Y ese movimiento se siente en el ala: son 660 kilos que bajan del avión. Mayora no escuchó la orden de Bedacarratz. Había mucho ruido en la cabina y no se veía bien. Lo que vio fue el fuego debajo del ala del Super Étendard de su capitán. Le preguntó si había lanzado. Bedacarratz, que ya veía la estela del misil en dirección al blanco, dijo que sí. Entonces Mayora lanzó el suyo.

Una fragata se acerca al dañado HMS Sheffield, rociando agua de sus mangueras mientras un helicóptero Sea King sobrevuela en las Islas Malvinas, el 28 de mayo de 1982. Dos cazas de ataque argentinos Super Etendard atacaron el barco con misiles, iniciando incendios que ardieron durante días, antes de que el Sheffield finalmente se hundiera. Se perdieron veinte vidas. (AP)
A partir de ese momento la mayor amenaza era que los impactara un misil Sea Dart del buque que habían atacado o que los persiguiera una patrulla aérea de combate. Escaparon al máximo, ahora sí, a más de mil kilómetros por hora. No pensaron si el misil había golpeado o no en el blanco. Pensaron en no tragarse el agua, en huir a 50 millas todavía más hacia el sur, como lo habían planificado, un vuelo hacia la Antártida, que fuese difícil de rastrear por aviones enemigos o por un “piquete radar”, en la ruta de regreso. Volver a la base en línea recta supondría más riesgos.
El lanzamiento se realizó a las 11:04 del 4 de mayo de 1982. El Neptune estaba a la espera. Se habían quedado dando vueltas por el aire, calculando el tiempo de aproximación al blanco y el lanzamiento. Hasta que Ruso llamó a Vasco. “Lanzamiento exitoso, estamos volviendo”, respondió Vasco. Si había pegado o no, todavía no lo sabía nadie. Desde el Neptune retransmitieron el mensaje al búnker. En ese momento se aflojaron. Se acordaron de que en el avión había café, sándwiches. Tomaron mate. Ya llevaban más de siete horas de vuelo.
Una hora más tarde, Bedacarratz y Mayora aterrizaron en la base de Río Grande. Cuando descendieron no había novedades, pero se sentían seguros. En el ambiente también había confianza. Todas las escuadrillas fueron a recibirlos. Un rato después, aterrizó el Neptune. La diferencia de velocidad entre los dos aviones era sustancial. El avión explorador volaba a 300 kilómetros por hora. El Super Étendard, a 900.
Bedacarratz y Mayora comenzaron a relatar la misión en un papel en la sala del hangar y luego la pasaron en limpio en el casino de oficiales. Bedacarratz recordaba los detalles de la acción, Mayora aportaba los suyos y los escribía. Fue en ese momento que en la sala se interceptó la radio BBC y escucharon la novedad. El gobierno británico reconocía, a las cinco de la tarde hora británica, que el Sheffield había sido atacado por un misil y la acción había provocado veintidós muertos y una cantidad indeterminada de heridos. El destructor todavía se estaba incendiando. (…)
Fuente: Infobae.com
https://marcelolarraquy.com/
Los Super Étendard argentinos atacan exitosamente al Destructor HMS Sheffield

4 de Mayo de 1982. A lo largo de las últimas dos jornadas, desde que tuviera lugar el hundimiento del Crucero ARA General Belgrano, desde la Armada Argentina y Fuerza Aérea Argentina han emprendido los esfuerzos para las misiones de búsqueda y rescate. Gracias al esfuerzo de las tripulaciones a bordo de los destructores “Piedrabuena”, el “Bouchard” y el “Gurruchaga”, como de los medios aéreos de exploración, ya han sido rescatados un total de 770 sobrevivientes. En este sentido, el ARA Bahía Paraíso ha logrado localizar y recuperar a 18 tripulantes vivos, que se encontrarán a 100 kilómetros de distancia del lugar del hundimiento. Al día de la fecha prosiguen los esfuerzos de búsqueda y rescate para localizar a nuevos supervivientes, pero las oportunidades de hacerlo son cada vez más reducidas frente al inclemente tiempo y temperaturas del Atlántico Sur.

Desde esta forma, tras jornadas inquietantes para la República Argentina, el Comando de Aviación Naval ha logrado devolver el golpe al Royal Navy. En el día de la fecha, cazabombarderos Super Étendard (SUE) partieron desde bases en el sur del continente para escribir una página que será recordada en los anales de la historia militar moderna. Debemos confirmar el exitoso ataque, a través del empleo de misiles AM-39 Exocet, al destructor Tipo 42 HMS Sheffield. A continuación, brindaremos un breve repaso de los hechos informados por la Armada Argentina.
El ataque al Destructor Tipo 42 HMS Sheffield

Por la madrugada del 4 de mayo de 1982 despegó de Río Grande uno de los dos aviones SP-2H Neptune, 2-P-112, de la Escuadrilla Aeronaval de Exploración disponibles para llevar a cabo una misión de exploración antisuperficie. El objetivo original de la misión era posibilitar el arribo de tres Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina a Puerto Argentino. Debido a los ataques en Puerto Argentino los C-130 se les había dificultado el vuelo hacía las islas Malvinas
Cerca de la 05:00, el Neptune detecta un primer eco pero es advertido por su comando que se trata del aviso ARA Comodoro Somellera (A-10) en su posición de salvamento designada. Haciendo frente a recurrentes fallas del radar, las cual eran subsanadas, la tripulación del 2-P-112 capta un eco ubicado aproximadamente al sudeste de la Isla Soledad a las 07:10. El análisis de su emisión radar indico que se trataría de un destructor Tipo 42. La novedad informada al comando de las Fuerzas de Tareas Aeronaval 80, quien dispuso que se mantenga contacto discreto. Mientras se ordeno en el continente que fueran alistados los medios del Comando de Aviación Naval, a través de dos Super Étendard (cada uno armado con un misil AM-39 Exocet); y medios de apoyo y cobertura de la Fuerza Aérea Argentina, como los reabstecedores KC-130 y cazas Dagger portando misiles Shaffrir.

Durante las próximas tres horas, posteriores al primer contacto, la tripulación del Neptune mantuvo contacto discreto con los buques del a Royal Navy, a fin de actualizar sus posiciones actualizadas a la espera del despegue de los Super Etendard desde sus base en Río Gallegos. Aproximadamente a las 08:43, el radar obtuvo tres contactos nuevos, reportando esta información.
A las 09:44 partieron desde la Base Aeronaval Río Grande dos SUE, A-202 y A-203, a los mandos Capitán de Corbeta Augusto Bedacarratz y el Teniente de Fragata Armando Mayora. Cada avión, armado con un Exocet, partió con la información suministrada por el Neptune a las 08:43. Su primer objetivo era reunirse con los KC-130 para reabastecer combustible. El encuentro, a 250 millas del blanco, tuvo lugar a las 10:04. Una vez reabastecidos, ambos cazabombarderos iniciaron la fase final de aproximación y ataque contra los blancos detectados por el Neptune; el cual brindo la último posición actualizada de los blancos a las 10:30.

La última actualización del Netptune a los SUE se produjo a las 10:35. El radar General Electric AN/APS-20 había captado de dos blancos, uno grande y otro más pequeño, a apropiadamente 115 millas de distancia. Ambas aeronaves continuaron a vuelo rasante, para elevarse a 300 metros y activar sus radares, y volver a descender. Precisamente a las 11.04, estando a unos 40 km del blanco, lanzan simultáneamente sus misiles AM-39 sin que adviertan interferencia alguna. Los Exocet impactaron en el costado de estribor del HMS Sheffield a unos seis metros por sobre la línea de flotación y donde se encontraba la Central de Información de Combate. La carga explosiva no estalla aunque el peso del misil de alrededor de media tonelada volando a 700 nudos perfora y atraviesa el pasadizo de esa banda para finamente desintegrarse y entrar en combustión el propelente provocando un incendio que no podrá ser controlado.
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Finalmente luego de haber efectuado el lanzamiento, ambas aeronaves retornan a Río Grande sin saber que han hecho historia. El HMS Sheffield se encuentra rodeado por las llamas, mientras su tripulación es evacuada. Aproximadamente a horas del mediodía, tanto los dos Super Etendard como el Netptune arribaron a sus bases en el continente.
Frente: Islas Malvinas

Teniendo como marco las acciones de días anteriores, la Royal Navy ha tomado prudente distancia a la Islas Malvinas para evitar cualquier acción contra el núcleo de la Task Force. No obstante, desde los portaviones HMS Hermes e HMS Invible continúan despegando Sea Harrier a los fines de atacar a los aeródromos argentinos: BAM Cóndor y la base Calderón. De esta forma se reporta que tres Sea Harriers llevaron a cabo una misión de bombardeo en Goose Green, uno de ellos siendo derribado luego de ser alcanzado por proyectiles de 35mm del Grupo Artillería de Defensa Aérea. La segunda aeronave fue alcanzada por el fuego de los cañones de 20mm, mientras que el tercer atacante se retiro luego de aguardar en vano la reunión con sus numerales.
Por su parte, la situación en Puerto Argentino reporta la acción nuevamente contra el BAM Malvinas de bombarderos estratégicos Avro Vulcan en el marco de la Operación Black Buck II. El ataque se produjo aproximadamente a las 05:33, provocando la alerta roja. En total, fueron lanzadas contra la pista diecisiete bombas con retardo de 1.000 libras, provocando cráteres de 15 metros de diámetro y seis de profundidad. Un segundo ataque de este tipo fue realizado a las 08:00. Los impactos coincidieron con algunas de las posiciones ocupadas del Regimiento de Infantería 25, sin lamentar victimas.
Frente: Continente
Búsqueda del ARA Alférez Sobral
A su vez, cerca de media mañana, el comandante del Puerto de Comodoro Rivadavia informa que la estación costera de Puerto Deseado ha recibido señales muy débiles del Alférez Sobral que dan cuenta que navega hacia ese puerto con averías. Se dio aviso que su señal fue recibida. Mientras tanto, a la fuerza de tarea 79 le es ordenado llevar a cabo exploración para ubicar el Alférez Sobral. El destructor PY es destacado para dar apoyo en la búsqueda del buque. Precisamente a las 12.00, se detecta que el aviso se encuentra en la cercanías de Cabo Blanco. Parten en ayuda el Cabo San Antonio y dos guardacostas de la Prefectura Naval, uno desde Río Gallegos y el otro desde Puerto Deseado.
Fuente: https://www.zona-militar.com/
Comunicados del Estado Mayor Conjunto
Comunicado n° 20: El Estado Mayor Conjunto comunica que los buques de la Armada destacados para el rescate de náufragos del Crucero ARA General Belgrano han recogido 400 tripulantes, los que a bordo del Aviso ARA Gurruchaga se dirigen a Ushuaia.
Asimismo, informa que continúan las tareas de rescate del personal de otras aproximadamente 15 embarcaciones más, que se encuentran localizadas en la zona.
Comunicado n° 21: El Estado Mayor Conjunto comunica que hasta el momento han sido rescatados 680 tripulantes del Crucero ARA General Belgrano. Unidades de la Armada continúan con las tareas de rescate de personal que se encuentra en embarcaciones localizadas en la zona.
Comunicado n° 22: El Estado Mayor Conjunto comunica que a las 14,50 horas se produjo sobre Base Cóndor en Puerto Darwin, en las Islas Malvinas, un ataque aéreo con tres aviones Sea Harrier.
Dos de las máquinas incursoras fueron abatidas por el fuego de la Artillería Antiaérea.
No se registraron bajas, ni daños materiales en la fuerza propia.
Comunicado n° 23: El Estado Mayor Conjunto comunica que habiendo sido atacado Puerto Argentino por medios aéreos a las 05:30 y en uso del derecho de legítima defensa, ordenó una incursión aérea sobre la Fuerza de Tareas Inglesa, ubicada a 60 millas al SE de Malvinas. Dicha incursión, se concretó a las 10:50 horas, por medio de una Fuerza Aeronaval que operó con cobertura de aviones de la Fuerza Aérea Argentina, con resultados que aún se desconocen.
Posteriormente a las 13,00 horas se concretó un ataque inglés sobre Puerto Darwin en el cual fueron derribados dos aviones Sea Harrier atacantes, tal como se anunció en el comunicado nº 22 de este Estado Mayor Conjunto.
Coincidentemente con el último ataque, la Primer Ministro Thatcher comunicó que se estaba bombardeando Malvinas.
Comunicado n° 24: El Estado Mayor Conjunto comunica que el Aviso ARA Alférez Sobral, que fuera atacado por fuerzas inglesas, se encuentra navegando por sus propios medios y próximo a tomar puerto.
Comunicados de Gran Bretaña
Inglaterra, Mayo 4, n° 35: Tengo muy poco que agregar a las declaraciones que ya formulé sobre el ataque a dos patrulleros argentinos armados, del tipo auxiliar de la marina, por parte de helicópteros Lynx, así como sobre el ataque al crucero argentino General Belgrano.
Sabemos que las embarcaciones que yo describí como patrulleros tipo auxiliar de la marina, son patrulleros armados de alta mar. Hemos identificado provisoriamente a uno de ellos como el Alférez Sobral. Si es así, según todas las referencias estaría armado con cañones de 40 y 20 mm. Una de estas embarcaciones disparó primero sobre un Sea King que trataba de localizar a naves argentinas dentro de la ZET. No estoy en condiciones de decir cuál de las dos naves disparó primero, ni cual fue hundida. Tampoco pudo decir si hay sobrevivientes. Como ya anunciara, posteriormente lanzamos equipos de supervivencia cerca de la nave averiada. Pero la noche ha sido descrita como “negra tinta”, llovía intermitentemente y corría un fuerte viento.
Pasemos ahora al crucero Belgrano. Por algún tiempo había estado en la zona donde fue atacado. Puede haber estado ingresando y saliendo de la ZET, o acaso bordeándola. Estaba acompañado por dos destructores argentinos. El crucero estaba armado con quince cañones de 6 pulgadas, con un alcance de 13 millas, y el misil Sea Cat de corto alcance, que presentaba una amenaza para nuestros aviones en operaciones en la ZET. Ambos destructores estaban dotados con misiles Exocet, que tienen un alcance superior a 20 millas.
Esta fuerza, debido a su posición relativa respecto de nuestra Fuerza de Tareas y su capacidad de fuego, representaba una grave amenaza para nuestras naves. De acuerdo con la advertencia dada el 23 de abril al gobierno argentino, el crucero fue entonces atacado por una nave de la Royal Navy.
Fue alcanzado por dos torpedos altamente explosivos. La nave principal de esa formación, por consiguiente, quedó incapacitada y la unidad de la Royal Navy se retiró, de acuerdo con lo que es de práctica. No tenemos nueva información directa sobre el crucero o los destructores que lo acompañaban, los cuales, dicho sea de paso, no fueron atacados. El gobierno argentino acaba de anunciar que estuvo a la deriva por algún tiempo, fuera de contacto radial, y que finalmente se hundió. No tenemos información sobre bajas argentinas.
La Fuerza de Tareas continúa con su patrulla por aire y mar, durante el día y la noche, para mantener el vigor la ZET alrededor de las islas Falkland.
Inglaterra, Mayo 4, n° 36: Durante el cumplimiento de sus tareas dentro de la ZET alrededor de las islas Falkland, el HMS Sheffield, un destructor tipo 42, fue atacado esta tarde y alcanzado por un misil argentino.
Se inició un incendio que luego escapó al control de la tripulación. Cuando no había ya esperanza de salvar la nave, la tripulación la abandonó. Todos quienes la abandonaron, fueron rescatados.
Se teme que haya habido cierto número de bajas pero todavía no tenemos detalles. Los familiares inmediatos serán informados en primer término, tan pronto como se reciban los detalles.
Otras operaciones aéreas se llevaron a cabo hoy sobre las islas Falkland. El ataque con Vulcan al aeropuerto de Puerto Stanley, ejecutado esta mañana, fue exitoso y los aparatos que intervinieron regresaron indemnes. Durante un ataque de Sea Harrier, uno de nuestros aparatos fue derribado. El piloto ha muerto. Su nombre será anunciado luego de que sus familiares hayan sido informados. Todos los otros Sea Harrier regresaron indemnes.
La Fuerza de Tareas prosigue sus operaciones de acuerdo con lo planeado. Mañana se hará una declaración en la Cámara de los Comunes, cuando se conozcan nuevos detalles.