La Fuerza de Tarea Argentina (casi todos los buques de guerra de la Armada y los 911 hombres que llegarían a las islas), se desplaza a muy escasa velocidad hacia las islas, debido al mal tiempo. Se decide cambiar la ruta planeada y se llegaría a las islas desde el norte, para llegar lo antes posible.

EE.UU. toma conocimiento sobre el movimiento de tropas argentinas.
El capitán Giachino imparte las órdenes a sus hombres y divide las fuerzas de la siguiente manera:
Grupo Rojo, integrado por el Cap. Giachino, Cabos Ortiz, Flore y Varga, copar la comisaria.
Grupo Naranja, integrado por Tte. Lugo, Suboficiales Salas y López y cabo Ledesma, apoyo a Verde.
Grupo Verde, integrado por Tte. García Quiroga, Subof. Cardillo y cabos Gómez y Urbina, tomar la usina y apoyar a Rojo.
Grupo Azul, integrado por el Tte. Alvarez, Suboficiales mansilla y Gutiérrez y cabo Vargas. Destacarse en las anterioridades de Puerto Argentino para neutralizar el campo de antenas.

Ese 30 de marzo, cuando el Gobierno Británico detectó que la recuperación por parte de Argentina era inminente, dispuso que el destructor HMS Antrim, seguido de otros dos buques de superficie y tres submarinos nucleares, se dirigieran a las islas Georgias del Sur para apoyar al HMS Endurance, determinando asimismo un alistamiento de cuatro horas para el resto de las unidades de la marina británica.
El gobernador de las Islas al ser notificado por la inteligencia británica, que se trataba de una amenaza real y que se esperaba la invasión para el día 2 de abril,

reunió los efectivos disponibles y organizó la defensa de las Islas, disponiendo entre otras actividades la inutilización del aeropuerto.
El día 30 de marzo el diario Crónica colocaba en primera plana: “Malvinas: tensa espera por la impuntualidad inglesa, no respondieron. Usurpador reclama envío de Fuerzas Navales Británicas para que refuercen al Endurence”.
Ese 30 de marzo de 1982 el canciller convocó en el Salón Verde del Palacio San Martín a la primera línea de la Cancillería. Luego de tomarles juramento de mantener el secreto, expuso sobre la situación en Malvinas; recordó las distintas etapas de las negociaciones en los últimos años; recordó las magníficas relaciones con Sudáfrica; mencionó las excelentes relaciones con los Estados Unidos “grandes defensores de los pueblos jóvenes contra los colonizadores y su rol en el mundo contra el comunismo”; mencionó la decadencia del Reino Unido y del gobierno de la señora Margaret Thatcher (quien seguramente perdería las próximas elecciones); la difícil situación económica de su país que lo llevaría a vender su único portaaviones y otros barcos de guerra por no poder mantenerlos y finalmente, de que alguien tenía que tener el coraje de hacer algo por la recuperación de las Malvinas y no olvidó decir que todo esto facilitaría la difícil situación política con Chile.
Luego de hablar formuló una pregunta: “Señores, ¿hay alguna pregunta?”. El embajador Carlos Keller Sarmiento, jefe del Departamento Europa Occidental, pidió hacer unos comentarios, los que no fueron grabados. Aunque lo que pensaba lo volcó en un memorando titulado: “Malvinas”, de cuatro carillas al canciller, con fecha 14 de abril de 1982.
“Parto de la base -escribió Keller Sarmiento- que llevar el conflicto a un enfrentamiento militar de resultado dudoso para la Argentina es nuestra peor opción. (Total aislamiento, riesgo de una humillación, graves consecuencias económicas, institucionales y políticas, destrucción parcial o total de nuestra Fuerza Aérea, flota y efectivos militares, probable caída del gobierno, disminución de la capacidad para negociar con el Reino Unido el futuro status de las Islas, probable creciente intervención de Brasil o Chile como fuerza de paz y pérdida de credibilidad y prestigio en el ámbito internacional).