26 de Abril

=Día a día lo que ocurrió en Malvinas y en el mundo durante el conflicto armado =En las Georgias =“Una muerte innecesaria” =Comunicados de Gran Bretaña

– La Respuesta: Hasta la última capacidad defensiva, estará dispuestas para el combate, informa la Junta Militar. Se establece el “área de defensa” sobre la flota británica.

– Washington: Bajo la presidencia del canciller del Uruguay se reunieron los cancilleres de los países signatarios del TIAR, 21 en total. En el cónclave, que duró hasta el anochecer, hablaron los cancilleres argentino, brasileño, norteamericano, peruano, panameño y venezolano. A excepción del Secretario de Estado Haig, todos dieron firme respaldo a la Argentina. Todos fueron muy aplaudidos, excepto Haig.

En dicha reunión el Secretario de Estado norteamericano consideró indirectamente a la Argentina como país agresor en la crisis de las Malvinas y expresó que la base de solución del conflicto era la resolución 502 del Consejo de Seguridad de la ONU.

Chile no consideraba aplicable el TIAR que determinaba, que, si un país de América era atacado por una nación extranjera, los firmantes debían defenderlo porque entendía que Argentina era el país atacante.

La posición diplomática de EEUU y CHILE le permitían a Gran Bretaña contar con futuros apoyos.

– La Habana: El gobierno de Cuba expresó su solidaridad con la Argentina.

– Buenos Aires: Tras sostener una entrevista con el subsecretario de Relaciones Exteriores Enrique Ros, el Embajador soviético en la Argentina, Serguei Striganov, declaró que la URSS está “contra la tentativa de restablecer el status colonial inglés por la fuerza” en las islas Malvinas y calificó a esa intención británica como “decididamente inadmisible”.

– Dirigentes de distintos partidos políticos condenaron enérgicamente el ataque británico a Georgias del Sur, entre ellos: Italo Luder, Jorge Camus, el Almirante Massera, Víctor García Costa y Héctor Polino. Un pronunciamiento del partido Comunista argentino convoca a “luchar para rechazar la intentona inglesa y lograr una paz negociada en el marco de las Naciones Unidas”.

– La Comisión Coordinadora de la colectividad británica, formada por iniciativa de la Cámara de Comercio Británica en la República Argentina y el Consejo de la Comunidad Británica en la Argentina e integrada por otros representantes de sectores de la colectividad “anglo-argentina”, expresaron su apoyo a la postura del gobierno argentino, “que siempre se ha identificado con buscar una solución pacífica al diferendo sobre las Malvinas”. 

En las Georgias

El día 26, el teniente Alfredo Astiz firmó a bordo del HMS “Plymouth”, la rendición de las fuerzas a su cargo, es decir, los catorce infantes de marina apostados en Puerto Leith ya que la capitulación de las fuerzas desplegadas en el archipiélago la había hecho el capitán Lagos en Grytviken. La fotografía en la que se observa a un barbudo Astiz firmando frente los capitanes David Pentreath (comandante del destructor), Nicholas Barker del HMS “Endurance” y otros oficiales presentes, dio la vuelta al mundo y generó la falsa versión de que había rendido a las Georgias sin pelear.

Los británicos, que de ese modo veían alejarse el peligro de un ataque submarino, debieron hacerse cargo de los 189 prisioneros argentinos capturados en Grytviken, Puerto Leith y la Bahía Stromness, entre ellos los 39 operarios civiles y el herido cabo Macías, a quien los médicos ingleses terminaron de tratar sus lesiones.

No sería la única baja pues al día siguiente se produjo lo que los británicos dieron en llamar “una muerte innecesaria”.

“Una muerte innecesaria”

Una vez rendida la plaza, el capitán Brian Young, comandante de la Fuerza de Tareas británica, indicó a su par argentino, el capitán Bicain, que el “Santa Fe” debía ser retirado de Punta Capitán Zelaya y conducido a Grytviken, al fondo de la caleta. Para ello trajo al comandante de la fragata “Brilliant“, capitán John Coward, veterano submarinista, aduciendo ambos que la Convención de Ginebra contemplaba la maniobra. La comprometida situación del submarino podía generar gases explosivos (emanaciones de hidrógeno provenientes del ácido de la batería) y en caso de estallido detonar los 20 torpedos Mk 14 y los tres Mk 37 de la dotación.

Después de consultar con su segundo y sin dejar de pensar en la posibilidad de un acto de sabotaje para hundir el submarino durante el traslado (unos 2.000 metros de distancia), el capitán Bicain desechó esos pensamientos y designó a los suboficiales Félix Oscar Artuso, Delmiro Ibalo, Manuel S. Ontiveros, Raúl Alberto Ruiz, Leonel Reinaldo Recalde y Juan Carlos Salto, para operar el sumergible durante el traslado. Bicain fue claro cuando le ordenó al primero no efectuar ninguna acción sospechosa porque iban a estar fuertemente custodiados por efectivos armados.

La maniobra consistía en un lento desplazamiento hacia el interior de la bahía, utilizando los motores eléctricos de propulsión.

Los marinos argentinos ocuparon sus posiciones y sin perder tiempo pusieron los motores en marcha, alejando al submarino del muelle. La nave se dirigió hacia el centro de la caleta y a medida que avanzaba comenzó a escorarse, obligando a su capitán a poner en funcionamiento el rotocompresor para enviar aire a los tanques inundados y de esa manera, aumentar la flotabilidad.

La puesta en marcha del motocompresor llamó la atención de uno de los guardias ingleses que, al asomarse por la escotilla de la batería de popa vio a Artuso operando los controles. Creyendo que estaba saboteando la nave, apuntó con su arma y le disparó, mientras gritaba que el submarino se hundía.

Artuso cayó de espaldas, golpeando previamente contra los paneles de mando. Al ver la escena, el suboficial Ibalo corrió a informar a Bicain que su compañero había sido baleado y que se hallaba gravemente herido, generando con ello el correspondiente sobresalto.

¿Qué había ocurrido para que el custodio británico adoptase esa actitud? Al notar que la nave se escoraba, Artuso hizo un brusco movimiento hacia la banda de babor para alcanzar las palancas que compensaban el desbalanceo y eso asustó al infante de marina que tenía órdenes de evitar su acceso a las mismas.

Sin saber si Artuso estaba herido o muerto, Bicaín le indicó a Coward que se hacía cargo de la maniobra, cosa que aquel aceptó. De esa forma alcanzaron el muelle de Grytviken, donde atracaron con la mayor premura, deseosos de saber que había sido de su compañero. Fue entonces que Coward le informó a su par del “Santa Fe” que Artuso había muerto.

Fuera de sí, Bicain insultó con todo tipo de improperios al comandante británico pronunciando palabras en inglés y en español, sin que aquel atinase a responder nada.

Pasado el momento de tensión, se abrieron varias válvulas de inundación y al cabo de unas horas, el “Santa Fe” tocó fondo, dejando la vela fuera del agua.

La Argentina recibió la noticia de la muerte de Artuso por intermedio de la embajada suiza en Buenos Aires. Hubo muchas versiones al respecto, casi todas confusas y contradictorias. La más fantasiosa llegó a afirmar que molesto por el resultado adverso de la batalla, el suboficial había penetrado en un submarino británico y había intentado hundirlo. Según otra, había querido inutilizar su propia embarcación para evitar que cayera en manos del enemigo. Sin embargo, la explicación real fue la que brindaron los propios ingleses.

Félix Oscar Artuso fue enterrado el 27 de abril, en el cementerio de Grytviken, con todos los honores militares del funeral británico y allí descansan sus restos hasta el día de hoy.

– El 26 de abril tuvo lugar en Comodoro Rivadavia una manifestación popular en apoyo de la recuperación de las islas Malvinas en la que más de 10.000 personas recorrieron las calles céntricas portando banderas y entonando cánticos.

Casi al mismo tiempo, en Londres, los laboristas desataban una andanada de críticas contra sus oponentes y hasta organizaron manifestaciones en las cuales se exhibieron carteles con leyendas como: “Siento vergüenza de ser británico”, “Las Falklands para los pingüinos” y otras en español que decían “Las Malvinas son argentinas”. De todas maneras, aquel no era para nada el sentir de la opinión pública del Reino Unido sino el de un porcentaje ínfimo de su población.

Aunque no del tenor que habían tenido en Buenos Aires, en Gran Bretaña también hubo manifestaciones de respaldo a la campaña. Las calles de las principales ciudades del país vieron el paso de jóvenes de ambos sexos luciendo remeras y camisetas que decías “Las Falklands son británicas y hermosas” (realmente no las conocían) y “No llores por mí Argentina”, tema principal del exitoso musical Evita de los compositores británicos Andrew Lloyd Weber y Tim Rice.

Mientras el almirante Woodward aseguraba que lo de las Georgias había sido una suerte de “aperitivo” y que ahora llegaba el “plato fuerte”, Michael Foot, líder laborista, sostenía ante la BBC que “Si Gran Bretaña inicia una guerra, el mundo entero clamará por un alto el fuego y nuestro país quedará aislado y sufrirá una humillación aún mayor”. Por su parte, Anthony Benn, líder del ala izquierda del partido, aseguró que lo que estaba en juego para el gobierno no era la cuestión de las islas (ni la del país) sino la reputación de la señora Thatcher y que la de los conservadores era una postura insostenible porque había imposibilitado y hasta paralizado al gobierno por carecer de una clara visión del problema.

Sin embargo, nada parecía hacer mella en el ánimo de la primera ministra. En esos días, otras ocho naves zarparon del sur de Inglaterra transportando a bordo un total de 900 comandos. Se trataba de las fragatas “Aurora”, “Leander” “Ariadne” y “Avenger”, el buque de asalto “Intrepid”, el dragaminas “Shavington”, el transporte “Norland” y el submarino “Olympus”, en tanto en puerto hacía aprestos la fragata “Dido”.

Los prisioneros argentinos capturados en las Georgias fueron embarcados en el “Endurance” y conducidos a la isla Ascensión donde permanecieron varios días en cautiverio. De allí, se los despachó a bordo de una aeronave a Montevideo y desde aquella ciudad a nuestro país, en el buque escuela “Piloto Alsina” que al mando del capitán Edgardo O. Sulin, atracó en el puerto de Buenos Aires el 14 de mayo.

El único prisionero retenido por los británicos fue el teniente Astiz ya que pesaban sobre él varios pedidos de captura internacionales.

Londres dispuso su traslado a Gran Bretaña para interrogarlo sobre su participación en la guerra antisubversiva, sabiendo que los gobiernos de Francia y Suecia lo reclamaban por la desaparición de supuestos ciudadanos de ambas nacionalidades.

Astiz estuvo detenido en la capital británica unos pocos días donde, al amparo de la Convención de Ginebra se negó a responder, limitándose a decir su nombre, su grado y número de matrícula. Finalmente, sin haber logrado extraerle una palabra más, el 10 de junio, a cuarenta y cinco días de su captura, el Reino Unido lo envió de regreso a la Argentina a bordo de un avión de pasajeros.

La victoria en las Georgias hizo cundir el júbilo tanto en las Islas Británicas como en la Task Force y las expresiones triunfalistas eclipsaron a las de aquellos que se oponían a la guerra y al gobierno conservador.

En lo que a las tropas argentinas se refiere, la tripulación del “Santa Fe” había salvado el honor enfrentando a fuerzas inmensamente superiores en número y poder militar. La actuación del capitán Luis Lagos y sus infantes de marina fue algo más que discreta, aunque decidida, al mantener a distancia a los helicópteros atacantes con el fuego de armas livianas y el lanzamiento de misiles antitanque en tanto brindaban cobertura a la tripulación tras su llegada a Punta Capitán Zelaya.

Sobre quien caería todo el oprobio de la derrota sería sobre el teniente Astiz aún cuando en un primer momento se negó a deponer las armas y cumplió al pie de la letra con lo que se le había ordenado.

El capitán de fragata (R) Eduardo José Costa manifiesta en su libro Guerra bajo al Cruz del Sur. La otra cara de la moneda, que de haber resistido algunas horas provocando alguna baja al enemigo, le habría bastado (a Astiz) para convirtiese en el prototipo del marino valeroso. Según el autor, su decepcionante desempeño, sorprendió a los británicos y a los mismos mandos navales de nuestro país.

Lo más probable es que los británicos no se hayan sorprendido por el desempeño del cuestionado marino dado el reducido número de efectivos que tenía a su cargo y lo aislados que estuvieron durante las acciones.



Reusurpación británica de las Georgias y rendición argentina en Leith

26 de abril de 1982. Por primera vez en las Islas Malvinas, las tropas del Regimiento de Infantería 25 juraron la Bandera Argentina en una ceremonia a cargo del Jefe de la Unidad, Teniente Coronel Mohamed Alí Seineldín, y el Comandante de la IX Brigada de Infantería, General Américo Daher.

La Bandera de Guerra también fue trasladada a Puerto Darwin para que los integrantes de la unidad que no se encontraban en Puerto Argentino tomaran el juramento a los hombres de la Compañía I “C”. También lo hicieron las tropas del Regimiento de Infantería 8 y de la Compañía de Ingenieros 9 en la Gran Malvina. En conjunto, fue la primera vez en la historia en que el juramento a la Bandera se realizó en el mismo campo de batalla.

Frente: Leith y la rendición argentina

La pequeña guarnición argentina en Leith estaba constituida por dos oficiales, dos suboficiales y diez cabos. Con el objetivo de proteger a los operarios encargados de desarmar la factoría ballenera, desembarcaron el 24 de marzo de 1982 como Grupo ALFA, y luego el 3 de abril retornaron a Leith para realizar operaciones en el puerto.

Se preveían pocas amenazas para el grupo, pero aquel 26 de abril la situación era otra completamente distinta. Infantes de marina británicos embarcados en el HMS Endurance advirtieron a la guarnición, por lo que el contingente militar procedió a preparar la defensa del territorio utilizando un refugio en una pequeña colina como núcleo del sistema defensivo, junto al sembrado de minas, algunas trincheras y dispositivos trampa.

Sin embargo, pese a que la guarnición había recibido instrucciones de “rechazar cualquier intento de desembarco en el lugar, si fuera necesario mediante el uso de la fuerza”, también indicaban que si el poderío de la fuerza atacante hiciese posible la resistencias debían “rendirse sin provocar innecesarias bajas entre el personal propio”. Así fue como en la mañana del 26 de abril, en cumplimiento de las órdenes recibidas, la guarnición argentina en Leith se rindió al mando del Teniente Astiz.

Frente: Islas Georgias y reusurpación británica

Los británicos finalmente se hacen del control de las Georgias del Syr, quedando como antecedente el accidente de los dos helicópteros Wessex en el glaciar Fortuna debido a las condiciones climáticas de la región, acción que significó una gran pérdida y puso en serio riesgo a la patrulla del SAS.

También queda grabado un hecho luctuoso, con el asesinato del suboficial primero maquinista Félix Oscar Artuso, el cual fue ultimado sin razón aparente por un marine británico, cuando integrantes de la tripulación cautiva se disponían al traslado del submarino ARA Santa Fe.

Imágenes del submarino ARA Santa Fe hundido, luego del ataque británico.
El submarino ARA Santa Fe, a causa de los daños sufridos por el accionar de helicópteros británicos, resulta averiado, para posteriormente hundirse cuando era remolcado. Más de 180 argentinos fueron tomados como prisioneros, incluyendo infantes de marina y la tripulación del Santa Fe. Por su parte, Astiz sería llevado a Gran Bretaña para ser interrogado, aunque su estatus de prisionero de guerra fue respetado por los británicos, volviendo a Argentina tiempo después.

La bandera de la unión y el estandarte blanco se izaron en Georgia del Sur luego de la recuperación británica.

Modificaciones en los Grupos de las Fuerzas de Tareas

La Fuerza de Tareas 79 fue creada junto al Teatro de Operaciones Atlántico Sur el 7 de abril de 1982 y subdividida en Grupos de Tareas (GT). Como consecuencia de la acción británica en las Georgias con un desplazamiento imprevisto, uno de sus GT se vio modificado el 26 de abril.

El GT 79.2 estaba compuesto por los Destructores ARA “Hércules” D-1, ARA “Py” D-27, ARA “Seguí” D-25 y el Buque tanque ARA “Punta Médanos” B-18. Este mismo 26 de abril fue dividido cuando los destructores Py y Seguí se transfirieron al Grupo del portaaviones (GT 79.1).

Por otro lado, la FT 79.1 contaba también con otras naves escolta: el Destructor ARA “Santísima Trinidad” D-2 y las Corbetas ARA “Drummond” P-31, ARA “Guerrico” P-32 y ARA “Granville” P-33. Debido a estos cambios en la Fuerza de Tareas, las tres corbetas fueron retiradas de este grupo y derivadas a un nuevo GT que se creó a continuación, el 79.4.

Por último, las naves pesqueras del GT 17.3 María Alejandra, Constanza y Narwal arribaron a su zona de operación con el objetivo de obtener información sobre el desplazamiento de la fuerza británica hacia el Teatro de Operaciones. Esta misión comprendía dos zonas a cubrir: una a 300 millas al noroeste de Malvinas, y otra en una línea de patrullado más al norte, a cargo de las tres naves pesqueras ya mencionadas. En su misión, fueron sobrevolados por un avión de combate británico.

Frente diplomático: Argentina reafirma su posición de legitimidad en la OEA

Con la reocupación de las Islas Georgias, el gobierno británico presentó ante el Consejo de Seguridad las razones que lo habrían llevado a efectuar esta maniobra. En consonancia, el Secretario de Estado norteamericano y encargado de las negociaciones diplomáticas entre las partes, Alexander Haig,  manifestó el respeto de Estados Unidos hacia la vigencia del derecho internacional, como también su negativa a convalidar cambios sobre el uso de la fuerza. Pero también mostró cierta subjetividad al expresar que el gobierno británico era su “mayor aliado”, y que deseaba una solución pacífica.

En simultáneo se dió inicio a la XX reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA), en donde el Canciller Costa Méndez pronunció un contundente alegato: “La bandera argentina, bandera americana, no será arriada mientras corra una gota de sangre por las venas del último soldado argentino que defiende las Islas Malvinas”.

Canciller argentino Nicanor Costa Méndez.
A través de la OEA, Argentina mantuvo una firme postura en pos de reforzar su posición de legitimidad, reconocida anteriormente por organismos internacionales de injerencia, tal y como las Naciones Unidas (Resolución 1415 y 2065). Su reclamo fue reconocido aquel 26 de abril de 1982 por la OEA en el Comité Jurídico Interamericano, por el Buró de Países No Alineados y la Resolución del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR).

Fuente: https://www.zona-militar.com/



Los “LIBRA” buscan asestar el primer golpe a la flota británica

La situación que evolucionaba en torno a las Georgias del Sur no solo recibía la atención de las fuerzas argentinas en Grytviken y Puerto Leith, sino que también lo hacían elementos que integran a la Fuerza Aérea Sur, los cuales planificaban desde hace algunos días la posibilidad de batir los buques británicos que navegaban con rumbo al mencionado archipiélago. La evolución del ahora denominado Task Group 317.9 había sido seguida de cerca por los vuelos de exploración y reconocimiento lejano efectuado por los Boeing B-707 de la I Brigada Aérea. Ante este panorama, la Fuerza Aérea Argentina intentaría asestar un golpe de largo alcance a la flota británica.

En la BAM Trelew (Base Aeronaval Almirante Zar) oficiales del Grupo 2 de Bombardeo comenzaron con la planificación a los fines de ejecutar con sus bombarderos Canberra MK.62 una misión anti-superficie contra buques de la Royal Navy. De acuerdo con lo previsto, la misión sería llevada a cabo por dos aviones, mientras que un tercero oficiaría como reserva. Atento la distancia que deberían recorrer, se adoptaron algunas medidas para solucionar este inconveniente: los Canberra serían desplegados a la Base Aeronaval Almirante Hermes Quijada, en Río Grande, alojando en su bodega un tanque auxiliar de 3.300 litros. La capacidad ofensiva de los bimotores quedaba reducida a dos bombas de 500kg, las cuales iban en los pilones

El objetivo eran los buque que integraban la TG 317.9, habiéndose previsto que fueran el buque antártico HMS Endurance, el buque tanque RFA Tidespring y la fragata HMS Plymouth. Sin embargo, desconocido por ese entonces para la FAA, el grupo también contaba con la presencia de la fragata HMS Brillant y del destructor HMS Antrim.

HMS Antrim, uno de los buques que integraba el TG 317.9
Durante los siguientes días, se avanzaría al detalle con la planificación, ya que así lo demandaba la misión: cualquier error de cálculo tendría graves consecuencias para las tripulaciones, por lo que debieron ser analizadas todas las variables, desde consumo de combustible, presencia de vientos, base de recuperación, entre otras. Las consideraciones para el perfil de vuelo incluían un ascenso hasta los 12000 metros, con el objetivo de lograr ahorrar combustible. Una vez consumido el contenido de los drops de los planos, los mismos serían eyectados, para luego ascender a cota máxima. En su trecho final, los Canberra ingresarían a la zona del objetivo en vuelo rasante. Para la misión se contaría con el Boeing 707 TC-92 como guía mientras que uno de los KC-130 oficiaría de explorador adelantado gracias a su radar AN/APQ-122.

El lunes 26 de abril, los tres Canberra MK.62 indicativo LIBRA despegan desde BAM Trelew. Sus tripulaciones son el Mayor Vivas y el Mayor Escudero (N°1), el Primer Teniente Baeza y Primer Teniente Cardo (N°2) y el Primer Teniente Sproviero y Primer Teniente Moreno (N°3). Sin novedades, arriban a Río Grande donde son recibidos por personal de la FAA y Armada. Luego del briefing, los Canberra son reabastecidos y se aprontan para el inicio de una misión que podría ser histórica.

Un MK.62 portando dos bombas Mk.17 de 1000 libras.
Con cada tripulación concentrada en el pequeño universo que comprendía la cabina, el vuelo se realizó manteniendo un estricto silencio de radio. Sin embargo, la primera incidencia no tardaría en llegar: habiendo agotado el combustible de los tanques de las punteras, los Canberra proceden a su eyección, fallando la separación de uno de los drops de N°1. Inmediatamente, el avión de reserva pasa a ocupar la función de guía, quedando el TC-92 y los Canberra “Penélope” y “Picaseso”.

Llegado el momento, los bombarderos finalmente se separan del B-707, iniciando el vuelo en rasante que los llevaría hasta su objetivo. Súbitamente, la tensa situación se rompe cuando desde el KC-130 que oficiaba de explorador se informa que los buques británicos habían sido detectados dentro de la bahía Cumberland. Minutos después, se recibe la orden de retorno debido a que las condiciones están lejos de las ideales para proseguir con el ataque. Luego de 4000 kilómetros recorridos y más de 5 horas de vuelo, los Canberra del Grupo 2 de Bombardeo aterrizan en Río Grande a las 1900 horas.

Pese a las cancelación, las tripulaciones y aeronaves estarían en condiciones para repetir la misión al día siguiente, sin embargo la misma es cancelada debido al desenlace en las Georgias del Sur, luego de la rendición de Grytviken y Puerto Leith.

Fuente: https://www.zona-militar.com/



Comunicados de Gran Bretaña

Inglaterra, Abril 26, n° 23: Según la última información desde Georgias del Sur, no se registró ninguna baja británica durante la exitosa operación montada para tomar Grytviken. Y sólo hubo un herido grave entre los argentinos: un marino que sufrió heridas en una pierna como resultado del ataque al submarino argentino.

Inglaterra, Abril 26, n° 24: Luego de la exitosa operación en Grytviken, fuerzas británicas están ahora en control de Leith, en South Georgias. No hay informes sobre bajas en Leith.

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