22 DE MARZO

Los operarios de Davidoff en Isla San Pedro =Documentalistas del Velero “Cinq Gars Pour”

El día 22 de marzo, siguiendo instrucciones impartidas por nuestra Cancillería, el Sr. Molteni, Encargado de Negocios de la República Argentina en Londres, se entrevistó en el Foreign Office con el Sr. Fearn, quien agradeció la rapidez de la reacción argentina y se expresó en términos conciliatorios, afirmando que su gobierno daba por superado este incidente y no le otorgaba relevancia, una vez que el buque hubiese zarpado con los obreros a bordo. (…)

El gobierno argentino tras arduas reuniones en la Embajada británica logra aclarar la situación, y el embajador Williams consideró que el incidente ya estaba superado.

Esa misma tarde, el vespertino The Standard de la capital británica mencionaba en grandes titulares una “invasión argentina a las Islas Georgias del Sur”, pero omitiendo mencionar el incidente de LADE en Puerto Stanley (luego Puerto Argentino), y que el “Bahía Buen Suceso” había abandonado la Isla San Pedro el día anterior. [El personal argentino había quedado en la isla]

Sin embargo, ese mismo día por la tarde, un puesto de observación del BAS detectó la presencia de personal argentino (operarios de Davidoff) y pasó la información a Londres. En consecuencia, el Foreign Office ordenó al HMS Endurance que evacúe cualquier personal argentino que permaneciera en las Georgias del Sur.

Documentalistas del Velero “Cinq Gars Pour”

Días antes, quienes también navegaban en dirección a las Georgias era el “Cinq Gars Pour”, un velero particular de origen francés que conducía a un grupo de cineastas y estudiosos encabezados por el productor Serge Briez, que pensaba rodar un documental sobre la Antártida.

Previa escala en Buenos Aires, el “Cinq Gars Pour” enfiló hacia el extremo sur, pero al llegar al Cabo de Hornos, límite austral de la Argentina, un furioso temporal lo desvió de su ruta empujándolo hacia el este.

Cuando los huracanados vientos cesaron el buque, que había sufrido algunas averías, entró en la Bahía de Cumberland y ancló frente a Grytviken para repararlas.

En la capital de las islas vivían unas 130 personas, un centenar de ellas efectivos del destacamento de marines allí estacionado y el resto científicos de la Base de Observaciones Británica del Antártico, uno de los cinco asentamientos permanentes de investigación que Inglaterra poseía en el extremo austral.

Los ingleses acogieron fríamente a los recién llegados, de una manera tan sombría como la geografía que les rodeaba. Pese a ello, los franceses legalizaron su presencia haciendo sellar sus pasaportes y tramitando el correspondiente permiso para permanecer en las islas. Fuera de ello, no se les ofreció ningún tipo de colaboración, no se los asistió en la reparación de los daños que la embarcación había sufrido y tampoco se les facilitó alimentos, lo que los obligó a cuidar sus raciones.

Fue realmente premonitorio que aquellos documentalistas se encontrasen en el lugar ya que, gracias a ellos, el mundo conocería la verdad de los hechos.

El 21 de marzo Serge Briez y su gente decidieron abandonar Grytviken y navegar hacia Puerto Leith, en pos de “mayor hospitalidad”. Antes de que zarparan, Steve Martin les aconsejó que no lo hicieran dada la situación imperante y lo delicado que comenzaba a ponerse el asunto pero los franceses no le hicieron caso y como toda su papelería estaba en regla, no les pudieron impedir que fuesen a donde les viniera en gana. Después de semejante trato, era lógico que quisieran alejarse lo más rápido posible de personas tan desagradables.

En Puerto Leith los argentinos les dieron una acogida diferente; mucho más “latina” y fraternal. Cuando el yate francés entró en la ría, casi todos los chatarreros se hallaban en el muelle saludando con los brazos en alto. Los ayudaron a amarrar y los invitaron a almorzar, ofreciéndose gustosos a reparar el “Cinq Gars Pour”, e incluso facilitar los materiales que fuesen necesarios. Los galos se sintieron mucho más a gusto con gente de su misma raza.

De ese modo, mientras la situación entre Buenos Aires y Londres se ponía más tensa, argentinos y franceses convivieron una semana amigablemente.

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