Luego de desembarcar los argentinos, un equipo del BAS (British Antarctic Survey) le notificó al gobernador de Malvinas Rex Hunt, que había una Bandera Argentina izada. Esto provocó la exagerada actitud del gobernador y el duro reclamo a la Argentina, además de notificar a Gran Bretaña, quién permaneció en constantes comunicaciones con miembros del BAS y les redactó por radio una nota de reclamo para ser presentada a la delegación argentina en Puerto Leith.
Se presentan nuevamente los británicos, entregando un manuscrito sin membrete. El texto no contenía sanción ni intimación alguna. El encargado del grupo envió el texto a Buenos Aires para pedir instrucciones, una vez obtenidas, no pudieron dar respuesta a los miembros del BAS, porque se
habían retirado del lugar.

El mismo día el gobernador de las Malvinas, Rex Hunt, informa a Londres que un grupo de civiles y militares había desembarcado en Puerto Leith, izado una bandera argentina y efectuando disparos de armas de fuego (para cazar ciervos), los cuales ante la intimación que se retiraran, respondieron que poseían autorización de la Embajada británica en Buenos Aires. Expresó además que, según él, la Armada Argentina utilizaba a Davidoff para encubrir su presencia en la isla.
Acto seguido, el embajador británico en Buenos Aires, Anthony Williams, el mismo que había aceptado la llegada de los obreros el día 11, presentó una protesta al gobierno argentino informando el desembarco de “apreciable cantidad” de personal militar y civil en las islas Georgias, el cual había izado la bandera argentina en el lugar y cambiado señales inglesas. Agregó que dichos incidentes fueron tomados muy seriamente por su gobierno y ordenó al gobierno argentino que debía retirar a la gente desembarcada y al buque de guerra, de lo contrario se tomarían las medidas del caso.
La cancillería argentina no hizo esperar su respuesta y el mismo día contestó que el ARA Bahía Buen Suceso no era un buque de guerra, sino de transporte y que zarparía de Leith el día 21, al completar su descarga, y que, además, no había militar alguno allí; que sus actividades eran bien conocidas por las autoridades británicas, y asimismo, que los hechos acontecidos no revestían importancia y debían tomarse como tales.

Recordemos que el día 11 de marzo, se le envió al Embajador todos los detalles de la estadía, y que el mismo aceptó.
El Informe Franks en el párrafo 228, deja en claro que: “El gobierno argentino no había provocado el indecente de las Georgias del Sur, pero ahora que había ocurrido, lo aprovecharía como elemento de presión para hacer valer el reclamo argentino por la soberanía sobre todas las islas”, entonces si Gran Bretaña admite que Argentina no produjo los incidentes, vale preguntarse… ¿Quién fue? ¿Y por qué?…
Para Davidoff, Argentina no tenía otra opción más que ir a la guerra. “Si aceptaba hacerse cargo del retiro de los obreros, permitía que lo hicieran los británicos o accedía a que se les visara el pasaporte, tal como pedían los ingleses, demostraba al mundo que aceptábamos estar en tierra extranjera y perdíamos el derecho de la soberanía sobre las islas”, dijo.
“La situación creada por el Incidente de las Georgias y la acentuación de la falta de voluntad británica para negociar sobre la disputa de soberanía de las Malvinas, condujeron a la ocupación incruenta de las Islas por Argentina el 2 de abril de 1982”.
Todos los caminos conducían a la Guerra
Los incidentes en las Georgias, no son otra cosa que un ardid por parte de GB que necesitaba un conflicto para refrigerar las ya congeladas negociaciones con Argentina, que en vísperas de que el tiempo transcurría, solo tendía a exacerbar la impaciencia argentina que no encontraba gesto alguno de negociar el traspaso de soberanía, por lo tanto habiéndose agotado las vías diplomáticas La Junta Militar comenzó a emprender un plan de recuperación bajo absurdas hipótesis.