11 de junio

=Día a día lo que ocurrió en Malvinas y en el mundo durante el conflicto armado =La Batalla del Monte Longdon =Fuerzas británicas =Fuerzas argentinas =Desarrollo -Ataque británico -Refuerzos argentinos -Contraataque argentino =Full Back =Fin de la batalla =Consecuencias =La Proeza del Cabo Primero Roberto Basilio Baruzzo =La Guerra de Malvinas y los Cañones de La Calera -El recuerdo del Ejército (por el oficial Pérez Arrieu) -Primera línea =El viaje de Juan Pablo II a la Argentina

– Durante la mañana aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza el avión que transportó a nuestro país al Papa Juan Pablo II.

– En horario de la tarde, el Sumo Pontífice inició su viaje hacia Luján, donde ofició una misa para una multitud calculada en una cifra cercana a las 700.000 personas. En su homilía exhortó a imitar a Cristo, pidió por los muertos en la guerra con Gran Bretaña y la rápida terminación del conflicto.

De esta manera se pronunciaba un pronto desenlace del conflicto bélico en el Atlántico Sur.

– Regresa a Southampton el “Queen Elizabeth 2”, transportando 700 sobrevivientes de los hundidos HMS Coventry, HMS Ardent, HMS Antelope.

– En el desarrollo de la noche del día 10 y la madrugada del día 11 de Junio, un intenso cañoneo naval británico fue desencadenado sobre las posiciones argentinas apostadas sobre los montes circundantes a Puerto Argentino.

– La artillería británica disparó durante todo el día sobre las posiciones de primera línea y las de artillería propia.

– La artillería argentina, ejecutó fuegos de contrabatería y contra las posiciones del enemigo.

Se producen las heroicas actuaciones del Batallón de Infantería de Marina 5,  

que cubre de gloria la defensa argentina.

– Durante la mañana un helicóptero británico lanza, desde la Bahía de Puerto Argentino dos misiles hilo guiados. Impactando uno en proximidades del Buque Hospital Bahía Paraíso, presente en la bahía y el otro dando de lleno en el edificio donde operaba la Sección de Inteligencia militar, presente en las islas.

– Durante la noche, aterrizó un Hércules C-130, transportando un cañón de 155 milímetros y munición del mismo calibre.

– Avanzada la noche el 2do Jefe de Regimiento de Infantería 7, informa que mientras se recibía fuego naval y de artillería terrestre el enemigo en el Monte Longdon,  

la Sección ubicada al Oeste sufrió un golpe de manº Se dispuso el envío inmediato de una sección de refuerzo y el Comandante de la Brigada ordenó el desplazamiento del Escuadrón de Exploración de Caballería 10 hacia la zona en cuestión.

– Los británicos ejecutaron varios ataques aéreos, en particular sobre las posiciones al oeste del dispositivo y las posiciones de artillería que ejecutaban fuego de contrabaterías.

– El Comando de la Fuerza de Tareas Conjunta recibe informes urgentes sobre intentos de infiltración de unidades británicas por el sudeste del Monte Harriet entre las posiciones del Regimiento de Infantería 4 y el Batallón de Infantería de Marina 5. Ante este escenario se dio la orden de batir la zona con fuego de artillería con aparentes resultados positivos.

Se inicia el repliegue de tropas desde los montes circundantes hacia Puerto Argentino

Paralelamente reciben fuego naval las posiciones del Regimiento de Infantería 3 y del Batallón Logístico 10, provocando algunas bajas.

– Las tropas británicas se preparan para comenzar la batalla por la primera línea de colinas que rodea Puerto Argentino.

Puerto Argentino (08,30 hs) Un helicóptero Westland Wessex Hu.5 de la Royal Navy ataca con dos misiles filoguiados AS12 la capital de las islas.  

Su objetivo era el posible cuartel general argentinº Uno de los misiles destroza la estación de policía y el otro se pierde en la bahía, después de chocar contra un poste telefónico. No hubo víctimas. El ataque se llevó a cabo desde las colinas al norte de la capital, al otro lado de la Bahía de Port William.

A partir de este día los dos grupos de artillería reciben frecuente fuego de contrabatería y ataques aéreos esporádicos sobre sus posiciones. Durante la noche del día 10 y la madrugada los dos grupos reciben fuego naval y artillero británico, resultando muertos los Soldados Romero (Batería B) y Vallejos (Batería Plmm y Servicios) del GAA 4, al ser sorprendidos sin protección por un proyectil británico.

(Mañana). El Teniente 1º Caballero (GA 3) se embarca en el A 109 del Teniente 1º Martín, para actuar como OAV aerotransportado, intentando descubrir los asentamientos de la artillería británica por sus fogonazos. Descrestándose durante periodos de observación de unos 20 segundos, localizan algunas posiciones británicas.

Sapper Hill (16,00 hs) Dos Harrier Gr.3 armados con bombas retardadas de 1.000 libras (454 kg.) atacan el observatorio artillero del GA 3 y el puesto de mando del BIM 5 en la zona de Sapper Hill.

Ataque a la línea de colinas (23.00h.) Los británicos atacan, sin una preparación artillera reseñable, la primera línea de colinas que rodean Puerto Argentino La infantería británica del Comando 42º RM, con el 1º Gurkha y los Guardias Galeses en reserva, avanza sobre Monte Harriet, defendido por el RI 4.

El 45% Comando de los Royal Marines, con el 2º Paracaidista en reserva, progresa sobre el Monte Dos Hermanas, defendido por tropas del RI 4 y una compañía del RI 6 como reserva en el valle a retaguardia. Los paracaidistas del 3er Batallón, con parte del 2º Paracaidista en reserva, atacan Monte Longdon, guarnecido por el RI 7 y una sección de armas de apoyo del BIM 5. Las baterías del GAA 4 y las piezas de 155mm del GA 3, con serias dificultades de observación, cumplieron misiones de apoyo directo a la infantería.

Las bajas argentinas en la primera fase del asalto a Puerto Argentino fueron: 18 argentinos fallecidos y unos 300 prisioneros en Harriet; 20 muertos, 50 heridos y 54 prisioneros en Dos Hermanas; 31 muertos, cerca de 100 heridos y unos 50 prisioneros en Longdon.

Los CITER de 155 mm. (dirigidos por el Capitán Fox desde Dos Hermanas) disparan sobre tropas del 1er Batallón Gurkha  

que se mueve desde la zona de Bluff Cove hacia Monte Kent, acercándose a sus posiciones de apoyo. Los proyectiles argentinos hieren a tres Gurkhas. Los CITER alcanzan también la posición de morteros de 81 mm. del 42º RM, justo antes del comienzo del ataque nocturno, muriendo un cabo.

Durante los fuegos de apoyo nocturnos a los asaltos, un equipo de VAV, al mando del Capitán Mc Mamness, de la 148ª Batería, dirige erróneamente el fuego naval de la fragata HMS Avenger (F185) sobre una casa en Puerto Argentino, en el que resultaron muertas tres mujeres civiles. Los británicos dan como explicación un fallo en la computadora de tiro de la fragata y su cañón Mk.8.

Asaltos nocturnos noche del 11 al 12 (23.00h.) Al anochecer se inician los asaltos a la primera línea de colinas que rodean Puerto Argentinº El Major-General (general de división) Moore decidió que la operación se llevara a cabo sin preparación artillera, para buscar el factor sorpresa. A partir de las 18.00h. se inician los avances británicos desde sus líneas de partida para los asaltos.

– En Monte Longdon seis piezas de la 79ª Batería (29 Regimiento) apoyan el ataque nocturno del 3º Paracaidista del Tcol. Pike (con parte del 2º Para en reserva). La fragata HMS Avenger contribuye con el fuego de su cañón naval Mk.8 de 114 mm. Durante el asalto, la Compañía B (Mayor Argue) se estanca antes de llegar a la cima este de la montaña y cae bajo intenso fuego artillero argentino, que le causa unos cuantos heridos. Sobre las 03.00h. una sección de 46 soldados del RI 7 (Teniente Castañeda) contraataca en la cima, haciendo retroceder momentáneamente a los paracaidistas.

Se solicita apoyo directo de la artillería de campaña y naval, que consigue equilibrar la situación. Se combate duramente a corta distancia con granadas y bayoneta entre el fuego de apoyo cruzado de las dos artillerías. Al amanecer los argentinos se retiran hacia Wireless Ridge. La batalla de Monte Longdon fue la más dura de esta fase de la campaña. Los británicos sufrieron 18 muertos y 40 heridos; los argentinos 31 muertos, 120 heridos y unos 50 prisioneros.

– En Dos Hermanas el asalto del 45º Commando RM (con el 22 Para en reserva) es apoyado por las seis piezas de la 8* Batería (Alma) del 29 Regimiento y por el destructor HMS Glamorgan con sus dos piezas Mk. 6 de 114 mm. Un grupo de lanzadores de misiles c.c. Milan, del 40% RM son asignados al ataque para destruir los angares fortificados argentinos de la Cia. C del RI 4. Sobre las 23.30h. cuando los Royal Marines están a punto de llegar a la cima, después de un duro combate, son frenados por la artillería y retroceden.

El fuego artillero argentino es espaciado y no realizan concentraciones de fuego, siendo dirigido por el propio Tcol. Soria, jefe del RI 4, desde Harriet. Los Marines Reales, apoyados por la 8ª Batería, vuelven a intentar llegar a la cima y esta vez, sobre las 02.30h., lo consiguen después de más de dos horas de combate. Los tres jefes de sección de la Compañía C argentina causan baja. Las dos secciones de la Compañía A destacadas en Goat Ridge (estribación rocosa entre Harriet y Dos Hermanas) se retiran también. Hasta las 05.00h. prosiguen los combates en las estribaciones de las dos cimas de Dos Hermanas, a esa hora los argentinos se retiran.

Por su actuación dirigiendo el fuego artillero en esta operación, el Cabo Holt, uno de los VOAVSs del 29º Regimiento de Artillería, que sustituyó a su Capitán (herido por el fuego argentino), fue condecorado. Las bajas en esta acción son de 8 muertos y 17 heridos en el bando británico, con 20 muertos, 50 heridos y 54 prisioneros argentinos durante la batalla y los días previos.

En la ladera norte de Dos Hermanas tenía su posición el Soldado argentino Poltronieri, premiado con la máxima condecoración al valor de su país, por su actuación en la batalla hasta las 03.00h.

– Monte Harriet era el objetivo del 42º RM, apoyado por los dos cañones de 114 mm. de la fragata Yarmouth y los seis Light Gun de la 7* Batería (Sphinx) del 29” Regimiento. Un grupo de lanzadores de misiles c.c. Milan son desplegados cerca de la carretera que lleva a Puerto Argentino, para prevenir un posible ataque de los vehículos blindados AML Panhard argentinos. Harriet estaba defendido por el RI 4 (Cia. B y la Cia. de Plmm) con personal agregado de la Cia B del RI 12.

La Yarmouth abre fuego sobre la cima de la montaña al inicio de los ataques, sus disparos ocasionan dos muertos y unos 20 heridos, quedando la sección de morteros pesados argentina fuera de servicio y recayendo el único fuego de apoyo disponible, en la artillería. Antes de llegar a la línea de partida, en la zona de Monte Wall, los Royal Marines caen bajo un pesado fuego artillero argentino, sufriendo un muerto y varios heridos. Una sección de la Compañía L de los RM avanza hacia Goat Ridge bajo el apoyo artillero.

Los cañones de la 7ª batería, asentada en Monte Challenger, descargaron unos 1.000 proyectiles esa noche sobre la zona de Harriet y Goat Ridge. Sobre las 06.00h. los británicos ya ocupan las alturas de Monte Harriet, quedando rodeado el puesto de mando argentino, con unos 60 hombres, que se rendirán sobre las 09,00 hs. Las bajas en esta operación fueron de dos muertos y 30 heridos por parte británica, los argentinos sufrieron 18 muertos y cerca de 300 prisioneros.

Los ataques a las tres montañas se saldaron con el gasto de unos 3.000 proyectiles de artillería de 105 mm. La 8º Batería, en dos Hermanas, llega a realizar peligrosas acciones de fuego a solamente 150 metros de las tropas propias.


La Batalla del Monte Longdon

La batalla de Monte Longdon se produjo durante la guerra de las Malvinas entre las fuerzas británicas y argentinas. Se desarrolló desde la noche del 11 hasta la madrugada del día 12 de junio de 1982 y se saldó con la victoria de las tropas británicas. Es considerada la batalla más importante del conflicto por dos razones: por cruenta, de combates cuerpo a cuerpo con bayoneta —poco usual en la guerra moderna—, y por su punto estratégico debido a que se trataba de una posición clave en torno a la guarnición argentina asentada en Puerto Argentino.

Fuerzas británicas

Los británicos disponían del 3º Batallón Paracaidista (3 PARA) al mando del teniente coronel Hew Pike. El 29º Regimiento Comando de Artillería Real apoyó al Batallón con seis cañones de 105 mm. El 2º Batallón Paracaidista (2 PARA) estaba en reserva. La fragata HMS Avenger dio apoyo de fuego naval.

Fuerzas argentinas

Las fuerzas argentinas consistían en la Compañía B «Maipú» del Regimiento de Infantería 7, la 1.ª Sección de la Compañía de Ingenieros Mecanizada 10 y una Sección de ametralladoras calibre 12,7 mm de la Infantería de Marina.  

Las fuerzas estaban conducidas por el 2do jefe del RI 7 mayor Carlos Eduardo Carrizo Salvadores. El RI 7 integraba la X Brigada de Infantería Mecanizada del general de brigada Oscar Luis Jofre, una formación muy bien entrenada del Ejército Argentino, en comparación con muchos otros ejércitos latinoamericanos. A fines de 1981, la X Brigada llevó a cabo operaciones de combate simuladas en conjunto con la Fuerza Aérea Argentina en presencia del comandante en jefe del Ejército Argentino teniente general Roberto Eduardo Viola. La X Brigada del general Jofre tendría 66 hombres muertos y 370 heridos en las Malvinas.

El Regimiento de Infantería 7, reforzado por dos secciones de Infantería de Marina, se atrincheró en Monte Longdon, Wireless Ridge y Cortley Ridge hacia el este.  

El teniente de navío Sergio Dachary había vuelto a Monte Longdon, en la semana anterior a la batalla, y estuvo al mando de las ametralladoras pesadas de los infantes de marina en Monte Longdon.

En su mayoría conscriptos con un año de formación, poseían fusiles FN FAL totalmente automáticos que entregan más potencia de fuego que el SLR británico, granadas de fusil PDF y antitanques PAF, ametralladoras MAG de 7,62 mm, un radar de vigilancia terrestre Rasit; unos cincuenta del Regimiento 7 lucharían con más decisión que el resto y compartirían sus técnicas de comandos con sus compañeros, que aprendieron después de haber pasado por un curso de comandos organizado por el mayor Oscar Ramón Jaimet, entrenado como comando y ahora oficial de Operaciones del Regimiento de Infantería 6. Durante 1981, el general Jofre organizó un Pelotón Helitransportado para cada uno de los Regimientos 3, 6 y 7 de la Brigada X bajo la supervisión del mayor Jaimet.

Desarrollo

Ataque británico

El 3.º Batallón Paracaidista llevó a cabo una desesperada marcha a través de las colinas al norte del Monte Simón para tomar la pieza clave del terreno alto que dominaba Estancia House, apodado Granja Estancia.  

Las condiciones meteorológicas fueron atroces, para los paracaidistas que debieron marchar hacia el objetivo a través de empinadas colinas resbaladizas. Nick Rose un soldado raso del 6.º Pelotón al mando del teniente Jonathan Shaw, describió la dificultad del avance debido a las irregularidades del terreno y las condiciones del clima.

El capitán Matthew Selfridge del 3 PARA estableció una base de patrulla cerca del Río Murrell para fines de mayo, a dos kilómetros al oeste del Monte Longdon. Desde allí envió sus patrullas especializadas de la Compañía D para explorar las posiciones argentinas en Longdon. La Compañía D hizo patrulla en la noche del 4 al 5 de junio. Los integrantes de esta patrulla fueron el cabo Jerry Phillips y los soldados Richard Absolon y Bill Hayward, todos tiradores especiales.

La patrulla de Phillips, dado la tarea de penetrar el 1er Pelotón del subteniente Juan Baldini con el fin de obtener un prisionero, informaron al regresar haber eliminado con fuego de tirador especial a un oficial argentino —Baldini— y los sirvientes de uno de sus morteros con un cohete antitanque. También informan que los defensores argentinos reaccionaron demasiado tarde, pero con mucho fuego de ametralladora, además de artillería y morteros. Pero en verdad no hubo pérdidas entre los argentinos en Longdon esa noche. El cabo Phillips, no obstante, mantiene haber matado o gravemente herido personalmente a un oficial argentino en las posiciones de Baldini y penetrado las defensas argentinas y eliminado a dos conscriptos encargados de un mortero con un cohete antitanque disparado a corta distancia.

En el lado argentino, los comandantes pronto se dieron cuenta de que los soldados del Pelotón de Reconocimiento del Regimiento de Infantería 7 apostados en la posición circundante de Wireless Ridge como parte de la reserva, no estaban en condiciones de llevar a cabo su propio patrullaje. Así que, las unidades de comandos argentinos, normalmente utilizados para reconocimientos profundas tuvieron que asumir este rol.

Ellos fueron capaces de hacerlo con mucho éxito y en las primeras horas del 7 de junio, una patrulla combinada de la Compañía de Comandos 601  

y el Escuadrón de Fuerzas Especiales 601 de la Gendarmería Nacional (EFE601GN), investigando los informes del mayor Jaimet de actividad enemiga alrededor del Murrell Bridge fueron vistos acercándose hacia el puente. Después de varias noches en la zona, los cabos Peter Hadden y Mark Brown y sus patrullas habían llegado como reemplazos en el acantilado en la orilla occidental del río Murrell, que las patrullas de los sargentos Ian Addle, John Pettinger y los cabos Jerry Phillips, Peter Higgs y Mark Hunter habían estado utilizando como una base.

En un corto espacio de tiempo un centinela informó de las figuras enemigas cerca del puente. Los paras abrieron fuego y un confuso combate se desarrolló en la oscuridad, con intenso fuego de fusiles SLR británicos y FAL argentinas, ametralladoras GPMG británicas y MAG argentinas, misiles antitanques LAW británicas y granadas de fusil Energa argentinas intercambiándose. La patrulla de comandos al mando del capitán Rubén Teófilo Figueroa demostraron ser bastante agresivos y antes del amanecer habían obligado a los 30 paras retirarse, teniendo que dejar atrás gran parte de su equipo en manos argentinas.

Sólo un suboficial argentino —sargento Rubén Poggi— resultó herido durante la contraemboscada argentina. A partir de entonces las patrullas británicas tuvieron que ser montadas más cerca de su propia línea en Granja Estancia.

Como la historia oficial del Regimiento de Paracaidistas británico ha reconocido:

“Ellos se vieron obligados a evacuar sus posiciones rápidamente, dejando atrás sus mochilas y la radio, pero lograron retirarse sin sufrir ninguna baja. La ubicación se examinó en la tarde del 8 de junio por otra patrulla, pero no había ni rastro de las mochilas o de radio, lo que significaba que la red de comunicaciones por radio del batallón podía haber sido comprometida.”

Según el cabo Mark Hunt de la Compañía D:

“Vimos un montón de gente en el valle que venía hacia nosotros y los enfrentamos. Tenían un apoyo masivo de fuego con ametralladoras calibre 12,7 y 7,62 mm y nos reventaron, llovía balas y nos vimos obligados a retirarnos.”
El 8 de junio un misil Blowpipe, lanzado por el cabo Hugo MacDougall del grupo antiaéreo de la Compañía B «Piribebuy» del Regimiento 6, alcanzó el Harrier del piloto vicecomodoro Peter Squire que había partido del portaaviones Hermes para bombardear Monte Longdon. Squire logró eyectarse y su cazabombardero hizo un aterrizaje forzoso en San Carlos dañándose sin reparación posible. Luego fue canibalizado.

Sin embargo, el coronel Pike y sus jefes de compañía, en la víspera de la batalla todavía tenían a los defensores argentinos en primera línea en baja estima, debido a los informes falsos de la patrulla del cabo Phillips, y no esperaban que dieran mucha resistencia.

Por esta razón, el coronel británico esperaba sorprender a los defensores argentinos, avanzando lo más cercano posible bajo la cubierta de la oscuridad antes de pasar al asalto. El teniente coronel Pike esperaba causar mucho pánico entre los conscriptos argentinos y sus suboficiales y oficiales, y por esta razón no utilizó la artillería británica al comienzo de la batalla.

Los tres objetivos principales —Fly Half, Full Back y Wing Forward— fueron nombrados como las posiciones empleadas en el juego de rugby.  

La Compañía B atacaría a través de Fly Half (apertura) antes de proceder hacia Full Back (espalda), mientras que la Compañía A, seguido por la Compañía C, tomarían Wireless Ridge.

Pero la moral seguía manteniéndose bastante razonable en el Regimiento 7. El soldado conscripto Elbio Eduardo Araujo, con una lata de dulce de batata vacía, tocaba la Colina de la vida (de León Gieco) contagiando con su canto a todos sus compañeros del 3.º Pelotón de fusileros. Miguel Angel Arrascaeta fue herido por el fuego de ablandamiento británico en la primera semana de junio y evacuado, pero creyendo que sus amigos en su 1º Pelotón todavía lo necesitaban el conscripto hospitalizado regresó a Longdon donde perdió la vida combatiendo en la batalla. El soldado conscripto Fabián Emir Passaro de la Compañía B combatió en Monte Longdon con el pelotón adelantado de Baldini y recuerda la vida en esos momentos:

La mayor parte de nosotros nos habíamos ajustado a lo que nos habían puesto, nos habíamos acostumbrados a la guerra. Pero algunos soldados identificados como Carlos Alberto Carbone, Luis Leccese, Felix Benjamin Barreto y Antonio Francisco Belmonte en el libro Dos Lados De Infierno (Editorial Planeta, 1994) todavía estaban muy deprimidos y, en muchos casos, se estaban empeorando. Por supuesto, estábamos muy hartos de llevar la misma ropa puesta por tantos días, yendo sin una ducha, teniendo tanto frío, comiendo mal. Fueron demasiadas cosas juntas, aparte de nuestro temor natural de la guerra, el bombardeo y todo eso. Pero pienso que algunos de nosotros nos adaptábamos mejor que otros. Había chicos que estaban muy preocupados; y traté de levantarles un poco el ánimo. ‘No se preocupen,’ les dije. ‘Nada sucederá, estamos a salvo aquí. ¿’No ven ustedes que nunca podrán conseguir llegar aquí arriba? Somos unos mil; si ellos tratan de subir, nosotros los veremos y les sacaremos la mugre a balazos.

En una de sus últimas cartas el soldado Araujo escribió a su familia:

“Islas Malvinas (¡Argentinas!): Quédense todos tranquilos que el soldado Araujo monta guardia por la Argentina (la de todos), próspera y soberana y que es fiel a su juramento”.
Cuando la los hombres de la Compañía B —bajo órdenes del mayor Mike Argue— del 3 PARA fijaron bayonetas para asaltar las posiciones del 1er Pelotón en Monte Longdon, se encontraron avanzando dentro un inmenso campo minado. Los zapadores británicos más tarde contarían unas 1500 minas antipersonales sembradas en las laderas adelantadas de Longdon, pero solo explotaron dos, diría el cabo Peter Cuxson, porque el resto estaba congelado por el hielo. De lo contrario la batalla final por Puerto Argentino habría sido una historia totalmente diferente, concluye el suboficial británico.

Ataque británico

Al anochecer el viernes 11 de junio, el 3 PARA marchó a sus líneas de partida, y después de una breve pausa, comenzaron a hacer su marcha de cuatro horas hacia Longdon. Al comenzar a aproximarse la Compañía B hacia Longdon, el cabo Brian Milne pisó una mina, lo que alertó al pelotón de conscriptos de Baldini. Más de 20 soldados argentinos salieron de sus carpas de campaña para combatir,  

pero la mayor parte del pelotón recién comenzaba a despertar y salir de sus bolsas de dormir cuando el Pelotón nº 4 del teniente Ian Bickerdike llegó a estar entre ellos, ametralleando y bayoneteando a los argentinos.

El cabo Stewart McLaughlin estuvo presente toda la acción, eliminando una ametralladora MAG de 7,62 mm argentina. El cabo reunió a su sección y avanzaron hacia la cima con las bayonetas caladas entre una lluvia de fuego de ametralladoras argentinas.

El Pelotón nº 6 del teniente Jonathan Shaw, en el flanco derecho de la Compañía B, capturó la cumbre de Half Fly sin alguna lucha. Sin embargo, no habían detectado media docena de soldados argentinos del pelotón de Neirotti, después de haber tirado varias granadas en varias carpas y búnkeres abandonados, y estos conscriptos lanzaron el primer contraataque argentino de la noche contra el pelotón desprevenido, lo que resulta en 4 o 5 paracaidistas muertos antes de que el área fuera controlada por los británicos. Durante tres horas, el combate cuerpo a cuerpo, hizo estragos en el sector del 1er Pelotón, hasta que los paras finalmente sobrepasaron a los defensores.

En toda la posición del 1er Pelotón, pequeños grupos de soldados estaban luchando por sus vidas. Los paras Ben Gough y Dominic Gray lograron arrastrarse sin ser detectado hasta un búnker argentino y se agacharon cerca de ella mientras que los marinos adentro disparaban. 

Al unísono los dos paras quitaron el seguro de las granadas y las hicieron entrar a través de la rendija de disparo del búnker. En el instante en que la granada explotó los dos saltaron adentro y empezaron a bayonetear a los sobrevivientes. El soldado Gray mató a uno al cortar con su bayoneta a través de la cuenca de un ojo. Los soldados Gough y Grey fueron mencionado en los despachos militares.

Baldini fue muerto tratando destrabar una ametralladora. El cabo Darío Rolando Ríos fue encontrado muerto junto al subteniente. El cuchillo y las botas de Baldini fueron tomados por los paras británicos para uso personal.  

Una foto de un oficial argentino muerto en Longdon más tarde aparecería en la edición de tapa dura del libro Operation Corporate (Viking Press, 1985) del historiador británico Martin Middlebrook, y la ilustración de un artista de la foto del oficial argentino caído entre las rocas aparece en la portada del libro De La Plata a Malvinas (Editorial Dunken, 2012) de Raúl Eugenio Daneri, capitán ayudante del jefe del Regimiento 7 en Malvinas. También mueren en los combates iniciales en Longdon, el sargento boina verde Jorge Alberto Ron (uno de los 14 comandos argentinos muertos en Malvinas) del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindado 10 y el observador adelantado de la artillería argentina operando una ametralladora, el teniente Alberto Rolando Ramos, cuyo último mensaje fue que su posición estaba rodeada. El subteniente Baldini sería póstumamente condecorado con la Medalla al Valor en Combate y ascendido al grado de teniente.

El comandante de la Brigada de Comandos 3, brigadier Julian Thompson, más tarde explicaría en un documental del History Channel  

que los cuadros argentinos (oficiales y suboficiales) en general combatían y caían muertos o heridos junto a sus conscriptos en las batallas terrestres:

“Los argentinos en verdad combatieron en todos los objetivos, especialmente los jefes, los oficiales subalternos y suboficiales antiguos, quienes operarían las ametralladoras hasta el último momento y serían muertos operando las ametralladoras.”

Refuerzos argentinos

Justo cuando parecía que los paracaidistas sobrepasarían el 2º Pelotón del sargento Raúl Antonio González en la vertiente sur de la montaña y el 3º Pelotón del teniente Enrique Eneas Neirotti en la vertiente norte, refuerzos del 1er Pelotón del teniente Hugo Quiroga de la 10ª Compañía de Ingenieros en Fullback llegaron para ayudar a Neirotti y González.  

A través de los combates iniciales en este sector, la mayoría de las posiciones argentinas en la silla de la montaña se mantuvieron firmes, gracias a los recientemente llegados refuerzos usando visores nocturnos montados en la cabeza, que resultaron ser bastante letal para los paracaidistas.

El soldado Nick Rose en 6 Pelotón reanuda su historia.

“Pete Gray se levantó y fue a tirar una granada 42 y le disparó un francotirador en el antebrazo derecho. Nos pareció que la granada había explotado. Les golpeamos su brazo hacia abajo en el suelo para detener la hemorragia, creyendo que había perdido la mitad de su antebrazo derecho y la mano, pero todavía estaba allí y su brazo doblado en el antebrazo en lugar del codo – una cosa horrible de ver. Hay fuego viniendo hacia nosotros por todas partes, un montón de cosas que están cayendo por el lugar y luego ‘bang’ mi amigo ‘Fester’ [Tony Greenwood], es alcanzado justo encima de su ojo izquierdo, solo a un metro de distancia de mí. Eso fue una cosa terrible. “Fester” era un tipo tan encantador. Luego le toco a ‘Baz’ Barratt. “Baz” se había vuelto a tratar de conseguir vendajes de curaciones para Pete Grey y estaba volviendo cuando ‘bang’ fue alcanzado en la espalda. Fue entonces cuando nos estancamos como un pelotón.”
El teniente primero Neirotti abandonó su posición para tener un mejor alcance de fuego y fue herido en una pierna. No obstante, sigue combatiendo:

“Parecía una autopista de noche con autos con las luces bajas encendidas… Recuerdo todavía al cabo primero Martínez, herido, que me grita que la artillería enemiga le mató al soldado Araujo y a su compañero. Veo a otro soldado caminar a los gritos, con sangre en los oídos y la boca, alcanzado por una onda expansiva. Veo todavía a un soldado argentino, desarmado, adelantarse para rescatar a dos heridos nuestros… Usted podía verles las caras a los ingleses y ellos a nosotros… Miré, yo partí en dos a un inglés [posiblemente el cabo James Murdoch] con mi ametralladora pesada. Cayó a pocos metros de donde estábamos nosotros. Y el fuego era tan intenso que no podíamos socorrerlo, ni a él ni a los nuestros. Lo escuché agonizar durante no sé cuántas horas, y todavía oigo sus gritos. Ese recuerdo me persiguió y me persigue todavía, aunque con menor intensidad porque aprendí a llevarlo conmigo.”

El Sargento Rolando Mario Spizuoco también es herido, pero se arriesga a sí mismo en varias ocasiones para rescatar a los conscriptos heridos del pelotón de Baldini, rescatando a muchos.

La batalla iba mal para el mayor Argue Mike. La resistencia argentina era fuerte y bien organizada.  

En el centro de la montaña estaban los reclutas de Marina Jorge Maciel y Claudio Scaglione en un búnker con una ametralladora pesada y los conscriptos marinos Luis Fernández, Sergio Giuseppetti y otros con rifles equipados con visores nocturnos.

El teniente Ian Bickerdike y su radiooperador, y el sargento Ian McKay y un número de otros paras en el Pelotón 4 estaban tratando de realizar un reconocimiento sobre las posiciones de los infantes de marina argentinos; al hacerlo, el comandante del pelotón y radiooperador resultaron heridos. El sargento McKay se da cuenta que había que hacer algo, decidió atacar la posición de ametralladora pesada que estaba causando tantos problemas y tanta miseria.

El asalto fue recibido por una lluvia de fuego de la ametralladora MAG del soldado conscripto Vicente José Bruno del pelotón de Baldini. El cabo Ian Bailey fue herido de gravedad, un para muerto y otro herido. A pesar de estas pérdidas el sargento McKay, con total desprecio por su propia vida, por lo que ganaría póstumamente la Victoria Cruz, siguió corriendo hacia la posición enemiga solo. Peter Harclerode quien se le otorgó el libre acceso a el diario de guerra del 3 PARA, y posteriormente escribió PARA! (Arms & Armour Press, 1993), señaló que McKay y su grupo neutralizaron a varios fusileros de marina en la posición, pero no pudieron neutralizar la ametralladora pesada.

El mismo cabo McLaughlin logró arrastrarse hasta encontrarse dentro de distancia de poder lanzar granadas hacia la ametralladora pesada de los marinos, pero a pesar de varios esfuerzos con granadas de fragmentación y cohetes LAW de 66 mm, fue incapaz de silenciarla.

El mayor Carrizo Salvadores en Full Back se había mantenido en contacto con los jefes argentinos en Puerto Argentino:

“La situación es crítica. Ordeno al teniente Hugo Quiroga un contraataque. Otra lucha cuerpo a cuerpo. Hay bajas de ambos lados. Se logra estabilizar el frente de ataque inglés, pero el fuego de la artillería enemiga continúa. Los proyectiles estallan por todas partes, a metros donde teníamos el comando. Los ingleses nos están envolviendo. Pido refuerzos y llega tropa al mando del teniente Raúl Castañeda. Realiza un contraataque por el sector noroeste. Son las tres de la madrugada. Castañeda tiene éxito. Hace retroceder a los ingleses.”

Contraataque argentino

Ahora era el turno de los argentinos para atacar. El mayor Carrizo Salvadores maniobró el pelotón reforzado de Castañeda contra los Pelotones británicos 4 y 5 mientras que bajo la dirección de un suboficial, parte del pelotón de Castañeda avanzó en dirección al puesto de socorro británico. Los conscriptos de los cabos Jorge Daniel Arribas, Julio Nardielo Mamani y Manuel Adan Medina de Castañeda demostraron ser bastande determinados, insultando a los paras en inglés (habiendo aprendido varias malas palabras viendo películas de acción de Hollywood en los cines de Buenos Aires), lo que convenció a varios paracaidistas británicos que estaban luchando contra mercenarios estadounidenses en Longdon.

El sargento británico Brian Faulkner, al ver que más de veinte heridos paras en el puesto de socorro británico estaban a punto de caer en manos de una de las fracciones de tiradores de Castañeda, desplegó a todos los que estaban lo suficientemente aptos para defender el puesto de socorro regimental británico:

“Elegí cuatro tipos y me subí en esta alta altura, y al hacerlo este pelotón [en verdad un grupo de más o menos quince tiradores] de veinte, o treinta argentinos estaban viniendo hacia nosotros. Nosotros simplemente abrimos fuego sobre ellos. No se cuantos nosotros matamos, pero recibieron lo que merecían, porque ninguno de ellos quedaron parados cuando terminamos con ellos.”
Las cosas estaban tan mal que los paras de la compañía del mayor Mike Argue  

cesaron el fuego y dedicaron todos sus esfuerzos para retirarse de Longdon, abandonando prácticamente a todos sus muertos. Peter Harclerode, un destacado historiador británico del Regimiento de Paracaidistas, lo reveló oficialmente, diciendo que:

“Bajo fuego de cobertura, los pelotones números 4 y 5 pelotones se retiraron, pero otro hombre resultó muerto y otros heridos en el proceso. En ese momento, el teniente coronel Hew Pike y su Grupo «R» llegó a la escena y el mayor Argue le informó sobre la situación. Poco después, el Sargento Mayor de la Compañía Weeks informó que los dos pelotones se habían retirado a una distancia segura y que todos los heridos habían sido recuperados. Los muertos, sin embargo, tuvieron que ser dejados donde habían caído. Mientras tanto, en la ladera sur del objetivo, los heridos del pelotón número 6 estaban siendo evacuados mientras que el resto se mantuvo al amparo de las rocas.”
 

“Yo estaba a punto de retirar mi Paras de Monte Longdon. No podíamos creer que estos adolescentes disfrazados como soldados nos estaban haciendo sufrir muchas bajas.”
 

Comandante de la Brigada de Comandos 3, brigadier Julian Thompson.
En el momento en que los veintiún sobrevivientes —de los cuarenta y seis hombres— del pelotón de Castañeda habían logrado bajar de la montaña, estaban totalmente agotados.  

Uno de ellos, el soldado Leonardo Rondi, lucía una boina marrón – tomado de un soldado paracaidista muerto. El soldado conscripto Rondi, tras la muerte del operador de radio del pelotón, había esquivado a varios grupos de paras para entregar mensajes a las secciones de tiradores de Castañeda, y encontrado a un para muerto detrás de una roca (que pudo haber sido el sargento McKay) y se llevó la boina roja y fusil SLR del para que más tarde dio a los comandantes argentinos como trofeos. El año siguiente, Rondi fue condecorado con la medalla La Nación Argentina al Valor en Combate por ofrecerse voluntariamente como mensajero a pie, tras la muerte del operador de radio del pelotón de Castañeda que había sido alcanzado por un francotirador británico.

Full Back

Luego de la inesperada y feroz lucha en Fly Half, el comandante Argue retiró los pelotones 4 y 5, y el 29º Regimiento Comando dirigió el fuego de artillería hacia el cerro desde el Monte Kent, después de lo cual el área estaba flanqueada por la izquierda. Bajo el fuego pesado, los remanentes de los pelotones 4 y 5, bajo las órdenes el teniente Mark Cox avanzaron hacia el objetivo Full Back, sufriendo algunas bajas a manos del pelotón de Castañeda en su avance.

Mientras estaba despejando la posición argentina, el soldado Gray fue herido por un disparo en la cabeza, pero se negó a ser evacuado hasta que el comandante Argue hubiera consolidado sus tropas adecuadamente en sus posiciones en Fly Half. El soldado Kevin Connery mató personalmente a tiros a tres soldados argentinos heridos en esta acción. Los soldados británicos no podían seguir avanzando sin sufrir pérdidas inaceptables, por lo que fueron retirados al extremo occidental del Monte Longdon, con las órdenes de que la Compañía A del mayor David Collett se moviera a través de la Compañía B y atacara, desde el oeste, el objetivo oriental de Full Back, una posición muy defendida, con fuego de cobertura otorgado por la compañía de apoyo.

Los subtenientes John Kearton y Ian Moore —un oficial australiano agregado al 3 Para— reunieron a sus pelotones, cerca de la cima occidental y les informaron cómo tratar con el enemigo. Pronto se atacó la cima oriental de Longdon en otro amargo combate cuerpo a cuerpo, despejando la posición de los defensores argentinos con fusil, granada y bayoneta.  

Mientras que la Compañía A estaba eliminando las últimas posiciones defensivas, el cabo McLaughlin fue seriamente herido por una ronda de cañón sin retroceso Czekalski disparado por dos suboficiales —los cabos Julio César Canteros y Jorge Norberto González de la Sección de Exploración del subteniente Francisco Ramón Galíndez Matienzo— desde posiciones adelantados en el punto fuerte Rough Diamond en Wireless Ridge. El suboficial británico fue muerto poco después por una bomba de mortero disparado desde de la Compañía C del RI 7 en Rought Diamond mientras McLaughlin se dirigía hacia el puesto de socorro británico.

En algún momento del combate con los hombres de Castañeda, el avance británico es nuevamente detenido por un largo rato y el mayor Collett pensó que los refuerzos de la Compañía A podrían verse obligados a retirarse con la noche prácticamente acabando. El teniente coronel Pike describió sus impresiones acerca de la desesperada situación.

Los argentinos defendieron rigurosamente Full Back. El cabo Manuel Adan Medina del pelotón de Castañeda se hizo cargo de un cañón antitanque y disparo contra la Compañía de Apoyo británica en la cima occidental de Longdon, matando a tres paras, incluyendo el para Peter Heddicker, quien recibió un impacto directo de la ronda antitanque, el cual hirió a otros tres paras. El mayor Carrizo Salvadores solamente abandonó su puesto de comando en Full Back cuando un misil Milan se estrelló contra unas rocas justo detrás de él. En el puesto de comando argentino el mayor Collett encontró dos mil cigarrillos que reparte entre los fumadores en su compañía.

Qué diferente era todo esto, mientras nos agachamos detrás de un enorme afloramiento de granito en esa montaña. Junto a nosotros, en la tenue luz de la luna, hay una colección de cadáveres argentinos; hay varios francotiradores que se mueven entre las rocas adelante, causando problemas considerables […] Peor que los francotiradores, una serie de ametralladoras pesadas no serán silenciadas por nuestro poder de fuego superior, ni ametralladoras, ni misiles MILAN, ni morteros, ni artillería. […] Detrás de nosotros, una gran explosión que creemos que al principio es un impacto de mortero de gran precisión es identificado como un cañón sin retroceso de 105 mm que abre fuego contra el equipo MILAN del cabo McCarthy con efecto mortífero cuando intentan establecer una mejor posición: tres son muertos por un solo proyectil. Los intentos de superar estas fuertes posiciones moviéndonos por las laderas del norte de la montaña no tienen éxito […] Parece que nos hemos quedado sin opciones. Es un momento negro en una noche larga y espantosa.

Hew Pike

Fin de la batalla

La batalla y el fuego inmediato que le siguió al amanecer, —proveniente de Wireless Ridge y ordenado por el capitán Daneri—,  

duró doce horas y fue costosa para los británicos. El regimiento británico 3 de paracaidistas (3 PARA) tuvo diecisiete muertos durante la batalla, también fue muerto un ingeniero real agregado al 3 Para. Tres de los paracaidistas muertos –los soldados rasos, Ian Scrivens, Jason Burt y Neil Grose– solo tenían diecisiete años; el soldado Grose murió en batalla el día de su cumpleaños. 

Un total de cuarenta paracaidistas británicos resultaron heridos durante la batalla. Otros cuatro paracaidistas —inluyendo a Richard Absolon, un soldado neozelandés—, agregado a la Compañía D) y un ingeniero real (REME) agregado al 3 Para murieron y siete paracaidistas resultaron heridos en el bombardeo de dos días que siguió y que fue dirigido por el Teniente de Navío Marcelo de Marco del Batallón de Infantería de Marina Nº 5 en la montaña de Tumbledown y el capitán Rodrigo Alejandro Soloaga del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindado 10 “Coronel Isidoro Suárez” en el Valle Moody Brook. Un comando zapador de los Marines Reales (Sargento Peter Thorpe) también fue herido en las laderas del Monte Longdon en las horas diurnas del 12 de junio, cuando fue enviado para rescatar a los miembros de una batería de artillería atrapada dentro de un vehículo Snowcat en un campo minado cerca del Puente Murrell. En la noche del 13 al 14 de junio, 3 Para sufrió más bajas cuando fue objeto de fuertes bombardeos argentinos. Los argentinos sufrieron 31 muertos, 120 heridos y 50 combatientes tomados prisioneros. Entre los heridos sobrevivientes estaban inicialmente los soldados conscriptos Ramón Quintana y Manuel Gramisci.

Unas pocas balas zumbaron en lo alto y se estrellaron contra las rocas. Un cabo gritó que Tumbledown nos estaba disparando. Nos topamos con una brecha estrecha en el camino [y] nos detuvimos bruscamente, ya que era un callejón sin salida. Cuatro o cinco cuerpos yacían tendidos allí, juntos. Esta vez eran nuestros propios hombres: las camufladas batas de PARA golpearon mis ojos de inmediato. CSM [Compañía-Sargento Mayor] Weeks estaba sobre ellos como un tutor, gritándole a algunos de sus hombres que cubrieran el final del camino y una pequeña cresta. El CSM y el Sargento P [Pettinger] intercambiaron palabras rápidas. Yo no estaba escuchando; mi mente estaba totalmente ocupada mirando los riscos en busca del enemigo. Me di la vuelta y miré a nuestros propios muchachos, muertos en el suelo, segados cuando intentaban atravesar esta brecha. Sentí a la vez ira y tristeza. El rostro del CSM mostró la tensión de haber visto a la mayoría de su compañía herida o muerta a tiros. La pelea de esa noche estaba escrita en cada línea de su rostro.
 

Vincent Bramley

Consecuencias

Cuando en 1993 se publicó el libro “Viaje al Infierno” del ex paracaidista británico Vincent Bramley que denunció el fusilamiento de soldados argentinos en Monte Longdon, el soldado Néstor Flores contó su historia. Relató que en aquella madrugada en Monte Longdon, vio como los paracaidistas mataron a balazos a Quintana y mataron con una bayoneta a Gramisci.

Gramisi había suplicado horas antes que no lo dejaran solo en la montaña, pero el soldado conscripto Sergio Sánchez quien lo había encontrado en la oscuridad, no pudo cumplir con su promesa de volver por el herido.

El cabo británico Vincent Bramley recuerda estar patrullando la mitad occidental del Monte Longdon, cuando se confrontó con todo el horror del combate nocturno. El suboficial del 3 PARA y empeñoso escritor tropezó con los cuerpos de cuatro o cinco paracaidistas atrapados y muertos a manos del pelotón de Neirotti.

El cabo McLaughlin, —combatiente británico muerto por un proyectil de mortero cuando caminaba hacia el puesto de socorro a causa de una herida anterior—, era muy respetado por su pelotón. Según sugiere el escritor Jim Keys, no fue propuesto para un reconocimiento post mortem debido a que al recuperar su cuerpo se encontró una colección de orejas enemigas en una de sus bolsas de municiones. Si bien la práctica de mutilación de cadáveres no fue investigada, en una publicada en The Independent un excombatiente británico señaló que podría haber sucedido luego de un enfrentamiento cuerpo a cuerpo.

Es la única manera de mantenerte cuerdo. Comenzás a actuar de manera inhumana, como si estuvieras desconectado de tu manera de ser normal. Vi a algunos saqueando los cadáveres o escarbando dentro de los búnkeres. Yo mismo lo hice. Es como si hubiese sido lo más normal del mundo hurgarle los bolsillos a alguien y llevarte sus cartas.
 

Vincent Bramley. Regimiento de paracaidistas, Monte Longdon. 


La Proeza del Cabo Primero Roberto Basilio Baruzzo

El periodista VGM Nicolás Kasanzew nos envía una historia real, relacionada con un Suboficial del Ejército Argentino, que protagonizó heroicas acciones en combate en la Guerra de Malvinas.

Nos dice que de todos los suboficiales del Ejército que estuvieron en Malvinas, solo dos recibieron la máxima distinción a que puede aspirar un hombre de armas argentino: la Cruz al Heroico Valor en Combate. Una de ellas al Sargento Primero Mateo SBERT, muerto en el combate de Top Malo House.

El Jefe de su sección, el Capitán José Vercesi, se ha encargado de que la historia de Sbert se haya publicado en la revista “Soldados” y en general tuviera cierta divulgación. (Aunque, claro, muy por debajo de la que amerita a nivel nacional).

El destinatario de la otra sigue siendo un perfecto desconocido, incluso para muchos estudiosos del tema Malvinas.

Si uno quiere averiguar por qué le fue conferido tan alto galardón, hasta ahora, no se va a enterar ni buscándolo en Google.

Se trata del entonces Cabo Primero Roberto Basilio Baruzzo, Regimiento 12 de Infantería de Mercedes.

¡Y vaya si su historia, de ribetes cinematográficos, vale la pena ser contada!

Nos manifiesta Kasanzew, que tuvo el honor de conocer a Baruzzo, oriundo del pueblo de Riachuelo, provincia de Corrientes, en el 2009, cuando el Centro de Ex-Combatientes de esa provincia lo invitó a dar allí una charla.

Descubrió a un hombre de rostro aniñado, sin ínfula alguna, de perfil muy bajo, puro y transparente hasta rayar en la ingenuidad.

Su unidad había sido ubicada primero en el monte Kent, para después ser enviada a Darwin, pero una sección compuesta mayormente de personal de cuadros, con Baruzzo incluído, se quedó en la zona, al mando del Teniente Primero Gorriti.

En los días previos al ataque contra monte Longdon, los bombardeos ingleses sobre esa área se habían intensificado. El mismo Baruzzo fue herido en la mano por una esquirla.

En una de las noches, el cabo oyó gritos desgarradores, a pesar del cañoneo, salió de su pozo de zorro y encontró a un soldado con la pierna destrozada por el fuego naval enemigo.

Sin titubear, dejó su fusil y cargó al herido hasta el puesto de enfermería, tratando de evitar que se desangrara. Lo peor aún estaba por venir.

Kasanzew, en la noche del 10 al 11 de junio, estuvo observando desde Puerto Argentino el espectáculo fantasmagórico que ofrecía la ofensiva británica.

En medio de un estruendo ensordecedor, los montes aledaños eran cruzados por una miríada de proyectiles trazantes e intermitentemente iluminados por bengalas.

Se le estremecía el alma de imaginar que allí, en esos momentos, estaban matando y muriendo muchos bravos soldados argentinos.

Allí, en medio del fragor, la sección de Baruzzo ya se había replegado hacia el monte Harriet, sobre el cual los ingleses estaban realizando una acción envolvente.

Varios grupos de soldados del Regimiento 12 y 4 quedaron aislados.

El Teniente Primero Jorge Echeverría, un oficial de inteligencia de esta última unidad, los agrupa y encabeza la resistencia; Baruzzo se suma a ellos y ve al oficial parapetado detrás de una roca, disparando su FAL.

Baruzzo despoja a uno de los caídos británicos de su visor nocturno. “Ahora la diferencia en recursos ya no será tan despareja”, piensa.

Con el visor va ubicando las cabezas de los ingleses que asoman detrás de las rocas, y tanto Baruzzo como su jefe afinan la puntería.

Los soldados de “Su Majestad”, por su parte, los rocían de plomo e insultos.

Las balas trazantes pegan a centímetros del cuerpo del oficial, hasta que finalmente este es herido en la pierna y cae en un claro, ya fuera de la protección de la roca.

Cuando Baruzzo se le quiere acercar, un inglés surge de la oscuridad y le tira al cabo.

Yerra el primer disparo, aunque la bala pega muy cerca, pero antes de que pueda efectuar el segundo, Echeverría, disparando desde el suelo, lo abate.

Otro inglés le tira a Echeverría, pero Baruzzo lo mata de un certero disparo.

Cerca de ellos, el Soldado Conscripto Gorosito pelea como un león. Los adversarios están a apenas siete u ocho metros uno del otro y sólo pueden verse las siluetas en los breves momentos en que alguna bengala ilumina la zona.

Echeverría está sangrando profusamente: tiene tres balazos en la pierna.

El joven Cabo Primero -de apenas 22 años- con el cordón de la chaquetilla del oficial, le hace un torniquete en el muslo. La pierna de Echeverría parece teñida de negro y también luce negra la nieve a su alrededor.

El Teniente Primero dice empero, que no siente nada, solo frío; Baruzzo trata de moverlo.

Echeverría se levanta y empiezan a caminar por un desfiladero, mientras a su alrededor siguen impactando las trazantes.

De repente, detrás de un peñasco, entre la neblina y las bengalas, surge la silueta de un inglés, quien dispara, y le da de lleno a Echeverría; Baruzzo contesta el fuego y el atacante se desploma muerto.

Esta vez Echeverría había sido herido en el hombro y el brazo: una sola bala le causo dos orificios de entrada y dos de salida.

El Teniente Primero cae boca abajo y Baruzzo ve que le está brotando sangre por el cuello.

“Se me está desangrando!”, se desespera el cabo.

Aún hoy, el suboficial no puede hablar de su jefe sin emocionarse:

“El es uno de mis más grandes orgullos. Un hombre de un coraje impresionante. Allí, con cinco heridas de bala, estaba íntegro, tenía una tranquilidad increíble, una gran paz. Con total naturalidad, me ordenó que yo me retirara, que lo dejara morir allí, que salvara mi vida. Me eché a llorar. ¿Como iba a hacer eso? ¡Yo no soy de abandonar! ¡Y encima a este hombre, que era mi ejemplo de valentía!”

Tenía conmigo intacta la petaquita de whisky que la superioridad nos había dado junto a un cigarrillo; es que yo no bebo ni fumo.

Y le di de tomar. “Eso si que está bueno”, me comentó.

En cierto momento, no me hablaba más, había perdido el conocimiento. La forma en que sangraba, era una guarangada.

Lo cubrí, lo agarré de la chaquetilla y empecé a arrastrarlo.”

En esas circunstancias, súbitamente, Baruzzo se vio rodeado por una sección de Royal Marines del Batallón 42.

Sin amilanarse, desenvainó su cuchillo de combate, pero uno de los ingleses con el caño de su fusil le pegó un ligero golpe en la mano, como señalándole que ya todo había terminado.

Baruzzo, cubierto de pies a cabeza con la sangre de Echeverría, dejó caer el arma y el mismo soldado enemigo lo abrazó con fuerza, fraternalmente. “Eran unos señores”, comenta el cabo.

Al amanecer, al ver que no tenía heridas graves, sus captores le ordenaron que, con otros argentinos, se dedicara a recoger heridos y muertos. “Yo personalmente junté 5 ó 6 cadáveres enemigos”, me cuenta Baruzzo. “¡Pero en Internet los ingleses dicen que en ese combate sólo tuvieron una baja!”

Echeverría fue aerotransportado en helicóptero por los británicos al buque hospital HMS “Uganda”; sobrevivió, recibió del Ejército Argentino la medalla al Valor en Combate y hoy vive con su mujer y dos hijas en Tucumán (la menor tenía dos añitos en 1982).

Baruzzo también tiene dos hijas, a las que bautizó Malvina Soledad y Mariana Noemí, y vive en su Corrientes natal.

En su pago chico ha tenido un par de halagos que merecía: hay una calle con su nombre y hasta le fue erigido un busto en vida pero, aun así, nadie repara en su existencia, ni conoce su proeza.

Poco después de la guerra, el 15 de noviembre del 1982, Baruzzo recibió una carta del Teniente Primero, donde éste le agradece su “resolución generosa y desinteresada, su sentido del deber hasta el final, cuando otros pensaron en su seguridad personal.

Toda esa valentía de los “changos”, son suficiente motivo para encontrar a Dios y agradecerle esos últimos momentos. Pero, así él lo decidió, guardándome esta vida que Usted supo alentar con sus auxilios”.

El oficial le cuenta que lo ha propuesto para la máxima condecoración al valor y le manifiesta su “alegría de haber encontrado un joven suboficial que definió el carácter y el temple de aquellos que forman Nuestro Glorioso Ejercito, y de los cuales tanto necesitamos.”

Personalmente, Baruzzo volvió a encontrarse con Echeverría recién 24 años después de aquella terrible noche.

Ambos lloraron, el oficial le mostró sus heridas, dijo que el Cabo Primero había sido su ángel de la guardia, y le regaló una plaquetita, con la inscripción: “Estos últimos 24 años de mi vida testimonian tu valentía”.

También le contó que en el buque hospital los médicos británicos dejaron que le siguiera manando sangre un buen rato, para que así se lavara el fósforo de las balas trazantes.

“You have very good soldiers” (“Usted tiene muy buenos soldados”), le espetaron los militares ingleses al ensangrentado Teniente Primero.

Dice Kasanzew, un reconocimiento que la sociedad argentina, en pleno, aún le debe a Echeverría, Baruzzo, a Gorosito, a Pinzos y a tantos otros callados y acallados Héroes de Malvinas.

Echeverría y Baruzzo. El reencuentro 24 años después.

El cabo Roberto Baruzzo en Malvinas, junto a sus compañeros cuando finalizó la guerra y quedó prisionero de los ingleses en Fitz Roy


La Guerra de Malvinas y los Cañones de La Calera

Fuente: Diario La Voz del Interior
“Esta es la historia del Grupo de Artillería Aerotransportado 4, una historia de heroísmo, valor, sangre, sudor y lágrimas, pero sobre todo de amor por nuestra tierra, por nuestra patria. Cada uno de los que integramos sus filas conocemos esta historia y nos preparamos día y noche para cuando el clarín de la patria nos llame”.

La frase es parte del crudo y emotivo relato que escribió el subteniente Juan Pablo Pérez Arrieu, oficial del Grupo de Artillería Paracaidista 4, para recordar el 11 de junio, día en el que tuvo lugar una de las batallas más duras de la Guerra de Malvinas.

Aquel día, los soldados ingleses avanzaron sobre las fuerzas argentinas, que estuvieron protegidos (hasta que pudieron) por cañones cordobeses.

Se trató del Grupo de Artillería Paracaidista 4, que partió desde el aeropuerto de Pajas Blancas el 22 de abril de 1982 y participó en los combates que se desarrollaron en la isla Soledad.

El recuerdo del Ejército (por el oficial Pérez Arrieu)

Corría el día 22 de abril de 1982, y las Fuerzas Armadas se encontraban realizando los preparativos para un eventual enfrentamiento armado entre las fuerzas argentinas y las británicas en aquellas gélidas islas del Atlántico sur, 20 días después de la Operación Rosario.

A las 22.30, el jefe del entonces Grupo de Artillería Aerotransportado 4, teniente coronel Carlos Alberto Quevedo, recibía la orden del inmediato traslado de la unidad hacia las Islas Malvinas.

Así comenzaron rápidamente los preparativos y el alistamiento. Luego de 24 frenéticas horas, 22 oficiales, 65 suboficiales y 273 soldados partieron desde el aeropuerto Pajas Blancas rumbo a Comodoro Rivadavia, para luego cruzar hacia las islas Malvinas.

Causa emoción el solo hecho de pensar qué pasó por la cabeza de esos 360 hombres durante esas 24 horas. Muchos se despidieron de sus padres, esposas e hijos como pudieron; otros, quizá, no tuvieron el tiempo ni los medios para hacerlo.

De todas formas, cada uno de ellos sabía que el destino los había puesto en un camino lleno de desafíos, sacrificio y sobre todo incertidumbre. No todos regresarían.

17 obuses Oto Melara 105 milímetros acompañarían a estos artilleros de La Calera a las heladas latitudes del Atlántico sur. La misión era clara: repeler al enemigo con el poder de sus cañones, piezas de 1200 kilogramos que efectuaban tiros a más de 10 kilómetros con una notable precisión.

El día 28 de abril, la unidad se encontraba en el aeropuerto de Puerto Argentino, que recibió a todas las tropas provenientes del continente, por lo cual estaba repleto de una gran variedad de material bélico: camiones, cajones de munición, cañones, helicópteros y cocinas de campaña.

Entre todo ello, se encontraban los artilleros del 4, quienes, por orden del jefe de Unidad, tendieron sus carpas a un kilómetro y medio del aeropuerto.

Días más tarde, la pista de aterrizaje sería bombardeada por más de 21.000 libras de bombas lanzadas por aviones Avro Vulcan de la Royal Air Force.

Pasada una semana, el Grupo de Artillería sería trasladado al este del arroyo Moody Brook, que se encontraba a dos kilómetros de las primeras casas de los suburbios de Puerto Argentino.

La vista panorámica desde las posiciones de artillería argentinas permitía divisar las numerosas elevaciones que circundaban la capital malvinense.

Los montes Longdon, Dos Hermanas y Tumbledown eran los más próximos. Se iniciaba entonces una larga espera por la llegada de las fuerzas terrestres británicas a las islas.

Durante esos 31 días, los soldados argentinos conocieron el verdadero rigor de las condiciones climáticas; y conocieron el invierno malvinense, que distaba considerablemente del cordobés.

Las temperaturas variaban entre los -5 y los 7 grados centígrados, los vientos rozaban los 50 kilómetros por hora y se encontraban en la temporada de más precipitaciones del año, que usualmente caían en forma de nieve, mojando el equipo, los refugios y el frío acero de las piezas de artillería.

El alba se producía a las nueve de la mañana y el sol se ponía a las cinco de la tarde.

No se divisaba a los 360 grados un solo árbol del cual obtener leña para calentarse ni cocinar, por lo cual el único combustible era el propio suelo malvinense. La turba de las islas es un tipo de suelo esponjoso y con gran capacidad de retención de agua. Una vez desecada, era utilizada en las cocinas de campaña para producir el alimento para las tropas.

Dicho racionamiento se concentraba a las 15 para disminuir los desplazamientos nocturnos y, sobre todo, para evitar luces que pudiesen ser detectadas por el enemigo.

El combate no se haría esperar. A partir de las dos y media de la mañana del 27 de mayo, piezas del Grupo que habían sido enviadas al Istmo de Darwin se emplearían en el combate de Pradera del Ganso.

Efectuaron apoyo de fuego a los regimientos argentinos que defendieron el aeródromo que funcionaba en ese lugar.

El combate duró más de 33 horas en las que el fuego de artillería causó eficaces efectos sobre las tropas británicas. Fue el 29 de mayo la finalización del combate más largo del conflicto del Atlántico sur.

A pesar de esta primera derrota, la moral de los hombres que integraban la Unidad 

se encontraba alta y continuamente preparaban sus posiciones para detener el avance británico.

Los soldados, aunque jóvenes y sin experiencia, estaban bien instruidos y tenían plena fe en que cumplirían la misión.

Sin dudas, el espíritu combativo estaba presente y era acompañado de la buena camaradería que caracteriza al soldado argentino. 

Primera línea


Los días pasaron y finalmente la noche del 11 de junio las tropas enemigas se habían acercado y ya se encontraban combatiendo contra la primera línea de defensas argentinas. Fue en ese momento cuando las piezas de artillería abrieron fuego sobre la infantería británica causando con su eficacia cuantiosas bajas. 


Mediante sus piezas, los artilleros del 4 aerotransportado cumplieron misiones de fuego continuamente, apoyando a las tropas argentinas que ocupaban posiciones en los montes que circundaban la capital.

En los últimos momentos del combate, las posiciones artilleras llegaron a efectuar tiro directo sobre tropas enemigas que se aproximaban a escasos quinientos metros. 

Un párrafo especial merece el recuerdo de nuestros 3 caídos en acción producto del fuego enemigo: los soldados Jorge Romero, Eduardo Vallejo y Néstor Pizarro; los tres cordobeses.

Valientes soldados que dejaron su sangre derramada en la turba malvinense, inmortalizándose y convirtiéndose en eternos centinelas de aquellas tierras argentinas, esperando que algún día el Pabellón nacional vuelva a flamear en las Islas.


El viaje de Juan Pablo II a la Argentina

El 11 de junio de 1982 y durante el conflicto de las Malvinas, el papa Juan Pablo II visitaba la Argentina. Eran las 8.50 cuando aterrizó en el aeropuerto internacional de Ezeiza el avión que lo conducía.

Se apresuraron a saludarlo una vez que las puertas del avión se abrieron el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Juan Carlos Aramburu, y el nuncio apostólico.

Luego de besar el suelo, fue recibido por el presidente de facto general Leopoldo Fortunato Galtieri y por autoridades civiles y militares.

Durante los 40 kilómetros de su viaje hacia la catedral de Buenos Aires por las autopistas Ricchieri y 25 de Mayo, miles de personas, a pesar del frío invierno, saludaron con entusiasmo al Santo Padre, que respondía visiblemente emocionado a los saludos de la multitud.

En la catedral metropolitana lo esperaban sacerdotes, seminaristas, religiosos, religiosas y miembros de movimientos eclesiales, junto con los obispos argentinos y presidentes de las conferencias episcopales de Latinoamérica. Luego de orar ante el Santísimo Sacramento, pronunció una alocución e impartió la bendición a los presentes.

A su vez, en la Casa Rosada, fue recibido por el Presidente y tuvo un encuentro con los miembros de la Junta Militar. Luego pasó a la capilla de la Casa de Gobierno donde oró unos momentos. Antes de retirarse el Santo Padre se asomó al balcón para saludar a la inmensa muchedumbre que colmaba la Plaza de Mayo. Poco después de las 14 el Santo Padre inició su viaje a Luján.

En la Basílica Nacional, ante la imagen de la Patrona de la Argentina, oró por la paz, luego le ofreció a la histórica imagen la “Rosa de Oro” que le había traído desde Roma. Concelebró la Misa con los cardenales, obispos y sacerdotes presentes, ante una multitud calculada en una cifra cercana a las 700.000 personas.

Testimonio gráfico de la visita del Papa al país durante el conflicto armado
El Papa pronunció una homilía en la que exhortó a imitar a Cristo, pidió por los muertos en la guerra con Gran Bretaña y por la rápida terminación del conflicto. El día siguiente, en la Curia Metropolitana tuvo un encuentro con los cardenales y obispos argentinos, tras orar en la capilla de la Curia, les dirigió un mensaje a puertas cerradas a los obispos.

Luego de saludar a la multitud desde los balcones de la Curia arzobispal se dirigió en «papamóvil» hasta Palermo, donde junto al Monumento de los Españoles se había levantado un gigantesco altar cubierto en el que se concelebró la Santa Misa ante una inmensa multitud, en su mayoría jóvenes.

Juan Pablo II
Después de una conversación a solas con el Presidente Galtieri, de unos 20 minutos, el Pontífice pronunció el discurso de despedida, el sábado 12 de junio, día de Corpus Cristi:

“Queridos hermanos y hermanas, 1. Estoy a punto de concluir la visita a vuestro querido país, que he emprendido en nombre de la paz en momentos dolorosos de vuestra historia.


Este viaje y el realizado antes a Gran Bretaña me han permitido cumplir con mi deber de Pastor de la Iglesia universal, y a la vez interpelar las conciencias para que, en momentos de enfrentamientos bélicos, se restablezcan en las dos partes en conflicto sentimientos de pacificación, que van más allá del silencio de las armas. Pido a Dios que se traduzca en realidad operante la profunda convicción de que es necesario poner todos los medios posibles para lograr una paz justa, honrosa y duradera.

En los contactos tenidos en estas ocasiones he podido constatar que los dos pueblos, doloridos por los estragos de la guerra y apenados sobre todo por la pérdida de jóvenes vidas, que ponen lágrimas y luto en tantas familias, ansían la paz y la piden con insistencia.

Quieran, por ello, los responsables de los dos países y de la comunidad internacional, que también mira con fundada aprensión al momento presente de tensiones y luchas, devolver por encima de todo a las familias de las dos naciones lo que ellas más anhelan: la vida y serenidad de sus hijos o seres queridos, antes que nuevos sacrificios agraven los ya provocados. No se dude en buscar soluciones, que salven la honorabilidad de ambas partes y restablezcan la paz.

2. Os dejo como fruto de mi visita a la noble nación argentina el mensaje proclamado ante vuestros Pastores, almas consagradas y ante todos vosotros. Sea la plegaria elevada a la Madre de Luján y la fuerza del amor que brota de la Eucaristía, inspiración constante en los senderos de fidelidad a Cristo que El os pide.

Por estas intenciones continuaré rogando con insistencia, unido a vosotros, para que cese pronto la prueba actual.

3. A las supremas autoridades y a todos los argentinos, de quienes he recibido tantas muestras de estima, deferencia y cordial cercanía durante mi visita, agradezco profundamente todas las exquisitas atenciones recibidas, que hallan en mí sentimientos de ininterrumpida benevolencia hacia los hijos de este amado pueblo.

Gracias por vuestro conmovedor entusiasmo que, a pesar del delicado momento que atraviesa vuestra nación, me ha prestado esta acogida tan elocuente y calurosa.

Las cordiales y vistosas manifestaciones de afecto que he recibido al cruzar vuestras plazas, avenidas – 9 de Julio, Rivadavia – sobre todo y ante todo vuestra presencia en los lugares de oración ha dejado en mí una impresión que llevo muy marcada en mi alma. Vuestras oraciones, aplausos, sonrisas, eran una constante imploración de paz, una continua prueba de vuestro amor a la paz.

Seguid por ese camino al que os he exhortado sin cesar. En un cartel a lo largo de mi recorrido he visto este escrito: “Queremos ser tu alegría”. Pues bien, queridos amigos: sed la alegría de Cristo con vuestra fidelidad a la fe; sed la alegría de la Iglesia, sed la alegría de la juventud del mundo, viviendo y proclamando sin cesar vuestra labor de paz. Sed la alegría del Papa, que os quiere jóvenes auténticos destructores de odio y constructores de un mundo mejor.

Con un ¡hasta pronto!, me despido de todos, bendiciendo a cada argentino, sobre todo a los enfermos y a los que sufren o lloran por las víctimas de la guerra.

Dios bendiga a Argentina, Dios bendiga a América Latina, Dios bendiga al mundo.

¡Hasta la vista!”





 



Se reportan intensos combates en los Montes Longdon, Harriet y Dos Hermanas

11 de junio. Como en sucesivas jornadas previas, las posiciones defensivas argentinas alrededor de Puerto Argentino son sistemáticamente bombardeadas por fuerzas británicas desde tierra, mar y aire. Estos ataques reiterados son con el objetivo de debilitar todo lo posible las defensas argentinas como preparación previa al asalto final contra la capital malvinense. De esta forma, a pesar de las dificultades, la resistencia de unidades del Ejército Argentina y de la Infantería de Marina de la Armada Argentina se mantiene en sus posiciones de defensa designadas. Sin embargo, desde los últimos días se vuelve cada vez más habitual los reportes de patrullas británicas de exploración, como de sucesivos intentos de infiltración en los cerros y montes que dominan el paisaje de Puerto Argentino. Con el caer de la tarde y la penumbra en los montes Longdon, Harriet y Dos Hermanas, comienzan a arribar informes de un ataque masivo británico apoyado por otros elementos con las defensas argentinas emplazadas en estas ubicaciones.

Frente Islas Malvinas: Puerto Argentino

Desde temprano en la mañana se han producido ataques contra la pista de la BAM Malvinas. Las acciones fueron llevadas a cabo por cazabombarderos Harrier GR.3 de la Royal Air Force (RAF). En total, los reportes indican que fueron efectuadas diez salidas de aeronaves británicas para atacar posiciones argentinas en las inmediaciones del aeropuerto. Los pilotos de la RAF han cambiado la seguridad de los bombarderos a alta cota, efectuando ataques a menores alturas provocando la respuesta de la artillería de antiaérea argentina, como el lanzamiento de misiles antiaéreos portátiles Blowpipe, e inclusive Igla.

Imagen artística de un helicóptero Wessex disparando un misil AS 12
Otras de las acciones británicas para atacar posiciones en Puerto Argentino, tuvo como intento destruir las capacidades de comando y control argentinos. De esta forma, en base a informes de inteligencia erróneos, un helicóptero Wessex armado con misiles guiados AS-12 atacó un edificio en la capital. En él, la inteligencia enemiga había determinado que se reunía el General Menéndez junto a su Estado Mayor. En total, fueron disparados tres misiles aire-superficie AS-12 con distinta suerte. Uno de los misiles falló el blanco; mientras que el otro impacta contra la Estación de Policía de Puerto Argentino, donde se encontraba operando el Departamento de Inteligencia del Ejército Argentino. El tercero cayó a poca distancia desde donde se encontraba apostado el Buque Hospital ARA Bahía Paraíso de la Armada Argentina, que se encontraba en el puerto evacuando civiles y heridos. De estas acciones, perpetuadas en el medio de población civil, no deben lamentarse muertos entre la población civil milagrosamente.

Frente: Monte Longdon – Comienza la batalla

Los últimos días han reportado intensa actividad enemiga en las cercanías y alrededores de los montes Longdon, Harriet y Dos Hermanas. Con esto presente, es que a lo largo de todo el 11 de junio fueran realizadas incursiones de aeronaves británicas contra la BAM Malvinas en horas de la mañana y contra Moody Brook en horas de la tarde. Por medio de los informes recabados, el mando británico terrestre, al frente del General Jeremy (con su cuartel general instalado en Fitz Roy), ha iniciado la primera fase del plan para recapturar Puerto Argentino. Dicha primera etapa consistiría en el ataque coordinado a las ubicaciones previamente mencionadas.

Los últimos reportes arribados desde el frente indican que a las 23:00 horas ha comenzado un asalto masivo y coordinado británico contra las posiciones que: defiende el Regimiento de Infantería 7 en Monte Longdon; Regimiento de Infantería 4 (Compañía B) y Regimiento de Infantería 12 (Compañía B) en Monte Harriet; y los Regimientos de Infantería 4 (Compañía C) y Regimiento de Infantería 6 (Compañía B) en Monte Dos Hermanas.

El ataque británico ha esta precedido por un intenso bombardeo empleando artillería de campaña y naval. Entre las tropas desplegadas por el mando enemigo se encuentran paracaidistas, comandos y mercenarios gurkas. A pesar de la conmoción inicial, y el abrumador poder de fuego demostrado, los defensores argentinos resisten registrándose contrataques contra las tropas enemigas; mientras es solicitado desde las posiciones adelantadas argentinas él envió de refuerzos y apoyo por parte de la artillería argentina.

Al presente el resultado de los combates es incierto, y es probable que la batalla por los cerros y montes que rodean a Puerto Argentino se extienda a lo largo de toda la madrugada y a lo largo del próximo 12 de junio.

Frente Continente

Por medio de los reportes recabados, la Fuerza Aérea Sur (FAS) no emprendió operaciones ofensivas contra objetivos en las Islas Malvinas durante el día. No obstante, a través de diversos medios y sistemas continuaron realizándose vuelos de exploración y reconocimiento sobre el Teatro de Operaciones. Además, fueron realizados con éxito nuevos cruces a las islas para sostener el puente aéreo con aeronaves Hércules C-130. Sin embargo, las últimas informaciones indican que las Patrullas Aéreas de Combate (PAC) de Harrier buscan nueva formas y tácticas para intentar interceptar a los C-130 argentinos que de forma ininterrumpida continúan burlando el bloqueo aéreo sobre las Islas Malvinas.

Entre los hechos destacados de la jornada se pudo confirmar el arribo a El Palomar del último Boeing 707 de Aerolíneas Argentina proveniente de Trípoli. En sus bodegas trajo el último cargamento de armas y equipamiento enviado por Libia a la Argentina. Entre los equipos transferidos se encuentran sistema de misiles antiaéreos de origen soviético, como ametralladoras, minas y munición de diverso tipo.

A su vez, un Fokker F-28 de la Armada Argentina transportó, burlando el bloqueo, a parte de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Sostén Logístico. No obstante, la situación táctica cada vez más acuciante en los alrededores de Puerto Argentino no asegura que se puedan seguir realizando estos cruces durante los próximos días.

Fuente: https://www.zona-militar.com/

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